1/4/12

¿Amo y señor de Venezuela......?


Hugo Chávez regresó este miércoles de La Habana, su centro de repotenciación de salud y totalitarismo, cortando rabo y orejas.

Amenazando a tirios y troyanos. Por un lado, advirtiendo que expropiará a bancos y empresas que apoyen lo que llama “violencia” de la oposición. Por otro, conminando a sus huestes a tomar cuanto terreno urbano encuentren, porque allí es “facilito” construir viviendas.

Por si esto no rayase ya en el colmo de las ilegalidades, Chávez también trajo de La Habana otro exabrupto legislativo que rebasa la capacidad de asombro de cualquier ser
medianamente razonable.

Se trata de un nuevo Decreto-Ley refrendado con sus poderes habilitantes, donde se autoriza a sí mismo para endeudar a la República más allá de los límites establecidos por la Ley de Endeudamiento Nacional, siempre que se trate de circunstancias “no previstas o difíciles de prever”.

Este nuevo garabato de legislación “socialista” es la modificación de la Ley Orgánica de Administración Financiera del Sector Público, ya publicada en la Gaceta Oficial de este miércoles 28 de marzo. Entre otros barbarismos, la reforma llega al extremo de la irracionalidad de imputar el monto de los compromisos adicionales adquiridos en el ejercicio corriente al endeudamiento del ejercicio fiscal del año siguiente. Todo ello sin requerir la aprobación de la Asamblea Nacional ni la opinión del Banco Central de Venezuela, quienes sólo serán informados sobre estas operaciones de deuda dentro de los 15 días hábiles posteriores a su realización.

Espanta a los analistas, que se le den estos poderes infinitos de endeudamiento discrecional a un Gobierno que ha hipotecado el futuro de la República hasta lo inimaginable. Sólo por citar la deuda contraída ilegalmente con los fondos chino-venezolano, con la contraprestación de entrega de petróleo a futuro. Este monto asciende a más de $32 mil millones, sin contar los compromisos adquiridos a través de la Ley de Endeudamiento y otras deudas con países aliados al proceso. Lo peor, es que todo este dineral ha caído en saco roto, pues el ciudadano no le ve el queso a la tostada.

Para algunos entendidos, esta reforma de Ley no sólo se debe a la necesidad de recursos para alimentar el ingente gasto público electoral, sino indica el nivel de ruina en que se encuentran las arcas públicas. Para otros, demuestra además la decisión de Chávez de estrangular aún más de lo que ya estaría al próximo Gobierno. El Presidente electo el 7 de octubre encontrará a una PDVSA con su capacidad de producción mermada, y un Estado con sus capacidades de endeudamiento severamente disminuidas.
Es decir, sin importarle lo que ello signifique para los venezolanos, Chávez parece estar decidido a que después de él, el diluvio.

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