Los venezolanos queremos vivir en un país libre y justo, a la medida de nuestra Constitución que instituye un “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia”. Un país cuyo gobierno sea efectivamente “democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables”.
Pero en la actualidad, Venezuela no solo se encuentra lejos de estas condiciones, sino que ve en peligro su viabilidad misma como nación incluyente y plural en la que todos podamos realizarnos. Por eso, el camino que lleva Venezuela tiene que cambiar.
Venezuela será lo que los venezolanos hagamos de ella, porque los resultados del cambio dependerán de los valores que lo inspiren y de la generosidad que lo aliente; de las normas, instituciones y políticas que consolidemos para que rijan su curso; y de la capacidad que los ciudadanos mismos nos demos para influir efectivamente en el proceso.
Una democracia comprometida con el desarrollo y la equidad en un marco de libertades
Las naciones que han tenido éxito en dar a sus pueblos bienestar y equidad, lo han hecho persiguiendo de manera consciente el desarrollo, es decir, la realización de las aspiraciones sociales, económicas y políticas de los individuos en sociedad, a través del pleno ejercicio de la libertad y el respeto a los derechos humanos. Y para ello han construido y fortalecido instituciones y reglas que equilibran y norman el juego de las fuerzas sociales, sirviendo de soporte a los cambios necesarios.
Construyendo una democracia fundamentada en los valores de nuestra Constitución, que asuma el desarrollo como fuente de equidad en un marco de libertades, que actúe como catalizador positivo del cambio, podremos salir del perverso curso actual que llevamos. Para ello, esa democracia debe perseguir la realización y el bienestar de las mayorías, de los excluidos, de los pobres, y debe garantizar seguridad jurídica, acatamiento del Estado de Derecho y respeto a la dignidad de las personas. Y para lograr esto, esa democracia tendría que apoyarse en un sistema de partidos democráticos que representen las visiones de todos los venezolanos, a los cuales debe exigirse compromiso con la ética en la política y en la gestión pública, y con un ejercicio realmente participativo del poder de decisión por parte de los ciudadanos, que destierre el populismo y toda otra clase de manipulación de la voluntad popular.
Con una democracia así podremos abrir un futuro de esperanza para las nuevas generaciones, y edificar una sola Venezuela socialmente justa y políticamente plural, que erradique realmente la pobreza, que retome la senda del desarrollo que extravió hace años, y que nos incluya a todos.
Los objetivos, principios, reglas y políticas de la Democracia Nueva
La Democracia Nueva debe comprometerse con la realización plena de los objetivos de la Constitución de Venezuela, ofreciendo el camino de lo posible. En función de ello, sus iniciativas deben cimentarse en un Consenso para construir el futuro, porque el cambio de rumbo no puede ser decretado ni impuesto por unos sectores sobre los otros, y debemos apoyarlas con un sistema de instituciones y políticas que maximicen su viabilidad.
Dos objetivos mutuamente complementarios, un marco de principios éticos para la acción y un conjunto de reglas y políticas públicas constituyen los instrumentos para resolver en sus raíces la crisis que vive el país y construir Una Venezuela próspera, justa e incluyente.
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El primer objetivo es el desarrollo con equidad, que implica erradicar la pobreza y cualquier otra fuente de exclusión.
Este objetivo debe tener prioridad efectiva en las políticas públicas, más allá del discurso, para lo cual es indispensable establecer reglas y políticas públicas claras, y mecanismos de seguimiento que aseguren el progreso de cuatro procesos virtuosos en dirección a tal objetivo:
• Una instrumentación directa y eficaz de la atención a los más vulnerables, que respete su dignidad sin que facción alguna pueda manipularlos o exigirles lealtad o sumisión a cambio, y el apoyo a redes de organización popular gestionadas por las comunidades;
• El desencadenamiento de un amplio proceso de inversión privada en toda la economía y de participación de la población organizada en circuitos de la economía social, que impulsen la producción, los empleos y la cobertura extendida de las necesidades de la población;
• La promoción de relaciones internacionales basadas en la autodeterminación, la cooperación y el interés mutuo, para reducir la dependencia del petróleo y crecer sobre una base económica diversificada; y
• La reinversión creciente de la renta derivada del recurso petrolero, que por ser nuestro mayor activo material debe convertirse en capital que apalanque el progreso y el bienestar de todos.
