El mundo entero se ha escandalizado ante las imágenes dantescas filtradas a través de las redes sociales, mostrando a unos niños menores de 7 años, blandiendo con destreza, propia de personas debidamente entrenadas militarmente, rifles de asalto tipo Kalashnikov. .
Ante la contundencia de las fotos como evidencias del terrible delito cometido contra esos niños, el gobierno ha tenido que reconocer la autenticidad de las mismas y declarar, lo que es políticamente correcto: Las investigaciones se llevarán hasta sus últimas consecuencias y los culpables recibirán todo el peso de la ley.
Quienes conocemos como funciona la mafia chavista en el poder, sabemos que la investigación será pronto lanzada al olvido. Algún otro escándalo surgirá de los laboratorios de guerra sucia del gobierno o de la famosa sala situacional de Miraflores, encargada de tapar o enterrar las heces como los gatos.
En el mundo de la impunidad en la cual vivimos todo es posible. Los criminales de la Piedrita violan las leyes, cada vez que se les antoja, pero gozan de toda impunidad. La ley que protege a los niños y a los adolescentes es clara al señalar que:“Quien venda, suministre o entregue a un niño o adolescente armas, municiones o explosivos, será penado con prisión de uno a cinco años”. Las evidencias y los testigos están allí, pero nunca la voluntad para aplicar la ley, porque al fin y al cabo el gobierno y el colectivo La piedrita son compinches en muchos negocios criminales.
Dios los cría y ellos se juntan.
Valentín Santana cabeza del llamado Colectivo la Piedrita, posee un amplio prontuario criminal. El y su organización han estado incursos en delitos de asesinatos y secuestros. Voceros de la Piedrita dicen reivindicar la lucha armada para defender hasta la muerte la llamado revolución Bolivariana. Chávez ha solicitado a través de la televisión que Santana sea detenido por proferir amenazas de muerte contra policías y opositores, pero todo ha quedado allí, en un show mediático típico de los que a diario escenifica el bufón de Miraflores.
El Colectivo la Piedrita según han señalado organismo de seguridad internacional, está vinculado a grupos terroristas como ETA y las FARC, estando directamente incursos, en delitos de tráfico internacional de drogas y del micro-tráfico, en las barriadas caraqueñas para financiar sus actividades delictivas y vivir la dulce vita.
Robert Serra otro de los elementos vinculados al Colectivo La Piedrita, ha sido relacionado con hechos violentos en la Universidad Central de Venezuela y Universidad Católica Andrés Bello, como acciones armadas para amedrentar a la comunidad universitaria. Sus actividades generalmente las realiza usando capuchas para no ser identificado, no obstante sus andanzas criminales son muy bien conocidas en el medio universitario.
Orlando Rodríguez quien aparece fotografiado en el acto de la Piedrita en el 23 de Enero es un general activo de la guardia nacional tristemente célebre por pertenecer a la nómina del narcotraficante internacional Walid Makled. Según Makled el General Rodríguez recibía Bs. 200 millones mensuales, supuestamente por custodiar los trasiegos de cocaína que salían por Puerto Cabello vía Europa o los Estados Unidos.
La Piedrita no es un club de chicos malos dedicados a pintar murales de la Virgen María y el Niño Jesús portando Kalashnikov. Ellos son un grupo delictivo, cuyos miembros deberán en su momento ser desmovilizados, arrestados y enjuiciados por sus innumerables crímenes.
Este hecho tan lamentable de los niños del 23 de Enero, que envuelve al jefe de la Piedrita Valentín Santana, al Diputado Robert Serra y al General de División Orlando Rodríguez, nos muestra cuán profundamente han penetrado las redes criminales en nuestra sociedad y como se entrelazan distintos sectores institucionales del país para traficar drogas y delinquir.
Ahora sabemos qué está detrás de la Piedrita.
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