19/2/12

"El insulto es el recurso de un boxeador agotado, grandote y pesado"

"Hay 18 años de diferencia entre los dos. Una generación. Le llegó el momento de dar el paso", estima. "Este no es un gobierno socialista y en él hay conductas absolutamente fascistas", considera el abanderado recién electo en un proceso de primarias.

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Estima que oposición puede sumar 10 millones de votos (V.Correale)
ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
domingo 19 de febrero de 2012 12:00 AM

Henrique Capriles sonríe y le resta importancia a la pregunta obligada sobre los insultos. Prefiere hablar de otra cosa: "Lo mejor de todo esto es que él cree que va a ganar y entonces viene el tsunami y se lo lleva por delante. ¿Que qué le deseo? Larga vida porque quiero que vea, con sus ojos, los cambios que vendrán, desde el estancamiento y el atraso de hoy a la Venezuela del progreso".

-¿Te imaginas a Chávez poniéndote la banda tricolor?

-Eso me tiene sin cuidado. Mi sueño no es ese, sino que el pueblo me dé su confianza con el voto. Y si no lo hago bien, usted sabe qué hacer: me despide. Eso no lo ha entendido Chávez porque ha querido ponerse por encima de la gente.

-El calibre y tono de los insultos con que te ataca da la medida de la seriedad con que te toma en cuenta. Has desatado los demonios, te convertiste en un peligro y lo que puede ser un hecho positivo, te coloca en el centro de su mira. Eres un blanco.

-Para nada sorprenden los insultos. Es el camino escogido por el Jefe de Estado: la descalificación, la división. Ese no es mi camino. No me siento aludido, ni incómodo. Pero no pierdo energías en eso cuando hay cosas más importantes a la cuales dedicarse. Las primarias fueron una victoria de los venezolanos. Yo lideré el proceso y ganamos, pero generalmente ese tipo de resultados se multiplica por tres. Quienes podemos llegar a diez millones somos nosotros, no el gobierno.

-Parece muy fácil decirlo, otra cosa es la realidad.

-La víspera de las elecciones yo seguía convenciendo a la gente de que perdiera el miedo y votara. A algunos no logré persuadirlos. Me dijeron que lo harían el 7 de octubre porque "no queremos quedar anotados en una lista". Otros votaron y me pidieron que si los despedían los reenganchara. Pero este punto de partida implica una fuerza extraordinaria de cara al 7 de octubre. Ahora, tú ves al Jefe de Estado dedicado a la política y con el mismo disco rayado, en vez de ocuparse de los problemas del país.

-Sí, pero en medio de la repetición de un discurso que le ha sido útil...

-Le ha sido, en pasado...

-...en campañas electorales previas, hay elementos novedosos. Dice, por ejemplo, que lo quieres imitar en los programas sociales.

-Con nuestra gestión en Miranda le ganamos al gobierno en todas las áreas. Educación, salud, vivienda, empleo, seguridad. En Miranda hay violencia, pero mientras en el resto del país crece, en nuestro estado se mantiene líneal. No estamos satisfechos porque la idea es bajar la línea, pero lo logramos, en pequeña proporción, durante el 2009-2010. Ahora, si hay algún gobierno progresista y con profunda vocación social, ese es el de Miranda. Ahí se manifestó la lucha entre el futuro y un presente cada vez más parecido al pasado. Cuando planteé un corte en la manera de hacer política, no me refería sólo al pasado, sino al ahora. El gobierno arrancó con muchas expectativas (80% de aprobación). Hoy tiene 48%.

-La aprobación responde a logros de carácter social.

-Importantes en el 2003. Hace nueve años. En el camino tomó otro rumbo y hoy el único empleo que al Jefe de Estado le preocupa es perder es el suyo. Por eso si no te inscribes en el partido, quedas por fuera. En la campaña para las primarias dejé claro que no era un candidato de partido, ni de una alianza partidista, sino de un proyecto que iba mucho más allá, al encuentro con todo el país.

-¿Dónde quedan los partidos?

-Te lo advertí una vez: no soy candidato de Primero Justicia. Creo en los partidos porque son necesarios para la democracia, pero los trasciendo. No estoy amarrado a ninguno. El 12 lo dije: "mi partido se llama Venezuela". Y no es un discurso, sino una convicción. Aquí la lucha es entre futuro y pasado.

