La prescindencia del gobierno argentino ante las nacionalizaciones chavistas sólo se explica a partir de hipótesis vergonzosas
La reciente estatización de tres empresas argentinas pertenecientes al grupo Techint en Venezuela obliga a revaluar los costos que tiene para nuestro país el alineamiento del matrimonio Kirchner con el régimen de Hugo Chávez.
La operación del dictador caribeño plantea varias incógnitas, todas inquietantes. La más inmediata se refiere a la posible complicidad de la Presidenta y su esposo con la decisión de un gobernante extranjero que fue su huésped en El Calafate cuatro días antes de tomar la medida. Sería gravísimo que los Kirchner hayan estado al tanto de lo que Chávez iba a hacer y que no intentaran impedirlo. Pero también sería deplorable lo contrario: que el mandatario de un país que se dice aliado agreda al principal grupo industrial de la Argentina y ni siquiera lo comunique a sus autoridades.
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