30/1/12

Tanto miedo tiene, que cada vez se esconde más.

Quien vive temeroso, nunca será libre

Horacio

El comandante tiene miedo. Se le nota. Él sabe que el cuerpo cobra,
tarde o temprano, los excesos físicos, y que el destino también cobra,
tarde o temprano, los otros excesos. Fresco tiene el recuerdo de sus
amigotes que creyeron que el poder es eterno y el destino les cobró
sus excesos de una manera muy cruel. Ni siquiera la espada de Bolívar
los salvó y hay incluso quien piensa que esa espada ayudó al destino.
Tanto miedo tiene, que cada vez se esconde más. Sólo se deja
entrevistar por quien, sumiso y preso de sus propios miedos, le hace
las preguntas que él le ordena. No deja que la gente, su “pueblo”, se
le acerque, porque sabe lo que lo van a dejar en evidencia. Le tiene
miedo a una dama que lo puso en su lugar, sin que pudiera reaccionar
más allá de una balbuceante y gastada referencia a la poderosa águila
y la insignificante mosca, sin imaginar el poder que puede tener una
mosca. El problema no es su miedo, sino lo que hace con ese miedo.

Sus secuaces tienen miedo. Se les nota. Ellos saben que cuando él
caiga, ellos también, irremediablemente, caerán. Tienen miedo cuando
amenazan; esa es su defensa. Cada vez que se ríen de sus ocurrencias,
no pueden evitar el rictus que los delata. Ellos saben que aquellos a
quienes hoy humillan están en la bajadita, esperándolos, y eso los
aterra. Tienen miedo de perder sus privilegios, ganados a punta de
adulancia servil y de corrupción. El problema no es su miedo, sino lo
que hacen con ese miedo.

Es evidente lo que hacen con ese miedo. Tratan de infundir miedo al
enemigo; es decir, a los que no pensamos igual. Al final, especulan
ellos, vencerá quien tenga menos miedo, y como no pueden controlar el
suyo, hacen todo lo posible por aumentar el ajeno. Por eso es que
algunos generales amenazan con sólo reconocer a quien los protege, por
ahora. Por eso, ido Tascón, crean sus propias listas de personas
humildes esperanzadas en obtener algo de la piñata, con la amenaza
cierta de que no sólo basta con estar en la lista sino jurar lealtad
para permanecer en ella. Lo que no saben muchos es que lo único
importante para el régimen es la lista, para así convertir las
esperanzas en grilletes.

Una de las tareas más importantes de quienes aspiran sacar por la vía
democrática a alguien que no es demócrata, consiste en ayudar a que la
persona común, los de a pie, venzan el miedo. Para ello, tienen que
vencer sus propios miedos. No es posible que algunos no se atrevan a
tocar, ni con el pétalo de una rosa, a quien los ha golpeado sin
misericordia. El daño que se ha hecho no debe callarse. La mentira y
la trampa no deben esconderse. No debemos permitir que la barbaridad
de las elecciones parlamentarias se repita. En aquella oportunidad,
cambiaron intencionalmente las circunscripciones electorales para
sacar más diputados con menos votos, y lo lograron porque nadie se los
impidió. Hoy nos están obligando a identificarnos con nuestra huella
justo antes de votar, siendo esta la manera más eficaz de infundir
miedo, y nadie se los está impidiendo.

Yo tengo miedo. Tengo miedo de que el miedo venza a muchos
compatriotas que quieren un cambio y no se atreven porque pueden
perder algo, sin darse cuenta de que van a perder el futuro. Tengo
miedo de que seamos más y ellos logren más votos, logrando así
perpetuar a un hombre en el poder, en contra del deseo expreso del
Padre de la Patria, el verdadero. Tengo miedo de que el proyecto
castrista se imponga en nuestro país en contra de la voluntad de una
mayoría paralizada por el miedo. Tengo miedo de que nadie lo impida
porque tiene miedo.

Decía Herman Hesse: “Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien
le hemos concedido poder sobre nosotros.” La única forma de que sigan
expropiando, robando, al país es que les concedamos ese poder.


TU VOTO EL 12 DE FEBRERO Y EL 7 DE OCTUBRE SERA DEFINITIVO

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