-Chávez la plantea en otros términos. Te acusa de estar atado a la burguesía, a los ricos, de luchar por devolverle los privilegios a quienes explotaban al pueblo.

-En la vida sólo tengo dos amos: Dios y el pueblo y estoy aquí porque el pueblo me dejó llegar. Quien no se vende no vende a los demás. No hago de mi vida personal, como Chávez, una historia que, pretende, sea la historia del país. Sí me interesa escuchar la historia de cada venezolano. La mía se la cuento a quien me pregunte. Pero la suerte del país no está atada a mi suerte. Vengo de una familia de trabajo. Lo único que hacía mi papá era trabajar para que yo estudiara, tuviera vivienda y alimentos. En mi familia nadie estuvo en política. El único político soy yo. Mi abuelo es de Coro, mi abuela de Betijoque. Los otros abuelos, polacos, llegaron al país sin nada, protagonistas de una historia increíble. De pequeño aprendí a esforzarme para conseguir las cosas. Trabajo desde los 11 años y no hago alharaca de eso. No es mi historia, sino la de los venezolanos.

-¿Por qué un niño de la clase media alta nace con esa preocupación social? ¿Ese sentimiento, no habiendo tú sufrido las consecuencias de la pobreza, de dónde proviene? ¿Es auténtico u obedece a una estrategia calculada?

-La solidaridad la tienes, aquí adentro, o no la tienes. Yo la tengo. Soy un servidor público. Es una vocación de vida. Se nace con eso. Algunos no la desarrollan. Es como los misioneros, como los médicos. Unos hacen dinero, pero hay otros cuyo objetivo no es material. No soy una persona apegada a las cosas materiales. Me tienen sin cuidado. La retribución es espiritual y soy una persona espiritual, creyente. Sí creo que la fe mueve montañas y es importante tener eso adentro.

-¿Si tu familia es de origen judío, porque eres católico?

-Porque mi padre y mi madre se casaron por la Iglesia. Mi padre es católico y mi abuela trujillana, Laura, se lo inculcó. El compromiso era educarnos a los hijos en ese credo hasta que tuviéramos madurez para decidir. Y la fe la he ido desarrollando con los años. Siempre he sido católico, pero mi pasantía por la cárcel me acercó mucho más a Dios.

-¿Cómo se manifestó ese acercamiento a Dios en tu vida? ¿Ibas más a misa, eras más piadoso?

-No. Eso te hace más humano, más solidario. En Miranda tenemos un lema: hacer el bien y no mirar a quien .Este gobierno hace mucho daño porque cuando utilizas a alguien con un fin, lo estás manipulando.

-¿Dices que Chávez manipula a sus seguidores?

-Para beneficiar un proyecto personal, distinto al mío, que es un proyecto colectivo. Y allí hay una gran diferencia.

-A pesar de que te acusan de parecerte a Chávez, incluso el mismo Chavez.

-Somos dos seres humanos completamente distintos. Podemos coincidir en lo social. Pero lo mío no se queda en el discurso, sino que se manifiesta en obras. Este es el gobierno de la promesa. Mi gestión ha sido de resultados. De cambiarle la vida a la gente. Yo convierto los sueños en algo tangible.

-Tú estrategia implica no responderle a los insultos. Pero el presidente te ha dicho hasta "cochino"....

-Ja...ja....ja ... yo me baño.

-Pero dijo algo cierto. En algún momento tendrás que enfrentarlo y sería posible hasta un debate.

-Es que vamos a contrastar. El gobierno plantea un camino que es el socialismo. Yo planteo el progreso.

-Chávez dice que hablas de "progreso" porque le temes al término "socialismo".

-Este gobierno no es socialista. Utiliza el término "socialismo" para transmitir una imagen de identificación con los pobres, pero hay en él conductas absolutamente fascistas. Puede ser de izquierda, pero de izquierda retrógrada, de atraso, de confiscaciones, de un Estado todopoderoso. Yo planteo un camino de progreso en el cual el Estado es un orientador, un promotor donde la iniciativa privada tiene su espacio y está llamada a contribuir al progreso. Un país moderno, con generación de empleo. En los meses por venir los contrastes van a quedar clarísimos. Habrá confrontación de ideas, visiones. Ellos miran hacia el pasado, nosotros hacia el futuro.

