“¡Ve y cierra la válvula!”
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Reneduar Jiménez, operador de la refinería de Amuay, murió al intentar cumplir la orden antes del peor accidente ocurrido en la industria petrolera venezolana desde 1982
Sonaban las alarmas y la orden que recibió
Reneduar Jiménez, operador de suministros de la refinería de Amuay, fue: “Ve y
cierra la válvula”. Reneduar corrió, junto a otro compañero, hacia el patio de
almacenamiento de la planta, la más grande de las cuatro refinerías propiedad
de Petróleos de Venezuela y del Centro Refinador de Paraguaná. Una hora más
tarde, a la 1:05 de la madrugada del sábado, se produjo una explosión que mató
48 personas e hirió a más de 150, y que el Ministerio de Petróleo y Minas
atribuyó a un escape de gas. Es el peor accidente ocurrido en la industria
petrolera venezolana desde 1982.
Una de
las válvulas de la esfera número 206 se había dañado tres días antes. “La mandaron a
reparar, pero la fuga continuó”, dice un trabajador de Pdvsa que por temor a
ser despedido mantiene su nombre en reserva. “El viernes por la
tarde llovió y la humedad contribuyó a que el gas se acumulara en el patio de
las esferas”, continúa el trabajador. Después vino lo que se conoce en la
ciudad de Punto Fijo como “el vendaval”: un cambio súbito de la dirección del
viento, que llevó el gas acumulado hacia los barrios residenciales, los
edificios militares y los comercios que están a cien de metros de distancia de
la planta de refino y con la explosión quedaron reducidos a escombros.
Una de las válvulas se había dañado tres
días antes. “La mandaron a reparar, pero la fuga continuó”, dice un trabajador
de Pdvsa
Reneduar
Jiménez estaba de vacaciones cuando repararon la válvula de la esfera 206. El
jueves se incorporó al trabajo y el viernes le correspondía el turno que
comienza a las 11:00 de la noche y termina a la 7:00 de la mañana. “Como
sabíamos que estaba de guardia, desde la misma madrugada de la explosión
comenzamos a buscarlo por los hospitales. Lo conseguimos a las 11:30 de la
mañana en la morgue”, dice José Luis Jiménez, uno de sus tíos. Reneduar murió a
causa de las quemaduras y fue tal la confusión en el momento del accidente que
ningún portavoz de la empresa avisó a los familiares sobre su fallecimiento. Su
compañero de trabajo sobrevivió. De acuerdo a la versión que maneja José Luis
Jiménez, la válvula que debía cerrar Reneduar estaba sellada. “Él llegó a
avisar por radio que el tanque que está frente al comando de la Guardia Nacional
ya tenía fuego”, cuenta el tío de Reneduar. En el Destacamento 44 de la Guardia, a 500 metros de la
refinería, murieron al menos 23 de las 41 víctimas de la explosión.
Estas “esferas” utilizadas para el almacenamiento
de butano, propano o etanol están elevadas del suelo por cuatro torres de 20 metros para evitar la
acumulación de gases a ras de la tierra. Pero eso fue lo que se presume ocurrió
la madrugada del sábado. “Cuando se acumula el gas así, cualquier cosa puede
actuar como fuente de ignición: un celular, una herramienta que se cae…”,
explica Juan Medina, antiguo superintendente de la empresa estadounidense
Chicago Bridge Iron Company, que en 1979 construyó el patio de almacenamiento
de gas de la refinería de Amuay. “Pero es imposible que una de esas esferas
explote”, continúa Medina.
El paro petrolero de 2003 culminó en el
despido de 20.000 profesionales y obreros de la empresa
La primera versión que ofreció el ministro
de Petróleo y Minas, Rafael Ramírez, sobre lo ocurrido el sábado era que habían
explotado dos esferas de gas dentro de la planta y que luego el fuego se
extendió hacia los tres tanques del combustible que ardieron hasta este martes.
Además de ministro, Ramírez es presidente de la estatal Petróleos de Venezuela
desde 2004: el año siguiente al paro petrolero contra el gobierno del
presidente Hugo Chávez, que culminó en el despido de 20.000 profesionales y
obreros de la empresa, incluida toda la alta gerencia. Los sindicatos
petroleros vinculados con la oposición atribuyen los recientes accidentes en la
industria a la falta experticia de Ramírez, a la falta de mantenimiento de las
plantas y al despido masivo de personal calificado en 2003.
Reneduar José Jiménez Acosta fue uno de los
trabajadores que no se sumó a esa huelga. Estuvo 12 años al servicio de Pdvsa y
era estudiante de la Universidad Experimental de la Fuerza Armada
(Unefa). En febrero, dice su familia, recibirá el título post mortem de
ingeniero petrolero.
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