El segundo objetivo es construir y fortalecer unas instituciones que garanticen el desarrollo y la justicia social en un ambiente de libertad y democracia.
Para esto, la Democracia Nueva debe garantizar a todos los ciudadanos seguridad para sí mismos y sus familias, y un marco de reglas dentro del cual todos puedan efectivamente disfrutar de sus derechos.
• En términos políticos y sociales ello implica asegurar la autonomía de los poderes públicos; implantar mecanismos efectivos para erradicar la corrupción; restaurar la subordinación del poder militar al poder civil; profundizar el proceso de descentralización; y fortalecer un sistema de partidos políticos que represente las diversas visiones y tendencias, comprometidos con lo anterior y obligados a dar cuenta de sus actuaciones.
• En términos de las instituciones y derechos económicos, proporcionar esa garantía pasa por una lucha sistemática, efectiva e inteligente contra la pobreza, que nos debe comprometer a generar condiciones de empleo decente y garantizar la seguridad social a las mayorías; a fortalecer y defender a las organizaciones de las comunidades; y a garantizar a todos los ciudadanos, sin excepción ni privilegios, el derecho a acceder a la propiedad privada y a todas las formas de propiedad que prevé la Constitución.
El marco ético de principios
El marco ético de principios debe normar la acción pública y privada en la búsqueda de los objetivos de la Democracia Nueva:
• El respeto por los derechos humanos, la garantía de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, y el reconocimiento de la pluralidad de ideas y de la representación de las minorías;
• El fomento de una cultura para la vida, el desarrollo y la democracia, basada en la libertad y la ética, el esfuerzo y la realización, que supere las ideologías del rentismo y el paternalismo 3
del Estado, apoyándose en la educación como estrategia fundamental de desarrollo de la sociedad;
• La solidaridad social, expresada en compromisos conscientes y efectivos para resolver las desigualdades y superar la pobreza, y en la aceptación por todos de un marco de políticas públicas destinadas a lograr estos objetivos cruciales; y
• La humanización de las relaciones económicas y el impulso a una economía de mercado que dé soporte real al desarrollo humano sostenible. Es decir, la promoción de una economía que contribuya a superar la pobreza y mejorar el bienestar, la equidad y la sostenibilidad ambiental, para lo cual debe enmarcarse en una institucionalidad que asegure el apego de todos los actores a los valores y reglas que son esenciales a esos fines.
El sistema de reglas y las políticas públicas en la Democracia Nueva
El sistema de reglas debe dar forma jurídica concreta a los objetivos de la Democracia Nueva y a su marco de principios para la acción, a través de un régimen legal que proteja y haga respetar los derechos fundamentales de todos los individuos, que garantice la ética y la probidad en la gestión pública, que propicie la acción creadora de las personas y comunidades, y que favorezca la cohesión y reduzca la polarización y el recurso al conflicto promoviendo la solidaridad, la co-responsabilidad y la negociación social entre los diversos actores.
El conjunto de políticas públicas debe dirigirse a crear oportunidades reales de superación para todos los venezolanos, auxiliar de manera directa y eficaz a los grupos sociales más vulnerables, fortalecer los procesos de descentralización y participación, y resolver las deformaciones de nuestra economía tornándola mas productiva y generadora de empleos decentes.
Consenso para construir el futuro de una Venezuela incluyente
Para que la Democracia Nueva constituya efectivamente el camino de lo posible, es necesario que todos los partidos políticos y las organizaciones sociales del país, que mujeres y hombres, trabajadores y empresarios, estudiantes, maestros, políticos, en fin, todos los actores sociales, se sientan motivados a aportar su impulso creador, su esfuerzo productivo y su capital, sus mejores conocimientos y su tolerancia, para producir más riqueza y equidad, para construir un país unido en la cultura de la ética y la solidaridad, y para encontrar un camino de convivencia en paz. Para contribuir a ello hacemos un llamado a toda la sociedad venezolana para que sumemos nuestros esfuerzos en la promoción de un consenso para construir el futuro alrededor de estas ideas, apoyados en el impulso renovador y en la esperanza de los jóvenes de nuestro país, que dé base a compromisos firmes de las fuerzas democráticas, para superar la crisis edificando una sola Venezuela próspera, plural, socialmente justa, que nos incluya a todos.
…Es hora de cambiar, para que la luz de la libertad y la justicia comience a alumbrar el futuro de Venezuela.
Caracas, Marzo de 2009.
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