Lo que sigue a continuación es el relato, el testimonio de una de
las estudiantes que trabajó con tesón y pureza por y para el triunfo de
la democracia, de la dignidad de la nueva Venezuela… NO ES DE MI
AUTORÍA, CONSERVARÉ SU IDENTIDAD PARA PRESERVARLE SU INTEGRIDAD. BGV
El 7-O, trabajé en una de las 4 salas de totalización que manejaba el
Comando Venezuela. Cada una de las salas estaría conformada por un
equipo de 300 personas “conectores” (en su gran mayoría, estudiantes
universitarios e incluso varios bachilleres menores de edad) que
tendrían la labor de comunicarse con un testigo suplente en 10 centros
de votación a nivel nacional, más un equipo de alrededor de 100 personas
que seríamos el staff y nos encargaríamos de la logística del día. Los
conectores tendrían la función de monitorear el proceso electoral en
esos 10 centros y al final de la jornada, recolectar los votos
expresados en las actas.
Desde el principio, me llamó la atención el trabajo que realizaríamos
allí, ya que en cada sala habría una muestra fidedigna de los
resultados electorales a nivel nacional. Además, en teoría, tendríamos
los resultados antes de que Tibisay Lucena, rectora presidente del CNE
los anunciara en televisión. Para mí era más que emocionante poder
confirmar la victoria de Capriles.
A lo largo de estos meses de preparación de la sala vi el esfuerzo
impresionante que hacían las personas del “staff” para sacar la sala
adelante: estudiantes menores que yo sé encargaron de proveer la comida
para más de 300 personas; otros se encargaron de planificar el
transporte de los conectores desde el lugar de encuentro hasta la sala y
también para llevarlos a votar; otro equipo se encargó de la seguridad
de la sala, y el equipo de “coaches” que nos encargaríamos de atender a
los conectores para que pudieran llevar con comodidad una jornada,
particularmente tensa, de 15 horas.
Además, se les pedía un esfuerzo adicional: el grupo de conectores,
durante las vacaciones, tuvo que hacer diferentes llamadas a sus
testigos suplentes (que llamábamos coordinadores) para probar el sistema
que estábamos utilizando y establecer una relación de confianza,
asegurando que luego no habría problemas compartiendo información con
respecto a las actas. Además, participaron en 2 simulacros y en varios
call centers para arreglar las fallas que se nos iban presentando. Me
llamó muchísimo la atención ver cómo todos, en mayor o menor medida,
hacían su trabajo con entusiasmo y buscaban la manera de colaborar más.
El día de ayer, el equipo de staff tenía la tarea de encontrarse en la
sala a las 2:30 am. Los conectores debían empezar a llegar a las 4:00am.
La primera llamada debería realizarse alrededor de las 6:30am. Y así
comenzó nuestra jornada electoral.
No sé cómo comenzar a contarles cómo fue ese día. Gracias a los
simulacros, pudimos reducir los problemas internos a un mínimo. Yo veía a
todo el equipo que no paraba de moverse: buscando las cajas de comida,
solucionando los problemas técnicos, tratando de atender a las denuncias
que recibíamos de los coordinadores de centro (de eso profundizaré más
adelante), entre otras cosas más que ahora no se me vienen a la mente.
Todo ese corre-corre se desarrollaba en un ambiente muy ruidoso (no
es fácil mantener a más de 300 personas en una sola sala con un tono de
voz moderado) y era agotador; nos turnábamos para dormir en el piso,
íbamos a la cocina a refugiarnos 5 minutos con un dulce y el ventilador y
como eso, otras situaciones más. Pero con el consuelo de saber lo
arrecho que era el trabajo que estábamos haciendo.
Fui de las primeras personas de la sala en ir a votar. Llego a la
sala y sigue el trabajo. Vota Capriles, y en su discurso se le ve
tranquilo y neutro, y según gente mucho más inteligente que yo,
transmitía un buen mensaje. Luego habla y vota Chávez y una primera ola
de triunfo recorre las caras de mis compañeros al decir: “Se le ve
completamente derrotado, ¡HAY UN CAMINO!” Yo recuerdo que le comenté a
mis hermanos que ese discurso podría significar dos cosas: la primera,
que de verdad estábamos ganando y estaba preparando a su gente; la
segunda, que era un juego psicológico para hacernos sentir triunfantes y
esperanzados para luego destrozarnos moralmente con todas las artimañas
que puede hacer una persona con tanto poder.
