Qué diferencia! Cuando a principios de la década de los 90 se hacía evidente que sería necesario inyectar capitales a la industria petrolera para estimular la producción de los hidrocarburos, Pdvsa -a través de su filial Lagoven- comenzó por dirigirse a la Corte Suprema de Justicia para consultar los mecanismos capaces de lograr tal objetivo, sin violar la Constitución ni las leyes. En Ponencia del Magistrado Román Duque Corredor, la Corte responde la consulta el 23 de abril de 1991, estableciendo los requisitos indispensables exigidos por la Constitución.
A través de la Apertura, y mediante licitaciones públicas, se firmaron contratos con empresas privadas para desarrollar contratos específicos, bajo cada una de las modalidades previstas. En todos los casos, la Nación conservaba tanto el control de todos y cada uno de los negocios como la propiedad de los hidrocarburos en el subsuelo.
Por cierto, un grupo de venezolanos encabezados por Luis Vallenilla, pidió la nulidad de los contratos suscritos en la Apertura. Algunos años después, ya durante el gobierno del presidente Chávez, la Corte Suprema de Justicia -en ponencia de la Dra. Cecilia Sosa- ratificó la legalidad de los mismos.
Conjuntamente con la Apertura Petrolera se creó Sofip (Sociedad de Fomento de Inversiones Petroleras), que fue un hito sin precedentes, para promover la democratización del capital en el sector de los hidrocarburos. El objetivo era abrir a los venezolanos la oportunidad de participar directamente en los proyectos de su principal industria. Se quería que en los contratos que se estaban suscribiendo, los venezolanos pudiesen participar a través de Sofip.
Para 1997, se completó la colocación exitosa en el mercados financieros venezolano de bonos petroleros en los cuales más de 35 mil venezolanos pudieron adquirir estos instrumentos de renta fija emitidos por Sofip. Con ello se completó el capital inicial para proceder a otra emisión de títulos de renta variable para evaluar y negociar opciones de inversión en el área de exploración y producción de hidrocarburos, a cuyos efectos se creó también otra sociedad llamada Exploración y Producción Inversiones Colectivas (EPIC, S.A.C.A.) siempre con el objetivo de privilegiar a los venezolanos y a los Fondos de Pensiones y Jubilaciones.
Como vemos, no es distinto a lo que la “nueva” Pdvsa intenta hacer. La diferencia es que ahora esta Pdvsa está entregando “a dedo” contratos en la Faja, como es el caso de la empresa China International Trust Investments (Citic).
Dado el alto nivel de endeudamiento de Pdvsa, ella misma no podría colocar esos bonos en la Bolsa sin tener que pagar un rendimiento altísimo. Además, Pdvsa también quedó incapacitada para colocar valores en el mercado de EEUU, ya que hace años tomó la decisión irracional de retirarse del Seccurities and Exchange Commission (SEC). Al hacerlo, evadió las exigentes auditorías y controles que se requieren en ese mercado, con lo cual, desde ese momento, se perdió buena parte de la transparencia que antes caracterizaba a Pdvsa. Hoy en día, ni siquiera está claro cuál es nuestro nivel de producción, ya que según el gobierno es de 3 millones de barriles diarios, en tanto que según la OPEP es de apenas 2,3 millones.
Lo primero que salta a la vista es que a través de Citic, serán los inversionistas de la Bolsa de Hong Kong quienes tendrán el privilegio de participar junto con las empresas chinas, en las actividades de nuestra industria petrolera.
En la Pdvsa de antes, a través de Sofip, se le quería dar ese mismo privilegio a los venezolanos. Me saltan a la mente estas pregunta: ¿Por qué los chinos en lugar de los venezolanos? ¿Por qué la actual administración ve con tanto desprecio a nuestros compatriotas?
Y aunque es distinto, en la llamada Apertura Petrolera, las riquezas petrolíferas del subsuelo siempre pertenecían a la nación. En la “nueva” Pdvsa los chinos y demás socios, son propietarios de esas reservas las cuales pueden ser colocadas como “activos” en sus respectivas contabilidades en la misma proporción que corresponde a sus participaciones.
A mí, que no me vengan a hablar de “soberanía”. Nadie la ha irrespetado tanto como esta gente.
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