Tras la reforma León-Cabezas de la Ley del BCV de 2005, ha venido disminuyendo la entrega de dólares al BCV. El banco está quemando sus divisas comprando bonos venezolanos en los mercados financieros internacionales
Las reservas internacionales líquidas del Banco Central de Venezuela se han venido agotando pronunciadamente. La prueba más evidente de esta afirmación la constituye el hecho de que cada vez son más frecuentes las quejas y reclamos de los importadores respecto al atraso de Cadivi en la entrega de moneda extranjera que permita pagar oportunamente los bienes importados. Así, es frecuente observar que gremios muy activos y que abastecen al país de productos esenciales como alimentos, partes y repuestos para vehículos y maquinarias, equipos médicos, insumos para la industria farmacéutica, entre otros, han elevado sus preocupaciones frente a la drástica reducción en las liquidaciones de divisas y la consiguiente acumulación de deuda con los proveedores internacionales, algunos de los cuales han optado por cortar el crédito a sus clientes de Venezuela.
Esa carencia de divisas obedece a varias razones, entre las cuales podemos citar las siguientes. En primer lugar, Pdvsa, tras la reforma León-Cabezas de la Ley del BCV de 2005, ha venido disminuyendo la entrega de dólares al BCV de forma tal que la empresa petrolera del Estado que antes de ese año consignaba al BCV el 90% del producto monetario de sus ventas de petróleo, actualmente vende al ente emisor apenas el 40% de las divisas petroleras.
Como es de esperar, ello genera una falta de liquidez en las arcas del Banco Central que se traduce en el hecho de que Cadivi ha restringido la liquidación de divisas a los importadores. En segundo lugar, las ventas de petróleo que Pdvsa efectivamente cobra han venido declinando pronunciadamente en virtud de sus compromisos con China y los países de Petrocaribe, que actúan como un mecanismo de succión de los ingresos que debería recibir Venezuela. A ello hay que agregar que Pdvsa envía a sus refinerías en el exterior una cantidad respetable de crudos para ser refinados pero no recibe efectivo por esos barriles.
Esta situación está complicando el funcionamiento de la economía venezolana, lo que se traduce en un deterioro de la capacidad de producción y del abastecimiento de productos en el mercado.
La solución parcial que se ha buscado a la falla en el suministro de divisas por parte de Cadivi ha sido la puesta en funcionamiento del Sitme, un sistema de administración de divisas manejado por el BCV que completa los dólares que Cadivi no otorga. El remedio ha resultado peor que la enfermedad debido a que al funcionar la asignación de divisas según la disponibilidad de títulos valores, ello ha potenciado el endeudamiento público sin precedentes. Por esa razón, cuando el gobierno emite bonos en dólares pagaderos en bolívares la gran mayoría de las asignaciones van a parar al BCV o a los bancos públicos que inmediatamente venden al ente emisor para tener abastecido al Sitme.
No hay que ser una persona especialmente dotada en temas financieros para comprender que ese mecanismo no puede funcionar sino al costo de incrementar la deuda externa de Venezuela. Pero está sucediendo algo igualmente grave y es que el BCV está quemando sus reservas comprando bonos venezolanos en los mercados financieros internacionales para poder suplir al Sitme.
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