“Hombre Rico, Hombre Pobre”… así se tituló el
best-seller original de Irwin Shaw, publicado en 1970, que narra la historia de
la familia Jordache, enfocándose en un par de hermanos cuyas vidas toman
distintos caminos, uno disfrutando de una gran riqueza y enorme poder personal,
y el otro, al borde de la miseria… el centro argumental de la novela se
ambienta en épocas de la guerra de Corea, la rebelión de los estudiantes y la
llamada revolución negra.
En el país estamos a punto de reeditar algunos capítulos de esa novela, puesto que nuestra sociedad se está segmentando entre ambos conceptos pero teniendo como telón de fondo etapas diferentes de la vida política continental, desenvuelta bajo revoluciones distintas a las que motivaron a Shaw…
Por Armando Urdaneta
M. y Franco D´Orazio P.
El
día viernes 8 de febrero de 2013, en horas vespertinas, el país fue informado
de nuevas medidas de devaluación monetaria por funcionarios responsables del
área financiera, que anunciaron un sombrío escenario empleando discursos
exculpatorios ya agotados aderezados con palabras disfrazadas, muy apropiadas
al asueto carnavalesco ya en vísperas.
Esa
decisión, por cierto, no sorprendió a los ciudadanos debidamente informados y
sobre todo, aquellos preocupados por estudiar el problema y elaborar algunos
pronósticos al respecto (http://wp.me/p29J0n-Ex), que permiten
visualizar la deficiencia de esa devaluación cantada a dúo que se queda corta
ante el déficit fiscal del país, que actualmente representa entre el 10% y el
12% del Producto Interno Bruto (PIB).
Una
correcta lectura de la verdadera situación económica venezolana hubiese sido
aplicar una devaluación que cubriera de una vez el escenario mínimo de 8,25
Bs/$, a fin de respaldar al menos el 100% de la base monetaria para no aplicar
medidas adicionales en el corto plazo. No cubierta esta brecha, pues solo se
hablo de una devaluación lineal, esas medidas para ser efectivas deberían ir
acompañadas entonces de un recorte del gasto fiscal y políticas monetarias
restrictivas, la cual, bajo ningún criterio debería aumentar la oferta
monetaria a la economía, pues de lo contrario volveríamos a estar en la misma
situación anterior a la devaluación. Nada de eso fue anunciado.
Desde
el punto netamente social, la devaluación decretada que afecta 46,5% el
“bolívar fuerte” y proyecta la tasa de cambio de 4,3 Bs/$ a 6,30 Bs/$, provoca
que el salario mínimo en Venezuela disminuya de $476 a $325, a ese cambio
oficial. Ese mismo “bolívar fuerte” ya había perdido, desde su fecha de emisión
en enero de 2008, hasta enero de 2013, el 70% de su poder de compra, y ahora
con esta nueva devaluación el signo monetario pierde, según estimaciones
propias, el 82,5% de su poder de compra… mientras que el valor de la canasta
básica alimentaria, cuyo rubros alimenticios son importados en su mayoría, se
incrementa al menos en un 40% adicional, pasando su costo de 4.573 Bs, para un
grupo familiar de 5 personas, según lo estimara el CENDAS (Centro de
Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros) a
inicios de este año, a 6.400 Bs según estimaciones propias, tomando en cuenta
la tasa de inflación interanual del sector alimentos.
Simplemente
comparando esta última cifra con el salario mínimo nacional, que sigue
estancado en 2.047 Bs/mensuales, nos da una clara idea del verdadero tamaño del
empobrecimiento de la población.
Igualmente,
otro factor a considerar en el impacto de esta medida devaluacionista es el
índice de riesgo país, un indicador fundamental para la cotización de la deuda
externa así como su costo asociado, a través del posible incremento de las
tasas de interés como consecuencia del incremento del índice de riesgo país.
Esto es debido a que las calificadoras de riesgo internacionales toman como
patrón fundamental para calcular dicho indicador la relación: Deuda Externa
Total (DE) / PIB Nominal (PIBN). Esas cifras en el año 2011, eran:
Es
decir, la deuda externa representaba el 31% del PIB Nominal, medido en dólares
norteamericanos; mientras que a partir del anuncio de la devaluación, dicha
relación 2012 es la siguiente:
Lo
cual indica que la deuda externa representa ahora el 42% del PIB Nominal,
igualmente medido en US dólares, indicando esto un mayor nivel de riesgo para
invertir o para prestarle dinero al país, debido que su deuda externa es cada
vez mayor… y su producto interno bruto, medido en dólares, es cada vez menor.
Todo
ello sin tomar en cuenta la deuda externa consolidada de la petrolera estatal
PDVSA, que supera los 40 millardos de US$ y cuya inclusión en las cuentas de la
nación implicaría que el índice de riesgo antes mencionado se colocaría muy
próximo al sesenta por ciento, lo cual dificultaría o en todo caso encarecería
aún más la adquisición de nueva deuda, que ha sido el pilar fundamental que ha
cabalgado la macroeconomía del país en el último lustro, paradójicamente, de
extraordinaria abundancia petrolera… aunado a la eliminación del concepto de
Sitme (Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera), utilizado
por muchas empresas pequeñas y medianas para comprar sus insumos en el exterior
y que llegó a representar unos 5 millardos de US$ anuales, lo cual veremos
reflejado en la inflación de este año que alcanzará dos dígitos altos, con
suerte.
Observándose
estos rasgos de la política fiscal y monetaria emprendida por el gobierno a
principios de este año, decreto de inamovilidad incluido, concluimos que
persisten las mismas desviaciones que existían antes del proceso de devaluación
que agudizan la situación económica a futuro, que de no ser corregidas
apropiadamente, pues más temprano que tarde nos colocará ante un nuevo
escenario deficitario cuyo impacto será mucho mayor para los trabajadores, para
los que viven de las dádivas de alguna misión, para los pensionados y sobre todo,
para los que no tienen trabajo… afectándose seriamente la calidad de vida de
todos los venezolanos.
Y
ni hablar del precio de los combustibles, que en la actualidad se venden a
cifras muy inferiores al costo de producción, sin considerar su verdadero costo
de oportunidad, todo ello adicional al deterioro del parque refinador nacional
(http://wp.me/p29J0n-nh) que obliga a importar
ingentes cargamentos que deben comprarse a precios internacionales para ser
subsidiados en el mercado interno.
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