-¿Cómo se manifiestan esas diferencias?

-Esta es una carrera donde hay un corredor cansado y uno con energía. El cansado está tratando de ver cómo llega a la meta. Así sea poniendo una zancadilla, lanzando cualquier cosa para que uno se caiga. Este es un corredor vigoroso, que recorre el país de punta a punta, para presentar una propuesta que saque al país del estancamiento. Hay 18 años de diferencia entre los dos. Toda una generación. Así que le llegó el momento de dar el paso. Los insultos y descalificaciones son el recurso típico del boxeador agotado, grandote, peso pesado, que está viendo a ver de donde saca un golpe, como sea, para tumbar a un contrario más delgado, ágil y enérgico. Es David contra Goliat.

-¿Alí (Cassius Clay) contra George Foreman?

-Si quieres ponlo así. Pero, ¿quién ganó? No le tengo ningún temor a mi competidor. Ninguno. No me intimidan las amenazas. Sí me quita el sueño la integración y el encuentro de los venezolanos. No quiero encontrarme con esposos que no se hablan o hijos separados de su familia por la política. Todo por un discurso agresivo, causa de una violencia que no han podido reducir.

-Según Chávez él es garantía de paz y tú la causa de un " incendio nacional".

-¿Cómo puede decir un gobierno que es garantía de paz cuando el año pasado hubo cinco mil protestas que ahora intentan tapar los medios oficialistas? Entonces, no hay estabilidad y eso sólo lo puede lograr un gobierno de progreso.

-Según el escritor mexicano Jorge Volpi América Latina es el territorio de la "democracia imaginaria" porque nunca se hace realidad. ¿Cómo piensas torcer ese fatalismo?

-Los venezolanos sentirán un cambio a corto plazo como lo sintieron los mirandinos. Al principio el gobierno central generó todos los obstáculos. Nos quitaron hospitales, ambulatorios, carreteras. Pero los fuimos superando porque cuando un pueblo se decide a cambiar no hay obstáculo que lo detenga y el país está listo para el cambio. Como gobernador he demostrado que se puede gobernar para todos los colores y eso garantiza la estabilidad. Todo el mundo está a la espera del 7 de octubre y hay una suerte de estabilidad porque vienen las elecciones. La apuesta es avanzar en democracia. Chávez debe haber celebrado el 4F con el dolor de su alma porque no llegó al poder por el golpe. Celebró un fracaso, al final llegó por votos y se va por votos.

-Tú puedes ganar, ¿pero Chávez entrega?

-Que nadie tenga la menor duda de que quien pierde las elecciones entrega.

-El jueves lo prometió.

-Eso no depende de él. Deseos no empreñan. El gobierno de hoy se parece a la oposición de hace diez años. Es errático. Hoy nuestra agenda no depende del Jefe de Estado. Tenemos nuestras propias propuestas, tenemos experiencia y estamos haciendo las cosas bien.

-Más allá de los precandidatos, ¿cómo ha sido la reacción de la dirigencia de oposición que no te apoyó?

-Ha sido un proceso natural, nada forzado. Estuve reunido con Ramón Guillermo (Aveledo) para la articulación del comando de campaña. Hemos hablado con los partidos tradicionales. Viajé al Zulia para la reanimación de la candidatura de Pablo (Pérez).

-Ese apoyo natural, ¿no obedece a la magnitud del triunfo?

-Sí. Hay un liderazgo y una realidad política distinta. Tengo un mandato y no le voy a fallar a la gente.

-Es obvio que te has preparado a lo largo del tiempo para lograr un objetivo. Pero a veces, cuando logras avanzar hasta donde has llegado y se presenta el momento decisivo del remate, sobre todo en un país como éste, ¿no sientes un temblorcito?

-No, porque nos metimos en esto no sólo para ganar sino para gobernar. Estamos preparados desde todo punto de vista. El mandato que me dieron las primarias me dio la fuerza para lo que viene ahora. En los últimos quince días me dediqué, sobre todo, a promover la participación porque sabía de su importancia.

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