Los venezolanos se enfrentan a un año tumultuoso que podría poner fin a 13 años bajo el populismo autoritario del caudillo, y ahora enfermo de cáncer, Hugo Chávez. La oposición está a la espera de un arreglo de cuentas en las elecciones presidenciales previstas para el 7 de octubre. Sin embargo, la verdadera lucha por el poder ya ha comenzado y un cuadro corrupto chavista se ha apoderado de la ventaja y tratará de mantenerse en el poder a toda costa.
Desesperado por aplastar a sus oponentes en las elecciones de este otoño, Chávez se ha estado engañando a sí mismo y al pueblo venezolano acerca del cáncer terminal que le fue descubierto en junio pasado en la próstata, sistema linfático, el colon y los huesos. Fuentes cercanas a su equipo médico me comentan que la negativa de Chávez a someterse a un tratamiento intensivo y optar por remedios homeopáticos, junto con su abuso de cocaína y esteroides para mejorar su resistencia, ha obstaculizado los esfuerzos por salvar su vida. Después de que se desplomó dos veces en cinco días el mes pasado, se vio obligado a admitir la necesidad de una cirugía adicional. Los médicos de Chávez esperan frenar el cáncer agresivo mediante la extracción de un tumor canceroso de 5 centímetros del colon antes de iniciar un posible tratamiento con quimioterapia. Mientras tanto, todavía no han podido tratar adecuadamente el cáncer en los huesos de Chávez.
La ironía es que la obsesión de Chávez en mostrar una apariencia física saludable ha cobrado un precio terrible, y continuar con la agenda de una campaña en los próximos meses será una misión suicida. Algunos en el círculo íntimo de Chávez pueden tener la esperanza de que pueda permanecer en la boleta electoral hasta octubre, y de hecho tienen muchas razones para creer que se puede maquinar una victoria. Sin embargo, si Chávez muere en los próximos meses o si el resultado electoral está en duda, van a encontrar otra manera de aferrarse al poder.
Se podría argumentar que un narco-golpe de Estado ya está en marcha. El ascenso del famoso narco-general Henry Rangel Silva, a quien el Departamento del Tesoro de EE.UU. designó como un capo de la droga en 2008, a ministro de Defensa le da peso político y el mando de las tropas. El nombramiento del confidente de Chávez, Diosdado Cabello, como el hombre a la cabeza del partido en el poder, así como la Asamblea Nacional, es una maniobra al estilo soviético para consolidar el poder. La colocación de estos hombres perversos y despiadados en los puestos clave está destinada a tranquilizar a los narco-militares que nunca renunciaran al poder.
Sin embargo, es muy probable que se de una lucha de poder dentro del chavismo. El actual vicepresidente Elías Jaua, se ha acostumbrado a ostentar el poder y piensa que él es el más adecuado para gestionar los problemas de los venezolanos. Jaua fue entrenado en Cuba y cuenta con el respaldo del régimen de Castro, el cual ideó el derrocamiento de Cabello años atrás por temor a que este podría cortar la ayuda y petróleo que se otorga a ese país. Hoy en día, con miles de espías, burócratas y pistoleros cubanos en Venezuela, La Habana va a ejercer su influencia. El amigo de Chávez, Nicolás Maduro, y el hermano de Chávez, Adán, estaban siendo entrenados para tomar el poder antes de ser hechos a un lado por Cabello y Rangel Silva. José Vicente Rangel, un personaje maquiavélico que se apresuró a regresar al centro del poder sólo después de que descubrió que Chávez está muriendo, está desesperado por lograr un acuerdo entre el chavismo y la oposición para colocarse en una posición de poder. Todos estos protagonistas están planeando sus próximos movimientos con los líderes militares que están incómodos por ser parias de un narco-estado.
Esta lucha por el poder que está sucediendo mientras la oposición espera su momento. Estos demócratas están justificadamente orgullosos de haber convocado a tres millones de votantes en la elección primaria del mes pasado. El joven gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, ganó una victoria decisiva, y sus rivales han cerrado filas en torno a él. Esta oposición unida y energética ya pudo medir su éxito en las elecciones de la Asamblea Nacional en septiembre de 2010. Debido a que Chávez se tambalea, que la economía se está derrumbando y que la delincuencia se está disparando, creen que sus posibilidades de ganar una contienda electoral justa son mejores que nunca. Capriles puede sorprender a los observadores por encontrar una manera de apelar a los ciudadanos más pobres que son un 70-80 por ciento del electorado y que pueden quedar huérfanos por la muerte de Chávez. Puede que eso no importe mucho si no está preparado para lidiar con personajes que están dispuestos a sabotear las elecciones.
Aunque los Estados Unidos y los vecinos regionales de Venezuela parecen distantes observadores de esta lucha dramática; Cuba, Irán, China y Rusia son los protagonistas que defienden sus intereses. Pekín y Moscú, por ejemplo, están pensando en la posibilidad de inyectar miles de millones a Venezuela para ayudar a la campaña de Chávez. Irán y una serie de grupos terroristas y los narcotraficantes están decididos a conservar su refugio.
La muerte de Chávez dejará a las fuerzas más siniestras en la arena política de Venezuela y muy cerca de nuestras costas. Si trabajamos con nuestros aliados en el continente americano, podemos ser capaces de aplicar una presión discreta pero decisiva para manejar la crisis en Venezuela.
Roger F. Noriega fue embajador ante la Organización de Estados Americanos de 2001-03 y subsecretario de Estado de 2003-05. Él es un investigador visitante en el American Enterprise Institute y director ejecutivo de Vision Americas LLC, que representa a clientes de EE.UU. y extranjeros.
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