23/5/09

DICTADOR EMBUSTERO AL 100 %

El dictador es un embustero compulsivo. No solo ha mentido para intentar cambiar nuestra historia, sino también ahora para hacernos creer a los venezolanos que con el Socialismo Siglo XXI llegaremos a ser una gran potencia petrolera y agrícola. En sus interminables peroratas nos ha narrado una historia de acuerdo a sus conocimientos primitivos, en la creencia de que todos somos ignorantes. Así, ordena a sus violentos bajar a Colón de su de su pedestal; resucita la desacreditada versión de la leyenda negra de la conquista y de la colonia; reduce la figura de Páez a un segundo plano; postula el asesinato de Bolívar; eleva al incendiario Zamora a héroe republicano; desplaza el busto de Gallegos de Miraflores y le cambia el nombre al parque Rómulo Betancourt, para citar solo algunas de sus excentricidades.

Ahora, quizá cansado de que nuestros historiadores lo desmientan, inventa que Venezuela será una potencia petrolera y agrícola. Sin duda que contamos con grandes reservas de hidrocarburos y podríamos tener una importante industria petrolera si se hubiesen continuado los planes de la PDVSA meritocrática. Lamentablemente, el dictador decidió reducirla a su mínima expresión y sus aseveraciones sobre el desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco es otro embuste de los muchos a que nos tiene acostumbrados.

Con respecto a la agricultura, por razones de inseguridad jurídica sobre la tenencia de la tierra y por limitaciones de nuestros suelos no es posible que lleguemos a ser una potencia en esta actividad y cualquiera que no sea el ministro Jaua lo sabe. Quienes conocen un poco sobre la historia de la agricultura saben que los sistemas de aprovechamiento de las tierras en forma colectiva han fracasado y que solo ha sido exitosa la agricultura basada en la propiedad individual. Si alguien tiene dudas que visite los fracasados Fundos Zamoranos, los Saraos y otras ocurrencias de noches de insomnio. Además, es evidente que, como consecuencia de las confiscaciones de fincas privadas y de la inseguridad personal, miles de verdaderos productores han abandonado el campo y hoy nuestra agricultura está en uno de sus niveles más bajos, importando unos siete mil millones de dólares en alimentos, cuando la cifra más alta registrada en el pasado fue de mil
trescientos millones.

Por otra parte, es mentira lo que afirma el teniente coronel sobre la gran fertilidad de nuestros suelos. La verdad es que, con las excepciones del caso, la gran mayoría de los mismos son pobres en nutrimentos, ácidos, con alto contenido de aluminio y con mal drenaje. Es decir, típicos suelos tropicales en donde las unidades de producción deben ser relativamente grandes para que sean rentables. Desde luego que ello no quiere decir que no podamos producir parte de nuestros alimentos, pero jamás podremos ser una potencia agroexportadora. Paradójicamente, dos de los rubros en los que tenemos claras ventajas competitivas como son la ganadería de carne y los productos forestales para elaboración de papel son los que más ha desincentivado el régimen promoviendo invasiones y confiscando la propiedad privada. Ojalá que nuestros expertos de las facultades de agronomía se atrevan a decirle al teniente coronel y a su ministro tirapiedras que la
agricultura de hoy va mas allá del conuco y de un modo de vida campesina y que la misma tiene que ser un negocio en el buen sentido de la palabra, competitivo y sustentable. Con la política actual, además del arroz que importamos, tendremos que comprar en el exterior hasta plátanos, cambures y otros rubros. Es elemental que cada país debe dedicarse a los productos en los cuales puede ser competitivo e importar aquellos otros no rentables. En resumen, con este régimen no saldremos de la pobreza y constituyen embustes la nueva historia que se empeña en vendernos y los cuentos de que seremos una gran potencia petrolera y agrícola.

El Universal.com, 18 de mayo 2009

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