Chávez ha apoyado firmemente la reclamación argentina. Ahora bien, la Gran Bretaña nunca ha aceptado negociar con Argentina, en cambio Venezuela logró que, en relación al despojo británico del territorio venezolano del Esequibo, el Reino Unido y Guyana firmaran, en 1966
Hace 30 años la dictadura militar argentina trató de resolver sus crecientes problemas internos con la ocupación militar de las islas Malvinas (Falklands para los británicos), una aventura poco seria y mal planificada, basada en la ilusión que la Gran Bretaña de la Señora Thatcher reaccionaría sólo con una protesta en la ONU.
Posteriormente, los generales argentinos demostraron una vez más que la estupidez es infinita (Einstein dixit). En efecto, una vez que la Dama de Hierro decidió enviar una flota al Atlántico Sur para recuperar el archipiélago, hubo un entero mes en el cual la mediación del General Haig, Secretario de Estado norteamericano, presentó varias opciones de salida pacífica de la crisis, que obligaban a las partes a negociar, esto, por cierto, constituye la actual solicitud del gobierno argentino.
El general Galtieri y su Alto Mando, enfrascados en una ridícula competencia patriotera, no lograron ponerse de acuerdo y dejaron que jóvenes conscriptos, mal armados y sin experiencia militar, enfrentaran a los feroces profesionales Gurkas nepaleses de Su Majestad Británica, con el resultado conocido de una humillante derrota y la muerte de más de 600 argentinos y casi 300 británicos.
Las islas Malvinas son un residuo de lo que fue el Imperio Británico, el imperio más extenso de la historia de la humanidad. España fue la primera en ocupar temporalmente las islas, Francia también tuvo una efímera presencia y desde la primera mitad del Siglo XIX, los británicos han ocupado las Malvinas. Sus 3000 habitantes actuales, llamados Kelpers son y quieren seguir siendo británicos. Por tanto el problema es muy complejo porque se enfrentan dos derechos, el derecho histórico de la soberanía sobre un territorio ubicado claramente frente a las costas argentinas y el derecho de autodeterminación de sus pobladores.
Tomando en cuenta el reducido número de los Kelpers, una inteligente estrategia argentina podría haber sido cultivar las relaciones con ellos y ofrecerles no sólo la mayor autonomía posible, sino los más elevados privilegios y subsidios económicos y comerciales. Desgraciadamente, la utilización de la fuerza en 1982 ha aumentado la desconfianza de los Kelpers hacia Argentina y hace muy difícil, sino imposible, esa estrategia.
Chávez ha apoyado firmemente la reclamación argentina. Ahora bien, la Gran Bretaña nunca ha aceptado negociar con Argentina, en cambio Venezuela logró que, en relación al despojo británico del territorio venezolano del Esequibo, el Reino Unido y Guyana firmaran, en 1966, el Acuerdo de Ginebra, en el cual se afirma que la controversia debe ser resuelta amistosamente y de forma aceptable para ambas partes y que hay que buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia.
En el caso del Esequibo además, la factible solución práctica de la controversia pasa por una recuperación parcial de un territorio básicamente despoblado y su relativa proyección marítima. Guyana en septiembre presentó su solicitud de ampliar la plataforma continental, incluyendo la correspondiente a la zona reclamada por Venezuela y más aún afectando nuestros derechos en la fachada atlántica del Delta del Orinoco.
En abril la Comisión de Límites de Plataforma continental de la ONU debe decidir al respecto y Venezuela todavía no ha enviado las necesarias notas diplomáticas a la ONU y a Guyana reafirmando nuestros derechos. No hay que olvidar que en el Derecho Internacional, el silencio otorga. La actitud de Chávez en relación al Esequibo demuestra su falso nacionalismo y una ceguera ideológica descomunal, que le impide percibir y defender los intereses permanentes del Estado venezolano.
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