12/8/12

FERNANDO OCHOA ANTICH, ASESINATO EN NAIROBI

El trágico asesinato de la señora Olga Fonseca Giménez, jefe de la misión diplomática de Venezuela en Kenia y concurrente en Uganda, Tanzania y Ruanda es un doloroso hecho que debe ser aclarado detalladamente ante la opinión pública por el gobierno nacional. 
El caso se presenta particularmente oscuro. La señora Fonseca se había encargado de dichas funciones, hace apenas doce días, en reemplazo del embajador Gerardo Carrillo Silva, acusado de acoso sexual por funcionarios de nuestra embajada. Además, de manera sorprendente, se ha ordenado la detención del funcionario Dwght Sagaray, primer secretario de nuestra misión, por un tribunal de ese país africano en flagrante violación del artículo 31 de la Convención de Viena, a excepción que Venezuela haya renunciado a la inmunidad de la jurisdicción penal de dicho funcionario. 
Este lamentable asesinato no puede analizarse y mucho menos entenderse sin profundizar la delicada crisis que vive la cancillería venezolana desde el inicio del actual gobierno. La situación es tan grave que dio origen, antes de ocurrir el lamentable asesinato, a un crítico editorial del diario “El Nacional”, que tituló con gran acierto “Caza de brujas”, para referirse a la destrucción de nuestro servicio exterior. Allí se señala, con detalle, como durante la gestión del ex canciller Alí Rodríguez Araque fueron forzados a retirarse o a jubilarse, sin cumplir el tiempo reglamentario de servicio, a cientos de diplomáticos de carrera. Esa destructiva gestión ha sido continuada por el canciller Nicolás Maduro, teniendo como única causa la poca confianza que en ellos tiene el régimen para instrumentar la irresponsable política exterior de Hugo Chávez.
Si los venezolanos no conocieran el elevado grado de corrupción de la camarilla gobernante podrían dudar de lo que se dice en dicho editorial: “Este diario informó en días pasados de otra movida de mata de funcionarios de carrera no confiables para el régimen rojito. Les ofrecen dos caminos: se van o se jubilan. El trío Maduro, Porras, Arbeláez (el hombre de confianza de Ramonet) logra su compromiso, destruir el sector profesional de la Cancillería mientras nuevas designaciones a dedo salen granel. En el fondo, lo que les aterra es saber que tienen a su alrededor mujeres y hombres demócratas que más temprano que tarde contarán las fechorías y como han abusado del poder. Tanta gente los ha visto con sus choferes, carga maletas y escoltas en la puerta de los aviones. Viáticos en dólares y bolsas de viaje a discreción. Dolorosas verdades…
Deseo manifestarles a todos los funcionarios de carrera, retirados injustamente de la cancillería, mi palabra de solidaridad. Si algún éxito tuve en mi gestión como canciller de Venezuela, en momentos políticos tan complejos como los que tuve que enfrentar, fue justamente  por la idoneidad, patriotismo y honestidad de nuestros diplomáticos… Mi eterno agradecimiento. De todas maneras, el 7 de Octubre se iniciará un proceso de rectificación nacional que permitirá corregir los infinitos desafueros del régimen chavista. Uno de los aspectos a reconstruir será nuestra política exterior. Allí muchos de ustedes tendrán que ejercer trascendentes funciones. Será necesario crear una política de Estado al servicio de Venezuela y no de un gobierno en particular que nos permita recuperar nuestro tradicional prestigio en la América Latina y en el mundo.
El próximo gobierno deberá establecer una política exterior que se caracterice por el respeto de un conjunto de principios éticos y políticos que le permitan a Venezuela restablecer su posición de país apegado al Derecho Internacional, defensor de la democracia y garante de los acuerdos bilaterales y multilaterales firmados por nuestro país. Estos principios, entre otros, deben ser: la justicia, la paz, la soberanía, la igualdad jurídica de los Estados, la no intervención en los asuntos internos, la autodeterminación de los pueblos, la independencia de los poderes públicos, la defensa de los derechos humanos, el asilo, el nuevo orden económico internacional, el uti possidetis iure, los derechos y deberes económicos de los Estados, y la soberanía permanente de los Estados sobre sus recursos naturales.
            Nuestra política exterior debe considerar que Venezuela es un país emergente en la América Latina, inserto en una realidad geográfica andina, amazónica y caribeña. Su vocación democrática, integracionista y pacifista debe conducirlo a respaldar el proceso de unidad latinoamericana, la estabilidad de los gobiernos surgidos de la voluntad popular, la defensa de los derechos humanos, el estado de Derecho, el equilibrio de los poderes públicos, la igualdad jurídica de los Estados, la reforma de la Naciones Unidas, el fortalecimiento de la OEA y demás organizaciones regionales, la lucha contra el deterioro del medio ambiente, el delito transnacional, el terrorismo, el armamentismo, el militarismo, el fundamentalismo y la proliferación de armas nucleares. Diseñar y conducir  esa política exterior será el reto de las nuevas generaciones de diplomáticos venezolanos.

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