5/2/12

El silencio de los viejos petroleros


Durante los últimos catorce años la pandilla comandada por Hugo Chávez Frías ha intentado redefinir quienes son los héroes y quienes son los villanos en nuestro país. Esto ha sido especialmente cierto en lo referente al sector petrolero, donde estuve activo por 28 años. Después de mi salida de una industria que fu parte importante de mi vida me he mantenido siempre atento a sus vaivenes y creo estar al día en lo que le concierne.

Por ello estoy convencido que ese intento perverso de Chávez de re-escribir nuestra historia petrolera debe ser rechazada frontalmente, so pena de que nuestro silencio le pueda conceder la credibilidad que no tiene.

Y cuando hablo de petroleros me refiero no tanto a quienes sufrieron el trauma de ser despedidos por televisión en 2003 por el déspota, pito en boca. Me refiero, con más enfasis, a quienes estuvimos en la industria petrolera durante una buena parte del siglo pasado y aún podemos hablar. Los petroleros despedidos por Chávez en el siglo XXI viven su saga de manera digna y admirable. Nosotros, una generación anterior, quienes actuamos en la industria petrolera concesionaria y en la estatificada, también tenemos una historia que contar. Y no es la que el tiranuelo quiere presentarle al país.

Según la historia que la izquierda extrema comenzó a cocinar a mediados del siglo XX, lamentablemente repetida por algunos políticos de la democracia, los técnicos y gerentes petroleros quienes trabajaban en las empresas concesionarias y luego heredaron la gerencia de la industria petrolera estatificada no eran gente de confiar. Esto lo decían los comunistas tipo Radamés Larrazabal y los profesores universitarios marxistas a lo Francisco Mieres y Ramón Losada Aldana pero también lo decían Siuberto Martínez, Hugo Pérez La Salvia, Alvaro Silva Calderón, Abdón Vivas Terán, Leonardo Montiel Ortega, Pompeyo Márquez, Jesús Bernardoni y muchos otros militantes de los partidos democráticos. De esta manera se creó toda una leyenda negra en torno a la gerencia profesional de la industria petrolera venezolana, en base a la cual dignos venezolanos como Ernesto Sugar, Guillermo Rodríguez Eraso, Alberto Quirós, Jack Tarbes, Carlos Castillo, Bernardo Diaz, Gustavo Aristeguieta y el numeroso grupo de venezolanos a niveles jerarquicamente inferiores, quienes lo dieron todo por la industria, eran simples correveidiles de las empresas petroleras extranjeras y anteponían los intereses de esas empresas a los intereses de la nación. Listar a todos los venezolanos quienes fueron víctimas de esa leyenda negra tomaría mucho espacio. Basta decir que el día que Carlos Andrés Pérez nos convocó a presentar nuestras ideas sobre la nacionalización del petróleo en Miraflores acudimos unos cuatrocientos. Y de allí salió el presidente Pérez con ideas muy diferentes a las que la izquierda con mal de rabia le había inyectado. De allí salió CAP decidido a hacer una estatificación lo más civilizada y ordenada posible, no la toma a sangre y fuego que le recomendaban los patrioteros.

Los técnicos y gerentes petroleros venezolanos mantuvieron a la industria funcionando, para el bien de la nación, durante las décadas de los 50 a los 90, perforando, produciendo, refinando, transportando y comercializando al petróleo, mientras Alí Rodríguez y otros pseudo guerrilleros estaban empeñados en dinamitar oleoductos. Los técnicos y gerentes petroleros trabajaron para el país 24x7, mientras quienes han sido alcaldes, ministros, presidentes de empresas del estado y hasta vicepresidentes en el régimen de Chávez asaltaban bancos, secuestraban a ciudadanos, mataban policías y, como en el trágico caso de Livia Governeur, hasta a su misma gente. Sus nombres están en las páginas rojas de la prensa venezolana de esos años y no es necesario repetirlos aquí.

La Venezuela petrolera de mentiras que Hugo Chávez ha creado, esa historieta grotesca que habla de una “soberanía petrolera” que hoy está en manos de los Chinos, que bautiza pozos con el nombre de terroristas, que tiene en la presidencia de PDVSA a un inepto y un corrupto, debe ser denunciada. Rompamos el silencio.

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