3/5/12

Alerta roja

Hay señales de que el régimen chavista está evaluando alternativas paraconstitucionales a las elecciones presidenciales. La Constitución Nacional establece de manera inequívoca el mecanismo de sucesión presidencial. La movilización por llegar pacíficamente a los comicios debe incluir la preparación para que el acto no sea saboteado



Es imposible no prestarle atención a la dinámica política que se está generando en el círculo del poder que gobierna a Venezuela. La cada vez más protuberante ausencia del presidente Chávez, sumido en el laberinto de su penosa enfermedad, unida a los conflictos por la sucesión en el interior del chavismo y a la descarada intervención de diversos factores internacionales están gravitando pesadamente sobre el destino inmediato de la ya maltrecha democracia venezolana.

Es un hecho irrefutable que la Constitución establece con absoluta claridad cuáles son los mecanismos para la elección presidencial; bien por término del período correspondiente o por ausencia absoluta del presidente. Cualquier intento por diferir, postergar o suspender las elecciones de octubre sólo puede producirse creando un estado de caos que "justifique" una situación de excepción o por una trapisonda combinada de los poderes nacionales, controlados en su totalidad por el chavismo, que genere una salida paraconstitucional tipo referendo popular para decidir sobre una eventual suspensión o aplazamiento de las elecciones.

La caja de herramientas paraconstitucionales de las que dispone el régimen es considerable y su uso está enteramente al servicio del proyecto de poder revolucionario. Por otro lado, no es precisamente imaginación maquiavélica lo que le falta al chavismo y si en algo se han destacado es en el uso despiadado y muy convincente de los mecanismos de creación de miedo colectivo.

Uno de esos temores, convenientemente alimentados por la abierta impunidad con que operan las turbas y agentes libres de la violencia, es que el caos se impondrá si en algún momento falta el comandante para controlar a las masas populares que están irritadas por la conducta apátrida de la burguesía.

En otra dirección, el reciente artículo de Fidel Castro señalando que un error de la administración de Obama podría crear un "río de sangre" en Venezuela es el último episodio de la vergonzosa abdicación de la soberanía nacional al régimen de los hermanos Castro. De acuerdo a la doctrina revolucionaria, Cuba y Venezuela son ya prácticamente una sola nación cuya existencia misma estaría amenazada por el retorno de la "burguesía" al poder en Venezuela ayudado por el imperio yanqui.

Por supuesto que Cuba no es el único país interesado en defender el status quo revolucionario: todos los otros países que se han beneficiado de la conducta obsequiosa del Gobierno venezolano para asegurarse lealtades políticas tales como Nicaragua, Bolivia, Rusia, China, Irán, etc. ven con pésimos ojos la eventualidad de un cambio de gobierno en nuestro país.

LOS TRES ESCENARIOS
Según las informaciones que se filtraron de uno de los últimos eventos del PSUV, allí se discutió desembozadamente sobre tres escenarios: Chávez llega a las elecciones; Chávez no puede participar por su enfermedad pero participa un candidato emergente y el tercero y más preocupante, la suspensión de las elecciones.

Por último, la reciente creación del Consejo de Estado y de un Comando Antigolpe obligan a pensar que el chavismo parece estar al menos evaluando con seriedad la posibilidad de un escenario paraconstitucional.

Por supuesto que uno puede desestimar todas estas señales como bravuconadas del régimen, como patadas de ahogado de quienes se saben derrotados. Yo prefiero creer que la amenaza es real y que es necesario que la sociedad venezolana esté preparada a oponerse en los términos más enérgicos posibles a cualquier intento por imponer cualquier variante paraconstitucional que pretenda corromper el proceso electoral.

Levantar ese nivel de alerta roja no puede de modo alguno comprometer la estrategia electoral en la que tan sabiamente se ha venido avanzando, pero sí debe constituir una respuesta inequívoca a cualquier intento de quienes se creen los dueños del país por subvertir el sentido de la Constitución en una materia tan delicada y explosiva como la sucesión presidencial.

Una pregunta esencial que todos debemos hacernos es acerca de si la responsabilidad de generar una enérgica respuesta social a una intentona anticonstitucional recae únicamente en el liderazgo opositor.

Para mí la respuesta es muy clara: si bien es cierto que el candidato unitario y la dirección opositora tienen una responsabilidad muy importante en evaluar asertivamente la naturaleza de una eventual conspiración auspiciada por el gobierno para apartar al país del rumbo electoral, no es menos cierto que la ciudadanía en general tendrá un rol muy importante que cumplir en las acciones que sea necesario realizar.

La movilización por llegar pacíficamente a las elecciones debe, paradójicamente, incluir la preparación para que el acto no sea saboteado. No hay tarea más importante para la construcción de un mejor país que salir democráticamente de este desastre de gobierno y de un proyecto que pretende esclavizar a la sociedad venezolana.

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