Los terroristas fallaron en sus pretensiones de darle muerte aunque si lograron acabar con la vida de dos de sus escoltas
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Por Martha Colmenares | ||||||
Fernando
Londoño Hoyos sobrevive al terror. El ex ministro de Interiores cuando
la primera gestión de Alvaro Uribe vive de milagro. Objetivo de un
atentado en Bogotá perpetrado por los terroristas de las FARC (así lo
confirmo el general Luis
Eduardo Martínez, comandante de la Policía), resultó herido, no sabemos
que secuelas puedan dejarle las esquirlas que se alojaron entre el
corazón y los pulmones, que gracias a la cirugía se han podido extraer.
Un artefacto explosivo fue puesto en su camioneta y activado. Los
terroristas fallaron en sus pretensiones de darle muerte aunque si
lograron acabar con la vida de dos de sus escoltas, causar además
decenas de heridos en estado grave y cuantiosos destrozos.
Quienes
lo admiramos nos sentimos conmocionados por lo ocurrido a este hombre
siempre presente por la causa de la justicia, la democracia y las
libertades, de convicciones, sin tapujos, con una grandiosa capacidad de
oratoria como pocos colombianos, y también con “habilidad para
convencer”, algo que leí sobre su trayectoria, muy acertado por cierto.
Si
por algo es reconocido Fernando Londoño, es por su
firmeza frente al terrorismo, a pesar de las amenazas. Hace tres años
cuando se encontró un computador a guerrilleros criminales de las FARC,
en uno de los documentos incautados se mencionaba que Fernando Londoño
debía morir. El lo denunció con gallarda valentía en su artículo (lo publiqué en mi blog
“La fe en Dios hace al hombre
invulnerable al miedo y hasta insensible al dolor de la despedida. Es
tan poco lo que dejo y tanto lo que espero, que siento defraudar a mis
asesinos. Porque ni les temo ni los odio y esa forma de desprecio será
el más duro castigo para su iniquidad. He descubierto también que no hay
nada en el universo que se parezca al amor. El que he sentido de los
míos, de mis amigos y de gente que nunca conocí, no solo es consuelo
suficiente sino premio inmerecido. He comprendido, igualmente, que la
plena conciencia del deber y la justicia vuelve al hombre inútil para la
fuga y aun para la súplica. Tengo la esperanza de que al quedarme
evitaré el destierro de muchos otros. Que al no silenciarme cobarde
reemplazaré muchas voces que se apagan en silencios inútiles”.
Una
vida en peligro, sin embargo, en su transcurrir las denuncias son
expuestas con el coraje acostumbrado, desde su tribuna radial, ese
formidable programa de radio “La Hora de la Verdad”, así como en sus
artículos, y no se le escapa una. Los últimos dos editoriales de su
programa por ejemplo, los de este lunes 14 de mayo, y el del martes 15
de mayo minutos antes del atentado, me llaman la
atención:
En primer lugar, el relacionado al Marco Jurídico para la paz II
Lo
grave, lo
condenable, es que a pesar del atentado terrorista, a la Cámara no le
tembló el pulso para aprobar el tal marco legal y los únicos que
salen con ganancias aquí son los narcoterroristas FARC.
Otro asunto inconveniente para la banda y sus aliados, es con motivo de lo que él llama “montaje”, en relación al “tinglado de la farsa para la liberación del francés Langlois. Un periodista muy
de izquierda que ha participado en muchos actos en los que casualmente
siempre interviene la gente de las farc. Pero pues no tenemos elementos
de juicio que nos permitan decir que el señor Langlois es miembro de las
farc, simplemente es un simpatizante de extrema izquierda, le parece
que los muchachos de las farc como le parece también a la Corte Suprema
de Justicia obran por altruismo, es decir que son una especie de Robín
Hood que le están robando a los ricos de Colombia para
dárselo a los pobres…”.
Oportuno
resaltar el llamado caso de los “paracachitos”, hoy reivindicado a raíz
de las confesiones del ex magistrado chavista del tribunal Supremo de
Justicia, Aponte Aponte, al reconocer que se trató de un montaje como
así lo denunciaba Londoño entonces, porque me dejó una experiencia
aleccionadora: la del hombre que no abandona a sus conciudadanos.
Me
complace poder decir que para entonces, 2004 al 2006, se trató el
tema, el de estos muchachos colombianos que fueron encarcelados por
varios años acusados por el delito de rebelión militar, acusados de
paramilitares, quienes dieron testimonios de las torturas que padecieron
para que señalaran a oficiales de las fuerzas armadas venezolanas.
Atento estuvo cada semana, cada actuación del tribunal para darles
apoyo. Vía telefónica participé en aquellos programas a los cuales fui
gentilmente
invitada, era emocionante escuchar su vehemencia, la comprensión
absoluta de lo que a miles de kilómetros ocurría en una sala de juicio o
en una cárcel militar venezolana. Ya luego, recientemente, ha sido
muy grato cuando hemos tratado los asuntos electorales en Venezuela o
sobre los presos políticos.
La noticia está en
las primeras planas de los medios colombianos y del mundo, impactada la
comunidad internacional por lo ocurrido que deja una ola de conmoción y
angustia, en un país, donde se comenzaba a sentir destellos de paz
por la política de seguridad implantada por el entonces presidente
Álvaro Uribe, y de pronto, ahora, se nota una especie de camino de
regreso, donde la banda pareciera andar a sus anchas…
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http://diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=7281
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