El reelegido
presidente de Venezuela, Hugo Chavez, parece un caballo desbocado que en
su afan continuista no vacila en arrasar todo lo que se pone en su
camino.
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En este sentido la
comunidad judía de Venezuela, que supo tener hasta hace 12 años a unos
20.000 miembros y hoy tiene sólo unos 8.000, ha sido víctima nuevamente
de actitudes antisemitas por parte del aparato de un gobierno
autodenominado “socialista y populista”, cuando en verdad es un engendro
demagógico que extrañamente es reivindicado en la Argentina por un
gobierno que también se autodenomina populista y progresista.
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En la reciente
campaña electoral en Venezuela abundaron los epítetos antijudíos contra
el candidato opositor, Henrique Capriles, una católico con antepasados
judíos víctimas de la Shoa, algo que Capriles no olvida.
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Chavéz tildó a
Capriles en plena campaña de “cochino”, término que deviene de marrano, y
en su aparato propagandístico han aparecido inmensas alusiones
antijudías. De hecho la web chavista Aporrea llegó a publicar una guía
de instrucciones antisemitas en la que invitaba a denunciar con nombre y
apellido a los miembros de la comunidad hebrea y confiscar sus bienes.
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Bajo el extenso
gobierno chavista la comunidad judía de Caracas vio asaltado su centro
social en el 2004 y en el 2007 bajo el pretexto extravagante de buscar
armas del “Mossad sionista” (solo a algunos ingenuos se les ocurrre
pensar que hay diferencias entre antisionismo y antijudaísmo siendo que
el primero lleva al segundo).
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En el 2009 fue
profanada la sinagoga Tiferet Israel a la vez que pintaron cruces
esvásticas dentro de la sinagoga y aparecieron frases escritas como
“Judíos fuera” y “muerte a los sionistas”.
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El asalto a la
sinagoga ocurrió apenas después que Venezuela rompiera relaciones con
Israel luego del operativo israelí en Gaza, Plomo Fundido.
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Venezuela es un
aliado incondicional de Siria e Irán y calla ante las masacres atroces
de Assad y abre las puertas al terrorismo iraní en Latinoamérica. Nada
de esto parece conmover a la insípida política exterior de Argentina,
más interesada en montarse en el triunfo del venezolano para legitimar
su “modelo” económico.
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Nada bueno les
espera a los judíos venezolanos en los próximos años como así tampoco a
los judíos sudamericanos que vivan en este tipo de regímenes y sus
lacayos como el boliviano, ecuatoriano y nicaraguense.
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En este sentido
los judíos argentinos deben preocuparse ya que el actual gobierno ha
ponderado a Chavez en reiteradas oportunidades, quizas por la
dependencia energética.
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Si a esto le
sumamos el acercamiento argentino a Irán con la excusa pueril de la
causa AMIA y las erróneas analogías de la presidenta argentina
comparando torpemente la causa Malvinas con el conflicto palestino-
israelí, no pasará mucho tiempo hasta que el antisionismo y el
antijudaísmo de izquierda vuelva a levantar cabeza en nuestro país tal
como lo hiciera en el 2006 y el 2009 de la mano de Luis D’Elía y ante un
pesado silencio gubernamental.
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