Son
innumerables las evidencias de la absoluta carencia de talante
democrático de Chávez que, en contradicción con el ejercicio de la
política, para solapar su vergonzante golpismo, se declaró
“revolucionario” al llegar al poder - mientras que la revolución es pre
política, la política es pos revolucionaria, es decir, que en puridad
conceptual no puede existir “política revolucionaria” – violando los
preceptos democráticos de la Constitución por la cual fue electo por
primera vez, como los de la propia que ya es un articulado desechable –
se crean instancias no contempladas en ella, como un “poder popular” o
las milicias bolivarianas o la división político territorial en comunas.
Pero eso no
les dice nada a las instancias internacionales supuestamente
democráticas, que parecen manada de prostitutas bailando al son que les
toca la chequera munífica de Chávez, porque han sido siempre monos
sabios ante los desmanes del jamás vencido en las urnas, pues si pierde,
como ha perdido en el revocatorio, la reforma y en las parlamentarias,
arrebata y se sale con la suya; Aunque cuando gana el tufo sórdido
silencia las celebraciones - ante el aplauso de las focas que les
servirán de alimento a la jauría hambrienta, Rafael Isea vaya delante,
como en su momento el arrinconado compadre Rincón.
Dentro de esa
práctica, y como ejemplo, de inmoralidad política designó al general
activo Rangel Silva candidato a la gobernación de Trujillo por el PSUV,
es decir por el partido del gobierno – confesión tácita de su militancia
partidista inconstitucional - aunque el lapso para realizar
modificaciones en el proceso de postulaciones había expirado, abuso de
poder similar al de las migraciones extemporáneas – “excepcionales”
según la concesión graciosa del CNE con los caprichos del dedo reelecto.
Sin embargo,
no recibimos ninguna sorpresa con esta descarada actitud del CNE –
¡fuera máscaras al fin! - que, simplemente, certifica la
inescrupulosidad que le es inherente a la psiquis del líder del proceso
revolucionario, cuya ambición desmedida por el poder lo lleva por el
sendero del “vale todo” – el uso sinvergüenza de recursos y funcionarios
públicos para hacer campaña electoral es un pequeño ejemplo - amparado
por la fuerza ciega de la turbamulta a la que llama “pueblo” – única que
celebró su triunfo el 7O - que solo le exige impunidad, por lo que
muchos analistas internacionales observan con preocupación la
posibilidad cierta de una guerra civil en Venezuela, dado el extremo de
abusos a los que ha llegado Chávez en su afán de imponer un gobierno
comunista, sustentado en comunas oprimidas por fanáticos desclasados.
Pero mientras
esa realidad nos alcance, las acciones inmorales del gobierno lo
califican para la ubicación internacional entre los gobiernos forajidos,
si no tuviera acceso irrestricto a los dólares producidos por la
factura petrolera para comprar conciencias en venta por todo el planeta –
Mercosur, como ejemplo - ante la sonreída mirada complaciente de los
poderes públicos llamados a su control y el voto puntal del pueblo
seducido por una promesa despobrezadora imposible de cumplir, pues
derribaría la entelequia que sostiene al régimen: La mentira expectante.
Oclocracia comunista
El comunismo
original – una secta de asesinos - es militar, se sostiene en las armas
de ejércitos corruptos que conforman un aparato represivo marcial, como
el de Cuba, cuya misión es castrar por el terror la natural capacidad
crítica del individuo, pero el de Chávez es inédito, por su
entronización electoral financiada por el petróleo y por estar pivotado
en la muchedumbre aclamacionista, estimulada por el resentimiento
social, ante las cuales son inútiles leyes y preceptos
constitucionales.
Por ello a
Chávez no le es necesario reprimir directamente, pues logra “disuadir” a
sus adversarios, obligándolos a autocensurarse – las emisoras de radio,
por miedo, han ido eliminando los programas verticalmente críticos -
ante la amenaza terrorífica implícita en las hordas salvajes motorizadas
- ignorantes fanáticos “idologizados”, cuyo dogma es matar para
convencer de las bondades de no ser, que mantienen amenazados al propio
pueblo, conculcándole su derecho a la protesta y al disenso.
En conclusión
Hasta este
momento soy de los muy pocos – en realidad fui el primero que lo hizo -
que han definido este “proceso” como una oclocracia: Es que cuesta
asimilar que en realidad este gobierno de incondicionalidades
pillofílicas y mediocridades opulentas, haya sido capaz de planificar
acciones que impusieran a los venezolanos una inédita forma de
dictadura, que ya había sido, y desde muy antiguo, definida por los
padres de la civilización occidental.
Estoy
convencido de que, más que el efecto de una planificación inteligente,
la perversa utilización de los débiles mentales portátiles para apoyar
la “revolución” aplaudiendo al líder a cambio de unos mendrugos,
resultó, sorpresivamente, una forma de conservar el poder con los
recursos de la democracia, eliminando elementos sustantivos de ella como
la alternabilidad. Y, de esta manera, mediante la ficción del “poder
popular” – todo el poder para las comunas… que le endosan, por supuesto,
todo el poder a Chávez – y con la organización de las milicias urbanas –
“colectivos” violentos - Chávez impone el comunismo oclocrático que
amenaza con la disolución total de la democracia liberal que insertó a
Venezuela en la civilización; de la república, considerada
despectivamente Estado burgués; de la sociedad, que será sustituida por
la masa de conciencia colectiva, dado su desprecio por la
individualidad, que crea desarrollo y, por ende, sociedad de
especificidades en beneficio colectivo, y de la familia, que será
absorbida por la potestad del Estado. Y allá, afuera, la turba ebria de
impunidad cobra peaje, secuestra y atraca en el santo nombre de la
revolución. Sale pa´llá.
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