La decisión del presidente colombiano Juan Manuel Santos de establecer
un dialogo de paz tanto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) y el Ejercito de Liberación Nacional (ELN) es un paso
que puede catalogarse como ingenuo y hasta irresponsable.
Las FARC y el ELN han puesto en riesgo la seguridad de los ciudadanos
colombianos desde hace varias décadas al establecer un estatus quo donde
el imperio de la ley y el respeto a la democracia son cosas que no
tienen cabida.
Secuestros, asesinatos, narcotráfico y violencia son algunas de las
características que mejor representan el papel de estos grupos
guerrilleros en Colombia.
Los dos grupos guerrilleros, como la mayoría en Latinoamérica, fundaron
movimientos armados que impulsaban una agenda socialista en defensa de
aquellos que habían sido marginados por la pobreza o por gobiernos
apáticos.
No obstante, ambos grupos rápidamente sufrieron una metamorfosis y se
convirtieron en insurgencias dedicadas al crimen organizado y a la
promoción de la violencia por toda Latinoamérica.
En Colombia, el poder de las FARC obligó al gobierno federal a capitular
gran parte del territorio colombiano a estas guerrillas para apaciguar
sus actividades terroristas. Esta estrategia mas allá de ingenua e
inexplicable, fortaleció a estos grupos aun más y los convirtió en una
amenaza para toda la región.
El ex presidente Álvaro Uribe y antecesor de Santos, adoptó una política
muy distinta a la administración actual en lo que se refiere a
seguridad y a como lidiar con estos grupos criminales. El presidente
Uribe alcanzó grandes logros en su mandato y le regresó a los
colombianos un estado de derecho que había desaparecido por varias
décadas
Ese legado está en riesgo con esta administración y con la búsqueda de
un dialogo que no es más que un intento por parte de Santos para
glorificarse en el escenario internacional y reelegirse como presidente.
Es preocupante que Santos haya firmado un acuerdo en Cuba con miembros
de las FARC a finales del mes pasado para reunirse en Oslo e iniciar el
dialogo.
Asimismo resulta aterrador que uno de los países acompañantes en el
dialogo sea Venezuela, país que ha tenido nexos probados con la
guerrilla colombiana y donde funcionarios del más alto nivel han estado
acusados de colaborar en trafico de armas y droga para esta
organización. El general y comandante de las fuerzas armadas
venezolanas, Henry Rangel Silva y el general Cliver Alcalá han sido
acusados formalmente de haber colaborado con las FARC y otros grupos
criminales en la región. Es absurdo pensar que el gobierno que les
confirió estos altos puestos sea el mismo que ahora esté dispuesto a
“ayudar” a Colombia a alcanzar la paz cuando desde hace muchos años ha
hecho todo lo contrario
Si bien es cierto que una victoria armada tomará muchos años y que su
conclusión es difícil de predecir, es aun más peligroso el tratar de
dialogar con un grupo que no tiene otra misión mas que atentar contra el
pueblo colombiano y traficar drogas por toda la región.º
Se piensa negociar con un grupo de asesinos?
Juan Manuel Santos esta jugando una ruleta rusa sumamente peligrosa
donde la cabeza de toda Colombia esta en juego. Si un “acuerdo” puede
alcanzarse con estos grupos, como puede asegurarse que dejarán un
negocio ilícito que representa miles de millones de dólares y que
financia las operaciones de grupos insurgentes y terroristas en toda la
región. Si la bala se detona y Santos pierde la ruleta, donde acabará el
avance substancial que se alcanzo en la ultima administración y que le
otorgó un mejor futuro a Colombia y a Latinoamérica?
Esta por descubrirse que pasará el 5 de octubre en Oslo cuando estas
negociaciones inicien. Lo que esta claro es que Santos ya expuso sus
cartas y el enemigo tiene el control de la mesa. Todos sabemos a quien
apoya Venezuela, pero la pregunta es que harán Chile y Noruega como
países acompañantes para asegurarle a la región que este incauto intento
por la paz no será una capitulación al estado de derecho que tanto ha
costado construir.
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