Durante la época de Chávez hubo fallos en el suministro de harina de
trigo, pero nunca con el desabastecimiento de ahora, publica
En los últimos 15 años, durante la gestión del fallecido presidente Hugo Chávez, ha habido fallas en el suministro de harina de trigo pero nunca con el desabastecimiento de ahora. El gobierno es el principal importador del trigo y desde diciembre no distribuye la materia prima a las panaderías por una huelga de los trabajadores de Molinos Nacionales (Monaca), que ha sido expropiada hace dos años.
Monaca cubre el 40 % del mercado y las otras empresas no han recibido a tiempo las licencias de importación, los certificados de producción y las divisas para la reposición de inventarios. El proceso es lento y burocrático y no será sino a mediados de febrero cuando se normalice la situación en caso de que el gobierno autorice a tiempo las divisas.
Repercusión en la industria
La falta de harina no sólo ha afectado a las panaderías sino también a la industria procesadora de pastas alimenticias, que también están en manos del gobierno. Las pastas a precio regulado están escaseando en el mercado. Los empleados de la Aída todavía sonríen con cierta pesadumbre a los clientes explicando que algunas panaderías de las zonas populares de Caracas como Catia y la Candelaria “ya han cerrado esta semana”. Y en el interior como Mérida y Táchira tienen problemas desde diciembre.
“No tenemos pan porque no hay harina”, dicen los panaderos. No hace falta siquiera poner letreros. Lo que está a la vista no necesita explicación. El gobierno chavista es el que otorga las divisas y también el que importa. Es un círculo vicioso. Las panaderías han alargado los sacos de harina ahorrando como pueden y prestándose unas a otras el trigo pero ya han agotado sus reservas. Han establecido un horario de producción escalonada de pan salado, reduciendo la fabricación de cachitos, pasteles y dulces. La poca harina que les queda es para hornear tortas con lo que se compensan para no cerrar definitivamente como lo hace la panadería Aida a la espera de mejores tiempos.
Ludmila Vinogradoff / Corresponsal en Caracas / ABC de España
La panadería Aída de la urbanización los Palos Grandes amaneció este
lunes sin pan. El fin de semana se gastó el último saco de harina de
trigo que le había prestado un amigo suyo para hornear pan campesino,
cachitos de jamón (croissants) y roscones de reyes, que tanta fama le
han ganado entre los caraqueños.En los últimos 15 años, durante la gestión del fallecido presidente Hugo Chávez, ha habido fallas en el suministro de harina de trigo pero nunca con el desabastecimiento de ahora. El gobierno es el principal importador del trigo y desde diciembre no distribuye la materia prima a las panaderías por una huelga de los trabajadores de Molinos Nacionales (Monaca), que ha sido expropiada hace dos años.
Monaca cubre el 40 % del mercado y las otras empresas no han recibido a tiempo las licencias de importación, los certificados de producción y las divisas para la reposición de inventarios. El proceso es lento y burocrático y no será sino a mediados de febrero cuando se normalice la situación en caso de que el gobierno autorice a tiempo las divisas.
Repercusión en la industria
La falta de harina no sólo ha afectado a las panaderías sino también a la industria procesadora de pastas alimenticias, que también están en manos del gobierno. Las pastas a precio regulado están escaseando en el mercado. Los empleados de la Aída todavía sonríen con cierta pesadumbre a los clientes explicando que algunas panaderías de las zonas populares de Caracas como Catia y la Candelaria “ya han cerrado esta semana”. Y en el interior como Mérida y Táchira tienen problemas desde diciembre.
“No tenemos pan porque no hay harina”, dicen los panaderos. No hace falta siquiera poner letreros. Lo que está a la vista no necesita explicación. El gobierno chavista es el que otorga las divisas y también el que importa. Es un círculo vicioso. Las panaderías han alargado los sacos de harina ahorrando como pueden y prestándose unas a otras el trigo pero ya han agotado sus reservas. Han establecido un horario de producción escalonada de pan salado, reduciendo la fabricación de cachitos, pasteles y dulces. La poca harina que les queda es para hornear tortas con lo que se compensan para no cerrar definitivamente como lo hace la panadería Aida a la espera de mejores tiempos.
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