La enfermedad y el miedo están conduciendo a Chávez a tomar acciones desesperadas cada vez de mayor protección y blindaje. Es de gran notoriedad la designación del general Rangel Silva en la principal barrera “revolucionaria”, que le garantizaría, a su entender, el triunfo electoral el 7 de octubre. Poner en manos de este general el control administrativo y operacional de la FAN, no es de desdeñar. Se ve a las claras, la desconfianza en otros generales muy cercanos a su entorno, que no tienen la carga del lastre que adornan a Rangel Silva. Si pudiéramos hacer comparaciones, pudiéramos decir, que Rangel es a Chávez, lo que éste es a su derrota. Es evidente que en él se cruzan la maldad con la envidia y la tristeza del fracaso, pues se ve amalgamado y añejado como el Fidel de sus sueños. La dupla Chávez-Rangel Silva denota la rudeza del resignado que no quiere perder el poder, pero que se encuentra sumergido en un laberinto que lo atosiga cargado del miedo por el futuro que les espera a ambos.
Pareciera del designio la coincidencia de ser dos Rangeles quienes se involucran en la carga de los comandos operacionales. Primero fue José Vicente, a quien se le quitó el manto de la conducción de las operaciones de la FAN, al ser designado ministro de la Defensa, ya que siendo civil, no podía ejercer mando militar, solo confiado constitucionalmente al presidente de la República. Para entonces, el primer general en jefe de la camada chavista, Lucas Rincón, asumió el rol, que desde entonces se mantuvo separado, aún con ministros militares, lo que sirvió a Chávez para evitar un golpe militar, manteniendo fragmentado el mando, que reforzó al crear otro mando supremo, el de las Milicias. Hoy, cuando ve muy cerca su final revolucionario, acude al único personaje desahuciado y perseguido por la justicia internacional, quien solo lo tiene a él para su defensa y cuido.
No hay dudas, sabe Rangel que tiene dos destinos futuros, el infierno o la cárcel, que solo puede evitar si logra que su jefe se mantenga en el poder, sin importarle, como a todo desahuciado, cuan tortuoso sea el camino para evitar su desgracia.
Muchos se empeñan en cuestionar la designación de Rangel para la bivalencia de mando, creyendo que la intención es sórdida, sin percatarse del fin que estos persiguen. Uno lucha por mantenerse en el poder para satisfacer su egolatría, y el otro luchará para que éste lo logre, como tabla de salvación, pero pareciera que la suerte está echada y ninguno de los dos se salvará de la tunda. Y si el Poder Judicial venezolano no actúa conforme a la Ley, no habrá más remedio que acudir a La Haya, y con el Imperio preparar el “Plan Venezuela”, emulando a Colombia
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