No suelo escribir sobre los ingentes problemas socioeconómicos y laborales y de urbanismo y de servicios públicos y de inseguridad que sufre Guayana, porque tienen la misma causa que los que agobian toda Venezuela: Hugo Chávez y su proceso fidelista de destrucción del orden republicano para imponer, por la fuerza de las armas, del soborno y de la coacción, el socialismo real que arruinó China y la hizo saltar la talanquera como a Vietnam, disolvió la supuestamente poderosa Unión Soviética, mantiene en el oscurantismo medieval a Corea del Norte, cloaquizó Cuba y convierte en ruina todo lo que toca en Venezuela vía ineficiencia – con aguacates no salen batidos de fresa - corrupción – desde siempre el revolucionario se roba el peculio del vencido - y expropiaciones forzosas, que sin el debido proceso constitucional son un robo, como se lo dijera frente a frente María Corina Machado – como también lo es no pagar a los proveedores los compromisos adquiridos por el gobierno, que en el caso de las empresas básicas de Guayana han sido convertidas en maulas, no honran los términos contractuales estipulados en sus órdenes de compra, por lo cual muchos proveedores se han visto precisados a tirar a pérdida las deudas impagas por este bochorno inmoral y dejarles de ofertar sus productos o servicios, con lo que sus ventas disminuyen – recordemos que Guayana es un satélite de estas empresas - y por lo tanto también su capacidad empleadora, por ello el desempleo en Guayana es superior a la media nacional, que ya es bastante alta, a pesar de los numeritos caramelizados del INE - así como sufre la inflación más elevada y altos índices de pobreza – “59,9 % de la población de Ciudad Guayana sufre de pobreza general y el 17,8% de las familias de Puerto Ordaz percibe ingresos insuficientes para cubrir el costo de la canasta alimentaria”.
Parece que ser mala paga – robarse los recursos ajenos – es uno de los pilares de la ética inversa del socialismo. Y el propio Chávez blasona de ello cuando amenaza con obviar el pago oportuno constitucional – que significa pronto, sin demoras y en dinero, no en bonos del Estado - si a los sentenciados a sus expropiaciones autoritarias, se les ocurre protestar por sus derechos, que se les vulneran a su vez a los trabajadores de las empresas de Chávez en Guayana, a quienes se coacciona con la amenaza de declararlos contrarrevolucionarios – como si ser revolucionario fuera una vaina machete y no la actitud delictiva que es en estos tiempos – si protestan por sus reivindicaciones - y por los beneficios cuyo costo les es descontado de la nómina pero no se cancela a los prestadores del servicio correspondiente, así como no se deposita en los bancos lo concerniente a la caja de ahorro, por lo que nunca hay dinero para préstamos - pero los afectados por el saqueo a estas empresas que han puesto en peligro su estabilidad laboral por convertirlas en extensiones del partido de gobierno y en recipiendarias del clientelismo laboral más obsceno – Chávez ofrece menos horas laborables mientras los suizos rechazaron la propuesta de los izquierdistas de aumentar las vacaciones de 4 a 6 semanas - en el colmo de la ingenuidad que trasciende la comprensible actitud del pueblo esperanzado, insisten en aseverar que “Chávez no sabe” – cometen la infantilidad de enviarle patéticas cartas plañideras - a pesar de haberlo visto sobrevolando una de sus protestas en un helicóptero, y continúan eligiendo como jefes sindicales a sumisos comisarios del régimen, que obedecen perrunamente las directrices del patrono, y luego se asombran cuando estos los tildan de desestabilizadores por exigir el cumplimiento de sus reclamos.
Por eso estamos como estamos: Sencillamente porque un elevado porcentaje de guayaneses – y venezolanos en general, por supuesto - sufre los efectos de un encantamiento maligno que impide comparar conscientemente la realidad con el discurso oficial para determinar la verdad. Idiotez lo llaman en el campo de la racionalidad.
La inseguridad
Guayana tiene la desgracia de haberse infligido el desatino de elegir por dos períodos consecutivos como gobernador a un general de división por decisión política - nada menos que el grado de Páez en Carabobo – cuya trayectoria militar fue siempre administrativa y debió ser jubilado con el grado de coronel, que es la sopita de los malandros – cual Chávez de Valentín Santana - que someten al terror a la sociedad entera, salvo al gobernador, porque ni su entorno se ha salvado de un atraco, llevando a Ciudad Guayana -con escaso millón de habitantes - al deshonor de ser considerada entre las veinte ciudades más peligrosas del mundo. Y la respuesta del gobernador es la pachanga electorera y competir con el alcalde de Caroní duplicando las fiestas de carnaval y en un sospechoso derroche de asfaltado, que realizan en horas pico, pa´que los vean, y que ha batido record universal.
Pero de atacar el hampa, que ceba su sevicia en los barrios más humildes, aunque su devastadora siega a todos afecta, ni se habla. Pero a pesar de su pública y notoria ineficiencia, este señor es candidato oficial de Chávez – militarismo puro – para una tercera elección, que no dudo pueda ganar, bajo el mismo baremo del autismo mencionado.
En conclusión
Guayana también sufre las consecuencias de trece años del pernicioso influjo de un gobernante delirante que importa la miseria cubana como acto cultural para imponerla como modelo revolucionario a asumir por todos los pueblos de América: El socialismo siglo XXI, que, en sus síntesis estructural, traduce igualdad en la miseria para todos... menos para el circulito de complicidad extrema. ¿Uh, ah?
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