Hay
señales de que el régimen chavista está evaluando alternativas
paraconstitucionales a las elecciones presidenciales. La Constitución
Nacional establece de manera inequívoca el mecanismo de sucesión
presidencial. La movilización por llegar pacíficamente a los comicios
debe incluir la preparación para que el acto no sea saboteado
Es imposible no prestarle
atención a la dinámica política que se está generando en el círculo del
poder que gobierna a Venezuela. La cada vez más protuberante ausencia
del presidente Chávez, sumido en el laberinto de su penosa enfermedad,
unida a los conflictos por la sucesión en el interior del chavismo y a
la descarada intervención de diversos factores internacionales están
gravitando pesadamente sobre el destino inmediato de la ya maltrecha
democracia venezolana.
Es un hecho irrefutable que la
Constitución establece con absoluta claridad cuáles son los mecanismos
para la elección presidencial; bien por término del período
correspondiente o por ausencia absoluta del presidente. Cualquier
intento por diferir, postergar o suspender las elecciones de octubre
sólo puede producirse creando un estado de caos que "justifique" una
situación de excepción o por una trapisonda combinada de los poderes
nacionales, controlados en su totalidad por el chavismo, que genere una
salida paraconstitucional tipo referendo popular para decidir sobre una
eventual suspensión o aplazamiento de las elecciones.
La caja de herramientas
paraconstitucionales de las que dispone el régimen es considerable y su
uso está enteramente al servicio del proyecto de poder revolucionario.
Por otro lado, no es precisamente imaginación maquiavélica lo que le
falta al chavismo y si en algo se han destacado es en el uso despiadado y
muy convincente de los mecanismos de creación de miedo colectivo.
Uno de esos temores,
convenientemente alimentados por la abierta impunidad con que operan las
turbas y agentes libres de la violencia, es que el caos se impondrá si
en algún momento falta el comandante para controlar a las masas
populares que están irritadas por la conducta apátrida de la burguesía.
En otra dirección, el reciente
artículo de Fidel Castro señalando que un error de la administración de
Obama podría crear un "río de sangre" en Venezuela es el último episodio
de la vergonzosa abdicación de la soberanía nacional al régimen de los
hermanos Castro. De acuerdo a la doctrina revolucionaria, Cuba y
Venezuela son ya prácticamente una sola nación cuya existencia misma
estaría amenazada por el retorno de la "burguesía" al poder en Venezuela
ayudado por el imperio yanqui.
Por supuesto que Cuba no es el
único país interesado en defender el status quo revolucionario: todos
los otros países que se han beneficiado de la conducta obsequiosa del
Gobierno venezolano para asegurarse lealtades políticas tales como
Nicaragua, Bolivia, Rusia, China, Irán, etc. ven con pésimos ojos la
eventualidad de un cambio de gobierno en nuestro país.
LOS TRES ESCENARIOS
Según
las informaciones que se filtraron de uno de los últimos eventos del
PSUV, allí se discutió desembozadamente sobre tres escenarios: Chávez
llega a las elecciones; Chávez no puede participar por su enfermedad
pero participa un candidato emergente y el tercero y más preocupante, la
suspensión de las elecciones.
Por último, la reciente creación
del Consejo de Estado y de un Comando Antigolpe obligan a pensar que el
chavismo parece estar al menos evaluando con seriedad la posibilidad de
un escenario paraconstitucional.
Por supuesto que uno puede
desestimar todas estas señales como bravuconadas del régimen, como
patadas de ahogado de quienes se saben derrotados. Yo prefiero creer que
la amenaza es real y que es necesario que la sociedad venezolana esté
preparada a oponerse en los términos más enérgicos posibles a cualquier
intento por imponer cualquier variante paraconstitucional que pretenda
corromper el proceso electoral.
Levantar ese nivel de alerta
roja no puede de modo alguno comprometer la estrategia electoral en la
que tan sabiamente se ha venido avanzando, pero sí debe constituir una
respuesta inequívoca a cualquier intento de quienes se creen los dueños
del país por subvertir el sentido de la Constitución en una materia tan
delicada y explosiva como la sucesión presidencial.
Una pregunta esencial que todos
debemos hacernos es acerca de si la responsabilidad de generar una
enérgica respuesta social a una intentona anticonstitucional recae
únicamente en el liderazgo opositor.
Para mí la respuesta es muy
clara: si bien es cierto que el candidato unitario y la dirección
opositora tienen una responsabilidad muy importante en evaluar
asertivamente la naturaleza de una eventual conspiración auspiciada por
el gobierno para apartar al país del rumbo electoral, no es menos cierto
que la ciudadanía en general tendrá un rol muy importante que cumplir
en las acciones que sea necesario realizar.
La movilización por llegar
pacíficamente a las elecciones debe, paradójicamente, incluir la
preparación para que el acto no sea saboteado. No hay tarea más
importante para la construcción de un mejor país que salir
democráticamente de este desastre de gobierno y de un proyecto que
pretende esclavizar a la sociedad venezolana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario