Los hermanos Raúl y Fidel Castro escogerán al sucesor de un Hugo Chávez que luce cada día más impedido con su cáncer.
Los obsecuentes militares venezolanos, infiltrados como están por el servicio de inteligencia de los cubanos y acobardados por posibles represalias, no tendrían otra salida que la de apoyar las pretensiones de los hermanos Castro. Estos militares, desde hace años, perdieron el sentido de patria y soberanía.
Por otro lado, en lo que le resta de vida Chávez estará crecientemente manipulado por los cubanos, al negarse a buscar tratamiento en otros lugares con medicina mas avanzada como en el caso de Brasil. Los hermanos Castro no quieren perder el control total que tienen de tiempo atrás sobre el paciente.
De hecho, el consenso en círculos médicos internacionales es que la medicina cubana acabó con Chávez antes de tiempo. Una operación inicial desafortunada y un tratamiento inapropiado aceleraron el proceso de propagación del cáncer y alejaron para siempre la posibilidad de una recuperación definitiva.
Con el temor que los acosa de perder el dominio sobre la riqueza venezolana, los hermanos Castro no fueron capaces de reconocer que su medicina está completamente atrasada para lidiar con casos complejos como el cáncer que afectó a Chávez. No tuvieron la gallardía de aconsejarle un tratamiento en otro lugar. Eso hubieran hecho si su principal desvelo fuera la salud del paciente. Pero con un egoísmo imposible de superar engañaron a Chávez y a su familia sobre la triste realidad de la medicina de su país.
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