En la tarde, la mayoría de las llamadas reportaban distintos tipos de
denuncias: que a pesar de que la máquina llevaba horas sin funcionar,
no pasaban a voto manual; que solo podían entrar al recinto testigos del
PSUV y los de la oposición quedaban fuera, etcétera, etcétera,
etcétera. A medida que pasaba el tiempo, las denuncias se ponían peores:
que había grupos violentos, identificados a favor del Chávez, alrededor
de los centros; que eran más de las 6:00pm y que no cerraban el centro
(que estaba vacío); que hacían una retransmisión de las actas; que a la
hora del escrutinio botaban a los testigos opositores de los centros y
así muchas más.
Y a pesar de todas esas denuncias horribles, de trampas obvias que
nos perjudicaban fuertemente, seguía habiendo esperanza. El mensaje que
nos hacían llegar a la sala seguía siendo un muy confiado ¡HAY UN
CAMINO! Y a las 6:30 pm me negué a creerle a nadie que me dijera que
íbamos perdiendo, porque en el lugar donde yo estaba, manejado por el
Comando de Capriles, nos decían que la diferencia era de 4 puntos a
nuestro favor. Una cantidad modesta, apropiada, razonable.
Dos horas después, el juego cambió completamente. Nos indicaron que
debíamos arreglar la oficina donde se encontraban las cosas del staff,
para tenerlas listas para salir. El equipo de seguridad revisó la salida
de emergencia y salió de la sala y se empezó a discutir sobre si
decirle a los conectores que ya habían terminado su trabajo que podían
irse a sus casas. Evidentemente, yo me imaginé que venía un allanamiento
o algo por el estilo.
Las instrucciones a los conectores fueron que debían apurarse
realizando sus llamadas, que se comunicaran por mensaje de texto si era
más rápido. Luego se les indicó que la prioridad no era cubrir los
multados de todas las mesas por centro sino de una mesa por lo menos.
Ahí seguíamos sin saber qué estaba pasando, por qué el ánimo había
cambiado completamente.
A las 9:30 pm, las instrucciones que recibimos, los coaches,
fue decirle a todos los conectores que no importaba si habían logrado
comunicarse o no, si les faltaba algún centro o lo que sea, ya
tenían que cerrar sus computadoras e irse. No se me olvida que más de 5
personas me dijeron a mí personalmente (y me imagino que no fui la única
en escuchar lo mismo): “¿Pero por qué? Tengo un centro que tiene a más
de 100 personas en fila para votar”.
Para las 10:00pm, en la sala quedamos sólo el equipo de staff y unos
cuantos conectores que están esperando a que los busquen. Terminábamos
la jornada con un trabajo incompleto, confundidos y con la noticia de
que habíamos perdido por 8 puntos. Minutos después, Tibisay Lucena
anunció que, con una participación del 80% del electorado, con un 54% de
votos gana Chávez y Capriles pierde con un 44%.
Diez puntos de diferencia. Un resultado humillante que nos quiere
hacer recordar que “Chávez es el corazón del pueblo y el pueblo quiere a
Chávez”.
Yo todavía no entiendo cómo en 2 horas cambió el resultado tan
drásticamente y SIN EXPLICACIÓN ALGUNA. Y como yo, mucha gente que hizo
más que votar e ir a su casa a esperar resultados, no entiende y está
confundida.
Llegué a mi casa justo a tiempo para escuchar el discurso de Capriles
y pensé: “Aquí fue, aquí es donde demuestras que todo el trabajo
realizado valió la pena y vamos a salir a reclamar lo que nos
corresponde”, para encontrarme con un discurso muy elegante que acepta
la derrota y felicita al candidato contrario, consolidando al CNE como
árbitro transparente e imparcial (y condenando, como me dijo un amigo,
todas las futuras elecciones que podamos tener) y llama a la gente a
estar calmada, hay un camino, el tiempo de Dios es perfecto, solo tengo
40 años, aguantemos que todavía queda para luchar.
No se imaginan mi decepción y rabia al escuchar el discurso de
nuestro candidato. Cuando me doy cuenta que el trabajo que realizamos
por meses, era en vano porque Capriles aceptaba la derrota sin ni
siquiera mencionar las miles de denuncias que recibimos durante el día
(sin contar aquéllas que habrán recibido las otras salas u
organizaciones como Voto Joven y Súmate).
