Reza un veredicto: “La historia vuelve a repetirse”. Esta máxima universal, ocurre cíclicamente con períodos políticos o situaciones análogas que reaparecen con el tiempo, en cualquier parte del mundo.
Respetando las distancias y métodos empleados en cada etapa de la historia, en reemplazo de la “guillotina” como instrumento mortal de la Revolución Francesa, las violaciones a los Derechos Humanos aplicadas en aquel tiempo de terror se repiten, al aplicarse juicios forjados, expeditos y efectivos, que se presentan ante el mundo, con diversas modalidades de pena.
En razón a que resurgen numerosos ciclos políticos de la historia universal, salvando las distancias, tales situaciones han impulsado la necesaria creación de organismos internacionales en Defensa de Derechos Humanos.
En parangones políticos de la Historia Universal que se repiten, sin incluir la guillotina como método, recordemos algunos rasgos del denominado “Terror Francés”, durante la Revolución Francesa (1793- 1794).
El “Terror Francés” caracterizó una etapa de brutal represión y juicios sumarios, emprendida por revolucionarios “jacobinos” que ejecutaban su irracionalidad como terrorismo de Estado, al aplicar un modelo de favoritismo y complacencia que permitió a grupos exaltados, aplicar “justicia revolucionaria” contra cualquier acusado de ser enemigo de la revolución. Estas causas, abiertas por simple acusación sin pruebas, permitían segar la vida de personas inocentes.
El cruento período de la Historia Universal, transcurrió bajo conducción del Comité de Salvación Pública, a partir de abril 1793, entidad que dirigía la policía, investigaba sospechosos, aprobaba órdenes de arresto y enviaba a los acusados al Tribunal Revolucionario (incluido Francisco de Miranda). Objetivo principal: exterminar políticamente a los girondinos.
El Comité, integrado por “jacobinos”, se convirtió en verdadero "ministerio del Terror" y estableció a la guillotina como símbolo mortal de la “Justicia Revolucionaria”: caracterizada por ser rápida, severa e inflexible.
Al producirse la decisiva Batalla de Fleurus, donde fue aplastado el ejército austríaco el 26 de junio de 1794, y quedar anulada la posibilidad de una invasión contra Francia, ya no se justificaba continuar aplicando la guillotina y debía ponerse fin al nefasto Comité de Salvación Pública. Hasta su disolución, se realizaron 1300 ejecuciones.
Las divergencias internas del Comité aislaron a un empecinado Robespierre que deseaba continuar “cortando la cabeza a todo el mundo”, inclusive a otros jacobinos. La irracional conducta fue repudiada por miembros de su propio Comité, quienes lograron su arresto el 27 de julio y guillotinamiento el día 28, jornada que marcará el fin del Terror Francés y permitiría a Francisco de Miranda continuar con vida, en razón a que el 30 de julio de 1794, debía morir en la guillotina.
El día de su ajusticiamiento, “El Incorruptible” resultó abucheado y apedreado por la muchedumbre, en cuyos sucesos, probablemente pocos sabían con certeza porque lo apedreaban o a quién apedreaban; lo cual representó una reacción popular surgida de la costumbre de como se ordenaba y hacían las ejecuciones públicas.
Robespierre murió de la misma forma como habían muerto centenares de personas inocentes: sin proceso y sin cabeza. La guillotina, gran promotora de la violencia popular y gozo de un pueblo ávido de sangre, fue la misma conducta que coadyuvó a su muerte.
La nobleza francesa y el clero, que resultaron diezmados durante la etapa del Terror, lograron volver a Paris al comenzar el gobierno de Napoleón Bonaparte.
Esta síntesis de Historia Universal, revela acciones mundiales violatorias de Derechos Humanos que ocurren actualmente, y también evidencian numerosos epílogos liderizados por pueblos hartos del hostigamiento que pudieron cerrar capítulos represivos, donde los protagonistas que fraguaron las acciones de arrase, terminaron sus días de gloria y poder con tratamientos de su propia medicina.
Nadie es eterno, por más poder que ostente.
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