4/9/12

Socialfascismo bolivariano, capitalismo y violencia

 
La interpretación clásica del fascismo parte de la idea de que ese modelo fue una respuesta a la crisis del capitalismo de la Italia de principios del siglo XX. Una crisis que abarcó los más diversos aspectos de la vida nacional, desde el económico, hasta la moral social, desde lo político hasta lo cultural, desde lo militar hasta lo educativo. Fue una crisis sin precedentes en el desarrollo histórico del capitalismo y donde el fascismo representó una alternativa al capitalismo ante la incapacidad del bloque en el poder de asegurar la continuidad del proyecto hegemónico explotador.
En el caso particular de Venezuela, el ascenso del fascismo bolivariano se debió igualmente a una profunda crisis económica, política y social que se generó producto del fracaso del bipartidismo adeco-copeyano, expresión del proyecto hegemónico capitalista. Los sectores de la burguesía que gobernaron durante las últimas décadas del siglo pasado implantaron planes neoliberales de ajustes económicos (impuestos regresivos, congelación de salarios, endeudamiento externo, privatizaciones), restringieron los planes sociales a los trabajadores, fracasaron en la generación de empleos, etc., lo cual generó una profundización de las crisis política, económica y social gestadas durante todos esos años.
El facho-chavismo representa la adaptación del capitalismo ante la crisis histórica que carcome sus cimientos. Expresa de manera caricatural la descomposición de la burguesía en el país y representa un modelo autoritario, represivo e intolerante que ha acentuado las condiciones de explotación de los trabajadores, masificando la miseria, repartiendo migajas entre los sectores más empobrecidos (misiones) a fin de mantener el control social y generar una falsa redistribución de la riqueza. Todo ello utilizando un discurso “socialista” y haciendo uso de un populismo asqueante. Más allá de ese falso discurso contrahegemóminco, el socialfascismo bolivariano reoxigena al proyecto capitalista explotador con su añadido autoritario y militarista.
Un aspecto interesante es que el perverso modelo explotador del vocinglero de Miraflores se ha mantenido gracias al uso de una violencia sistemática, racionalizada, y organizada. La violencia ha sido utilizada por el régimen como instrumento para acabar con aquellos que no están dispuestos a aceptar su ideología facha-bolivariana. No sólo persiguiendo la eliminación física de los enemigos internos (adversarios políticos), sino también intentando neutralizar cualquier tipo de disidencia política mediante un terrorismo de Estado orquestado desde el Palacio de Misia Jacinta. Para el fachochavismo, no cabe disentimiento político alguno con el líder o con el partido. Esta alienante política le ha permitido al tte coronel la unificación interna y la obediencia cuasi-religiosa de sus seguidores en función de eternizarse en el poder
Pero además, la violencia facho-chavista cumple otra función muy importante a la cual se refería el ministro de propaganda de la Alemania Nazi Joseph Goebbels: la simbolización de las acciones. Lo que la violencia simboliza es la idea de que el poder de Miraflores llega a todas partes, de que la arbitrariedad con que se conduce el régimen puede alcanzar a cualquier opositor, a cualquier disidente, e incluso a cualquiera que no supiera ajustar adecuadamente su conducta, sus actos y hasta sus pensamientos a los intereses de esta fantasmal revolución, representada por el iletrado de Miraflores. En esta medida, la violencia genera mecanismos que la convierten en un eficaz instrumento de propaganda del régimen del tte coronel.
El socialfascismo bolivariano no es más que la implantación de un voraz capitalismo de Estado excluyente y militarizado que conlleva a la imposición de un pensamiento único, a una mayor explotación y precariedad laboral para los trabajadores, a la militarización de todas las instituciones del Estado, a la pérdida de la sociedad plural, y al sometimiento de la población a los dislates del líder del proceso.

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