25/6/09

Nada detiene la avaricia de los jerarcasde la “robolución” y de sus testaferros

En lugar de los valores de la laboriosidad, el ahorro, la tenacidad, la decencia, existe un plan meticulosamente estructurado para el fomento del hampa, de cuello blanco, de cuello sucio, pero sobre todo, de cuello rojo, rojito

“Con Chávez, se puede todo”, robar, depredar la Tesorería, trafcar infuencias o hasta sustancias psicotrópicas. “Sin Chávez, no se puede nada”, de manera que su sola desafliación del chavismo te expone a las persecuciones de un escuadrón de fscales del Ministerio Público. En la gráfca, el general Raúl Baduel en su época de gloria y esplendor como ministro de la Defensa de la “robolución” bolivariana, durante un brindis en los salones del Círculo Militar, junto al proveedor de equipos bélicos de ese despacho, Perucho Torres Ciliberto, operador fnanciero de la familia Rangel Avalos. En medio de ambos, y vestida de blanco, la comandante Lina Ron, en representació n del pueblo y de la pureza bolivariana.

La publicación, esta semana, en el periódico “El Mundo” de una entrevista al señor Pedro José Torres Ciliberto -por si hace falta otro episodio- debería originar la apertura de una averiguación seria, objetiva, imparcial, exhaustiva, del origen de las fortunas de los más prominentes casos de enriquecimiento ilícito o lícito –eso lo deberían determinar las pesquisas- de todos los que se han acercado al verdadero sabor de la supuesta Revolución Bolivariana. Como se sabe, Torres Ciliberto, operador fnanciero de la familia Rangel Avalos, es junto al teniente y banquero Arné Chacón Escamillo, hermano del ministro Chacón Escamillo, el feliz propietario del banco Baninvest y acaba de comprar los bancos “Real” y Central”, además de la aseguradoras “La Previsora” y “Premier” y “Los Andes”. Junto a un magistrado del TSJ y un cuestionado comerciante barquisimetano, también es dueño de varios medios de comunicación social, entre ellos “Radio Rumbos”, porque nuevo ricachón bolivariano que precie de tal no debe olvidarse de comprar medios y franquicias deportivas, para lavarse bien la cara, al estilo de los ya “maestros” en esas lides, Wilmer Ruperti y Tobías Carrero, entre otros.

“En Caracas, nos conocemos todos” decíamos los caraqueños, cuando queríamos puntualizar que en la capital existía una especie de caja negra que impedía que alguien pretendiera mimetizar lo malhabido. La verdad sea dicha. En “Caracas, nos seguimos conociendo todos”. Solo que, ahora, con la entronización del gobierno cleptócrata de Hugo Chávez, de poco o nada vale, porque la impunidad, pero mayormente la carencia de de sanciones morales relega a la simple anécdota, la revelación de los expolios contra el patrimonio público.

LA INSTIGACIÓN AL DELITO COMO POLÍTICA DE ESTADO
Cuando escucho a algunos criminólogos, sociólogos, frotaesquinas de la política y encuestadores –en particular esta última taifa de charlatanes- ponderar sobre la supuesta inexistencia, en Venezuela, de una política de Estado en materia de criminalidad”, me llevo las manos a la cabeza.

Sí que hay la tal política, y mucha. Solo que en lugar de una programación para erigir una sociedad sobre los valores de la laboriosidad, el ahorro, la tenacidad, la decencia, existe un plan meticulosamente estructurado para el fomento del hampa. De cuello blanco, de cuello sucio, pero sobre todo, de cuello rojo, rojito.

¿Se acuerdan aquella elocuente confesión del “Nerón de Sabaneta” según la cual si sus hijos llegasen a tener hambre, él, no dudaría en robar?

Fue la primera clarinada. La instigación al delito, dirigida a las clases más depauperadas es portadora de una supuesta veta justiciera y reivindicadora. Igualación, aunque sea a nivel del subsuelo. Solo que el eje de tal prédica es el terrorismo de Estado. En los que menos tienen esa licencia para delinquir se traduce en la proliferación de pandillas que azotan nuestras barriadas que agreden cualquier marcha o concentración de la disidencia. “La Piedrita”, “Los Tupamaros”, “Carapaicas”, los seguidores de Lina Ron, son apenas, una punta del iceberg de las agrupaciones de matones, que asfxian a través del miedo, cualquier atisbo de disidencia en nuestros sectores populares.

En cuanto a los sectores más favorecidos, la rapiña tiene en el gobierno forajido un mensaje por partida triple. El primero, demostrar que “con Chávez, se puede todo”, robar, depredar la Tesorería, trafcar infuencias o hasta sustancias psicotrópicas. Dos, que “sin Chávez, no se puede nada”, de manera que su sola desafliación del chavismo te expone a las persecuciones de un escuadrón de fiscales del Ministerio Público y aquí la guinda del pastel: la única herramienta gerencial de un individuo, primitivo elemental y rusticano, como el aludido teniente-coronel alienta la rapiña, para convertir a sus subalternos en individuos chantajeables.

LOS SUPUESTOS HEREDEROS O GANADORES DEL BINGO
Y aquí, volvemos a donde comenzamos. En la mencionada entrevista, el señor Torres Ciliberto afrma que el origen de su actual fortuna, se remonta a una pretendida herencia de su “apapá”.

El artículo 28 de la Ley Contra la Corrupción, establece la posibilidad de exigirle declaración jurada de bienes a particulares, que sin ser funcionarios públicos, se vean conectados con posibles hechos de corrupción. El colosal incremento, en los últimos diez años, del patrimonio del señor Torres, se ha constituido en escándalo al extremo de motivar la entrevista que le concedió, al muy gustoso el diario “El Mundo”. Torres no es un ricachón más. Su sociedad con Arné Chacón Escamillo, hermano del Jesse Chacón, alto funcionario del gobierno gamberro, lo colocan en un entramado de enriquecimiento y tráfco de infuencias a la sombra del Poder. ¿Esa inconmensurable fortuna del señor Torres la heredó de su señor padre?

Pues ahí lo tiene el contralor Rufán. Una inmejorable oportunidad para activar el mencionado artículo 28 y con ello desmentir su fama –para nosotros bien ganada- de alcahuete. Bastaría citar a Torres Ciliberto a la Contraloría para que presente la planilla sucesoral de la supuesta fortuna, que le legó su padre.

Nos imaginamos que Torres, que no tuvo impudicia alguna para desnudarse ante un periodista como supuesto heredero, no tendrá reparo de hacerle un “striptease”, en privado, al Contralor, quien podría aprovechar ese baile de millones para llamar a los hermanos Chacón Escamillo a objeto de que le relaten en medio de la “Danza de los Siete Velos” de cuánto, también, fue la herencia de su papá. Lo mismo que a Ruperti y al legendario sobrino de Pedro Carreño y a Diosdado y a Jorge “Audi-La Corniche” Rodríguez y a Tobías Nóbrega y a Rafael Isea y a Díaz Granados y a Beracha y a Omar Faría y a González (el de American Food Suplies) y a Castillo Bozo y al hermano Adán y a la traílla de generalotes que manejan tras bastidores, Cadivi, el Seniat, la emisión de “bonos estructurados”. Sin olvidar a otros negociantes de la “robolución”, que han cambiado de acera y que, al mejor estilo de la viveza criolla, juegan para el gobierno y para la oposición: Tobías Carrero, Víctor Vargas Irausquín, Arístides Maza Tirado, los hermanitos Gill Ramírez, Omar Camero, Gustavo Cisneros y otras joyas más.

¿Y ese reloj Vacheron-Constantí n (la misma marca que usa Chávez) – le preguntaba el receloso marido al regreso de su mujer a la medianoche.
Me lo gané en el bingo, mi amorcito
¿Y ese “Audi” modelo “La Corniche” igualito al de Jorge Rodríguez?
También me lo gané en el bingo, mi amorcito.

A la mañana siguiente la casquivana esposa se duchaba, va el cornudo feliz, entra en la sala de baño y mirando la entrepierna de la sortaria jugadora, le grita:
¡Mi amor, cuidado que se te está mojando tu cartón de bingo!
Es que para un mal choro, un buen bingo o una supuesta herencia bolivariana.

El Quirófano

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