Según todos los
indicadores de la lógica, la razón y el más elemental sentido común, además de
la pasión despertada por su candidatura durante su fulgurante campaña
admirable, usted debe ser elegido mañana 14 de Abril, como presidente de la
Venezuela unida por el bien común que todos los sectores ambicionamos –
Venezuela somos todos - luego de oscuros y largos años de divisionismo y empeño
de disolución republicana por la manipulación de la ingenuidad popular, con el
perverso propósito de perpetuar en el poder una inepta élite neo oligarca que
devastó lo construido sin construir absolutamente nada digno de mención
histórica.
Y, aunque es innegable que usted
conoce a cabalidad la exacta dimensión del reto que enfrenta –“esta lucha tiene
un objetivo, la reconstrucción de la patria…” – no está demás enfatizar que la
tarea de reconstrucción polimorfa – física, económica, moral, ética - que le
plantea un país destruido en todas sus áreas por catorce años de ineficiencia,
ignorancia, improvisación, corrupción, nepotismo y despilfarro irresponsable de
ingentes recursos históricos para beneficiar pueblos extranjeros en detrimento
de los venezolanos, tiene épica similitud con la emprendida en Europa luego de
la Segunda Guerra Mundial, aunque también hay que recordar que de aquella
devastación surgió en tiempo breve una Europa fortalecida que emprendió el
camino de la paz indispensable para el crecimiento sostenido y sustentable, lo
que estoy seguro ocurrirá en Venezuela con un gobierno eficiente, que gerencie
por objetivos propiciando la confianza, comprometido con el desarrollo de la
ciudadanía sin la estrafalaria demagogia parasitaria que muta a los pueblos en
dependientes inservibles, atados a los caprichos políticos de los gobernantes
de turno, obviando la poderosa herramienta del talento individual para superar
la pobreza, que debe ser un estadio transitorio a superar y no un estático
paraíso electoral para inescrupulosos populistas.
Así que debe ser prioritario,
luego de conceder libertad plena a los presos políticos y permitir el retorno
de los exiliados a su patria, el cumplimiento del artículo 87 de la
Constitución vigente, violado por el gobierno anterior que determina de forma
inapelable que “es fin del Estado fomentar el empleo”, pues una persona sin
empleo es un ser incompleto de dignidad vulnerable, que deriva, tal el ejemplo
cubano, en sumiso masificado, de conciencia colectiva, al servicio exclusivo de
su supervivencia basal, sin verdadera noción ni de patria ni de democracia ni
de libertad. Y un país con las diversas opciones productivas de Venezuela, es
propicio para estimular la inversión que genere el progreso que del trabajo
deriva.
Y en este proceso de
reconstrucción física hay demasiado que emprender, tanto para reactivar lo
demolido, devastado, arruinado, como para construir la adecuación modernizadora
abandonada por catorce años de discurso retrógrado - “lo primero es la
política” - que paralizó el ingreso del país al siglo XXI, como, para citar
como ejemplos puntuales consumidores de mano de obra masiva, el puente a
Margarita, llevar el Orinoco a Caracas y el Caura a Guri, desarrollar complejos
hidroeléctricos en el Bajo Caroní, reparar la red de carreteras, culminar las
autopistas pendientes y un plan ferroviario viable que abarate el transporte desde
los centros de producción agrícola e industrial hacia los centros de consumo y
exportación.
Con los recursos venezolanos que
se regalan a países inviables por la esquizofrenia política que los gobiernan,
es suficiente para llevar a feliz término estos ambiciosos proyectos,
incluyendo dos millones de viviendas como hizo México en dos años bajo el
gobierno de Vicente Fox. Para ello solamente es necesario rodearse de gerentes
eficientes comprometidos con el éxito de la Venezuela productiva que todos
ambicionamos – fuera pegafiches y adulantes, porque con aguacates no salen
batidos de fresa.
Guayana como artífice
Retomar el proyecto Guayana, cuyo
emblema es Ciudad Guayana - capital del eje Orinoco/ Apure - sería el primer
paso para incentivar el desarrollo empresarial industrial que a mediano plazo
acompañaría a la industria petrolera como proveedora de divisas indispensables
para el progreso material de la nación. Para ello es indispensable rescatar la
CVG como ente ductor del desarrollo de esta vasta región que comprende los
estados Bolívar, Delta Amacuro, Amazonas, Monagas, Anzoátegui y Sucre,
potenciando, con el concurso de inversión extranjera, las empresas reductoras
existentes, colapsadas hoy por el proyecto comunista enemigo de cualquier
posibilidad de productividad independiente del Estado controlador, pero para
ponerlas al servicio de decenas de empresas manufactureras que usen la materia
prima para elaborar productos finales en oferta directa al consumidor nacional
e internacional, pues Guayana, que pone electricidad, autopistas, puentes y
puertos para desarrollar el norte de Brasil, quedó para vender mazapán de merey
a los conductores de carga brasileños.
El personal asesor necesario
existe - para crear un consejo de coordinación - y con toda la disposición
de poner su vasta experiencia al servicio de esta cruzada por devolver a
Guayana el vigor perdido – tuvo en su momento el parque metalmecánico más
importante de América Latina - por la mala praxis de un gobierno mentiroso,
integrado por ignorantes elevados a niveles decisorios por su capacidad de
obediencia ciega – “la incondicionalidad es un valor en el chavismo” solía
asegurar Aristóbulo cuando lo era - que juran que patriotismo es arroparse con
la bandera cubana y entonar el himno de esa nación en los actos oficiales.
En conclusión
Usted se forjó al calor de la
lucha política, por lo tanto la presidencia de la república no significa para
usted ningún sobresalto, sino un reto para demostrar que es posible que
funcione la justicia, sin adjetivos usurpadores – a cada quien lo que le
corresponde – en democracia – también desprovista de calificativos – como vía
expedita para enrumbar al país por la senda del progreso colectivo por el
desarrolló pleno de las potencialidades de sus individuos, porque la patria,
Henrique, es la gente y si queremos mejor patria es imperativo forjar mejor
gente en la fragua del trabajo, el estudio y la responsabilidad.
Rafael Marrón González
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