9/12/12

Huérfanos

“La vida es una ininterrumpida e intermitente sucesión de problemas que sólo se agotan con la muerte”. Ingmar Bergman (1918-2007), famoso guionista y cineasta sueco.
Desde el 15 de noviembre no se le ve la cara al Presidente. Ese día apareció en un Consejo de Ministros transmitido en cadena y que algunos suspicaces dijeron que era grabada.
Lo cierto es que desde que Rizarra no es ministro de Información, no escribe twitter, para algunos prueba de que quien escribía los mensajes presidenciales era el polémico ex funcionario. La salud del Presidente había estado alejada de la agenda mediática, ocupada de la agenda de las elecciones presidenciales. Pero pasado el montaje de la campaña, ya es inocultable que el comandante está por lo menos incapacitado de aparecer en público y muy probablemente, alejado del mando del Estado.
Desde el 27 de noviembre, el jefe del gobierno venezolano se encuentra en un misterioso tratamiento en Cuba. Tan misterioso como todos los anteriores pero con menos declaraciones. El alejamiento total de los focos públicos del Presidente causa preocupaciones difícilmente ocultables en los funcionarios del gobierno, que se esfuerzan por nombrarle permanentemente en todas sus declaraciones, para que se sienta que está presente… aunque esté más perdido que el fantasma de la sabana.
Quien realmente está cargando en esta última etapa, que será sin duda la más difícil, es Nicolás Maduro, quien no solo tiene que fungir como segundo a bordo, como Canciller, como ahijado del fidelismo y posible heredero, sino que también debe enfrentar la sarta de mandingas que le acechan en sus propias filas, para hacerle tropezar y caer.
Y Maduro no es un operador político. Es lo que los americanos llaman un “follower”, un seguidor. Sigue fielmente las instrucciones, trata de pasar agachado para no cometer muchos errores, evita las declaraciones polémicas y hace el papel de tipo confiable, incapaz del peor pecado para un revolucionario: tener iniciativas propias.
El policamburista vice es el único autorizado para decir alguna palabra sobre la salud del Presidente. “Está muy bien y atento al gobierno”, dijo. Entonces ¿qué hace en Cuba? La excusa del tratamiento hiperbárico es absurda, sobre todo si consideramos que en Venezuela hay 19 cámaras hiperbáricas en funcionamiento.
El resto de los ministros y gobernadores se hacen los locos y evitan el tema de la salud del jefe. Todos hacen esfuerzos por que creamos que el gobierno sigue adelante como si nada, pero en realidad allí el único que habla y hace movimientos públicos de anuncios, puestas en marcha de obras o gestiones, es el propio comandante. El Consejo de Ministros es una comparsa que baila al ritmo que le toque el que ahora parece que ni pita.
La inercia gubernamental, característica en los aspectos fundamentales y solo visible en las áreas populistas, es preocupante. No hay respuestas en salud, en infraestructura, en educación. Apenas si habló la Ministra para anunciar que definitivamente las vacaciones escolares comienzan el 11 de diciembre por causa de las elecciones. Por su parte, los gobernadores oficialistas (al menos los que van a la reelección) están entregados a la campaña, resaltando que ellos son los candidatos escogidos por el amo de la revolución. Pero ¡cómo les hace falta la alzadita de mano! Lo peor es que llegaran al 16 de diciembre sin que eso suceda, porque por los vientos que soplan, la ausencia presidencial podría prolongarse. Aunque como siempre, no hay información oficial acerca de la salud del primer mandatario; conociendo la especie, es insólito que no asome ni la nariz en momentos tan álgidos como la victoria de Nicaragua sobre Colombia en la disputa territorial, como las conversaciones de paz con la Farc en Cuba, donde siendo él un protagonista de esta historia, no ha dicho ni pío; y sobre todo, no ha participado en la contienda regional con vista al 16-D, a diferencia de su presencia abusiva de portaaviones en otros procesos similares.
El ministro de Información Ernesto Villegas, reclama que la prensa protesta por el exceso de exposición del Presidente y protesta también por la ausencia de él. Sólo ha emitido una información que tuvo además que aclarar: que el comandante estará presente en su juramentación el 10 de enero. Pero tal vez la prueba de fuego pública no sea esa, sino las elecciones que se realizarán en 11 días. ¿Estará en condiciones de venir a votar?
A los chavistas que se indignan porque los periodistas hablamos de la salud del Presidente, les aclaro que este es un asunto de estado, un tema público que nos concierne y afecta a todos los ciudadanos y a la gestión del gobierno que tenemos. Por tanto, si no quieren que especulemos, que digan de una vez la verdad, con la responsabilidad que no tuvieron al reelegir a un hombre enfermo que a todas luces no está en condiciones de asumir el peso de una presidencia.
Así como están pidiendo “respeto” para el Presidente, así deben darle al país el respeto de informar qué sucede. Deben dejar el sigilo y la angustia con que están actuando para que no se filtren informaciones. Se les ve demasiado el boxeo de sombra, aunque lo nieguen; están nerviosos, ninguno de ellos está preparado para liderar este caos dizque revolucionario. Ninguno tiene ascendencia popular suficiente para asumir la culpa, porque a excepción del Presidente que es inocente como una paloma para sus seguidores, todos los demás son considerados culpables de la mala gestión gubernamental.
En la bizarra celebración del golpe del 27 de noviembre, vimos a un Diosdado Cabello alzado jefeando. Sabe que tiene los mejores contactos con dos fuerzas poderosas: militares y bancos. Pero también sabe que políticamente es un malquerido. Sin embargo, su opción es hasta constitucional. Pobre Maduro. Y no digo pobre Jaua porque en esa corte de mandingas, el ex vice maneja muy bien su tridente, cubano él, por cierto.
2013 se perfila como un año volcánico, con una sucesión presidencial en puertas (a menos que un informe médico serio me desmienta), unas gobernaciones arrinconadas por un estado comunal -de seguir el país con la línea comunista- y con un mapa geopolítico que puede cambiar de color en los saltos de talanquera que se avecinan, cuando los herederos no puedan con la pesada herencia que pronto les dejarán.

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