La vida sexual del presidente Lugo responde a una tradición de machismo y promiscuidad en un país en el que el 70% de los hijos son ilegítimos
VERÓNICA CALDERÓN - Madrid - 02/05/2009
Cuando el presidente de Paraguay y ex obispo católico, Fernando Lugo, de 57 años, reconoció haber procreado un niño, que ahora tiene dos años, con Viviana Carrillo, de 26, desató una crisis política en su país y, fuera de sus fronteras, levantó más de una ceja. Lugo, que consiguió en 2008 poner fin a 61 años de hegemonía del Partido Colorado, ha sido señalado como el padre de dos críos más. Pompeyo Lugo, hermano del mandatario, atribuyó las denuncias a "una campaña sucia" para desestabilizar al Gobierno, según declaró a medios locales. El presidente justificó sus actos como el "fruto de procesos históricos". La historia de su país le da la razón.
Un 80% de las mujeres han sido víctimas de abusos sexuales
En Paraguay, el ex religioso no es ningún pionero en paternidad irresponsable. La cultura sexual del país suramericano es el producto de una historia repleta de abusos, promiscuidad y machismo; marcada por una guerra que diezmó a su población. "Las mujeres mantienen los hogares y se encargan de los hijos; los hombres se dedican a socializar", describe la antropóloga Patricia Kluck, especialista en América Latina de la Universidad de Maryland (EE UU). Como resultado de la "socialización", Paraguay tiene la segunda mayor tasa de fecundidad de América -sólo es superado por Haití- y uno de los más altos índices de hijos ilegítimos del continente.
Las explicaciones se remontan a la época colonial. Los primeros españoles, liderados por Domingo Martínez de Irala, llegaron a Paraguay en 1536. Pronto descubrieron que el oro y la plata no abundaban. Aún así, fundaron en Asunción la primera capital de los asentamientos hispanos en Suramérica. Ahí se crearon los primeros harenes de la región, llenos de mujeres guaraníes, y se gestó una sociedad donde "el mestizaje era abundante", según apunta el historiador Richard Sacks, autor del libro Paraguay: the personalist legacy (Paraguay: el legado personalista). "El propio Irala eligió como concubinas a varias indias e instó a sus hombres a mezclarse con las mujeres del lugar", comenta. La mezcla es evidente hasta hoy. Más de la mitad de la población paraguaya (unos siete millones de habitantes) habla guaraní, la lengua materna de un 28%.
Sacks relata que cuando el explorador Álvar Núñez Cabeza de Vaca, enviado como adelantado, advirtió a Carlos V de la promiscuidad que reinaba en la colonia, la población se sublevó en su contra. Cabeza de Vaca fue enviado de vuelta a España, acusado de atropellos contra indígenas y españoles.
El siglo XIX consolidó a una sociedad machista y permisiva.El país vivía bajo una política de aislamiento, sin que sus habitantes cruzaran sus fronteras, hasta la Guerra de la Triple Alianza, en 1865. La lucha armada enfrentó a Paraguay contra Brasil, Argentina y Uruguay y mató a más de la mitad de sus habitantes. Su población masculina quedó diezmada. La guerra acabó con un 90% de los hombres jóvenes paraguayos. La promiscuidad fue asumida como una vía de supervivencia. "La ilegitimidad no era un lastre social si el hijo conocía el nombre de su padre y, menos aún, si era reconocido", comenta Kluck, quien afirma que "una sociedad de pocos hombres fortaleció al machismo".
Un machismo que impera en Paraguay. Un 80% de las mujeres del país han sido víctimas de abuso sexual, según un estudio del Centro Paraguayo de Estudio Nacional de la Población. Derechos Humanos calcula que, cada día, seis niñas o mujeres paraguayas sufren de violencia física o sexual. Y los datos oficiales señalan que siete de cada 10 hijos son registrados sólo por la madre -en México, uno de cada seis- pese a que en la actualidad los hombres paraguayos no escasean. Son el 50,4% de su población.
Hasta los predecesores de Lugo cumplen con la tradición. Ocho de los 45 presidentes paraguayos fueron hijos de madres solteras, y por lo menos 17 tuvieron hijos ilegítimos. No todos han salido indemnes de los líos de faldas. El presidente Eligio Ayala (1924-1928) murió en 1930 en un crimen pasional, que involucró a su amante Hilda Diez y a Tomás Bareiro. Ayala sorprendió a Diez con Bareiro y los hombres se enfrentaron a duelo. Sólo Diez sobrevivió.
--
Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del primero no estoy tan seguro...
— Albert Einstein
No hay comentarios:
Publicar un comentario