Me pareció una absoluta falta de respeto a todos los que trabajamos
para que él ganara. Más aún, me pareció una falta de respeto a mi
inteligencia, como si yo no supiera cuáles eran los verdaderos
resultados; como si para los que estuvimos en las salas de totalización,
fue imperceptible el cambio súbito de ánimos, la incoherencia entre la
información que recibíamos y los resultados finales. Yo no podía
entender cómo un abogado de la UCAB, con el apoyo de millones y millones
(no miles y miles) no reclamaba la violación a los procesos mínimos
electorales. Cómo aceptaba unos resultados cuando había centros que aún
tenían filas para votar.
“Perdimos” en más 20 estados, entre ellos Zulia y Carabobo (¿En serio
se creen eso?) y ganamos apenas en Táchira y Mérida. Y ahorita que
escucho las declaraciones de la MUD, ellos introducen “sutilmente” que
lo que hay que hacer es trabajar para prepararnos para las regionales en
diciembre. ¿En serio? ¡Si acaban de demostrarnos que pueden quitarnos
todas las gobernaciones que quieran! ¿Ya se acabó el 7 de octubre? ¿Qué
pasó con todas las denuncias que recibimos ayer? Nada, no pasó nada,
porque ya vienen las regionales y es tiempo de prepararse para
posicionarse políticamente en cualquier huequito que se pueda.
Y lo único que escucho son frases como: “El pueblo se merece el
gobierno que tiene” o “Sigue habiendo un 54% de la población que es
ignorante” o peor aún, “Capriles, cómo se nota que nos quedas grande”.
Yo NO voy a echarle la culpa de la “derrota” de ayer a un pueblo
maravilloso donde viejitas fueron en camilla a votar, o testigos de
mesas en las zonas más chavistas se refugiaron dentro del centro por un
tiroteo pero no lo abandonan para resguardar los votos, o trabajadores
del sector público que arriesgaron su trabajo para depositar un voto
sincero y esperanzador, así como tantos otros casos conmovedores de
personas que se las vieron negras para luchar por un candidato que
representaba un cambio. Así como los otros 1.400 y tantos estudiantes
que como yo, estuvimos en las salas de totalización, tratando de darle
una mano a Capriles para que pudiera decir, con fundamento, un mensaje
muy diferente al que escuché ayer en televisión.
Yo merezco más que esas declaraciones de ayer y no acepto que me
encasillen en el grupo de venezolanos que “merece al gobierno actual”.
Merezco más que un grupo de “líderes” que aceptan las condiciones de un
juego en el que estamos en absoluta desventaja. Que no denuncian las
ilegalidades del CNE (una básica: ¡Auditoría del REP!) y que son tan
orgullosos y egoístas que se niegan a colaborar con grupos de expertos
como Esdata.
Culpo, de nuestra “derrota” a los dirigentes opositores que juegan
con nuestro cansancio y aguante, que nos utilizan como peones para
posicionarse políticamente. Culpo a Borges, a Caldera, a López y a
tantos otros egoístas que confían ya no sé en qué, en un supuesto cáncer
o en cualquier otra fantasía para que, luego de que no haya más Chávez,
puedan cobrar esa cuota de poder, que valdrá nada en un país destruido
económicamente y que está, hoy más que nunca, dividido y desmoralizado.
Y a ti Capriles, también te culpo. Tu, que te ganaste mi respeto en
tu campaña, que te admiré por tu trabajo incansable, que te agradecí por
darle un verdadero motivo de lucha a tantas personas, hoy te reclamo,
profundamente decepcionada, que entregaras tan fácilmente lo que te
correspondía legítimamente. Que subestimaras nuestra capacidad de lucha y
nuestra inteligencia.
Que nos condenaras a 6 años más de deterioro. Que dijeras que quien perdió ayer fuiste tú, cuando sabías (o por lo menos, debías saberlo) que el futuro de todos nosotros se encontraba en tu victoria. Ayer tú no perdiste, ganaste un grupo de seguidores que son incapaces de ver tus fallas (situación que me suena familiar). Ayer perdimos todos los demás.
Que nos condenaras a 6 años más de deterioro. Que dijeras que quien perdió ayer fuiste tú, cuando sabías (o por lo menos, debías saberlo) que el futuro de todos nosotros se encontraba en tu victoria. Ayer tú no perdiste, ganaste un grupo de seguidores que son incapaces de ver tus fallas (situación que me suena familiar). Ayer perdimos todos los demás.
Y ya creo que expresé todo lo que tenía que decir. Sigo pensando que
sí hay un camino (de verdad que le quedó muy bueno el lema).
Lamentablemente creo que ayer se confirmó que, con unos líderes
opositores sumisos a un CNE parcializado, el camino que nos lleve a la
libertad no será el electoral.”
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