4/8/09

El último «show» de Chávez


ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS | ENVIADA ESPECIAL EN CARACAS
«Prueba de sonido, uno dos... Atención, vamos a ensayar los himnos... (el público se pone de pie)... A ese himno le falta brillo...» El salón Ayacucho del Palacio de Miraflores, presidido por un retrato de Bolívar, estaba a punto de reventar. Hubo que colocar más filas de sillas para acoger a la delegación española, a los empresarios, a los periodistas y al público invitado que esperaba la comparecencia conjunta del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Un público que aplaudía cuando Chávez se lo pedía y que le reía todas las gracias, la tuviera o no.
La espera se hizo eterna hasta que aparecieron Chávez, con traje de chaqueta y corbata roja, y Moratinos, seguidos por empresarios españoles, entre ellos el presidente de Repsol, Antonio Brufau; el director de Desarrollo Energético de Elecnor, Germán Junquera, y el presidente de Iberdrola Ingeniería y Construcción, Ramón de Miguel. Los alrededor de 250 asistentes se pusieron de pie para escuchar los himnos de España y Venezuela.
El acto era el colofón de una visita de «diplomacia económica» que se saldó con la firma de seis acuerdos con empresas españolas. De ellos, Brufau firmó cinco, aunque dos tenían que ver con «el proceso de nacionalización» del sector y parecían más bien expropiaciones.
«Mis hijas están celosas»
Chávez prometió ser «relativamente breve», pero tuvo tiempo para todo: para mostrar su admiración por Sofía Loren y Rocío Durcal -«mis hijas están celosas»- y para declararse, sin impresionar a nadie a estas alturas, «peronista». A todos les envió elogios o saludos -al Rey, a Zapatero, a los políticos y empresarios presentes, a quienes citó por su nombre-, excepto a los medios de comunicación españoles, contra los que arremetió: «Ojalá llegara un milagro y los medios de comunicación de España interpretaran mejor. No entiendo qué locura es esa. Aquí hay mano abierta y recibimos a todos, sea cual sea el Gobierno, no nos importa si son de izquierdas o de derechas... aquí vienen políticos, empresarios, gobiernos regionales...». Al ministro le dijo: «Tú me puedes llamar Hugo. Con todo lo que me dicen en España, que sólo me llames Hugo es una bendición».
De «nuestro amigo el Rey» dijo que «siempre estamos esperando que nos visite» y recordó una anécdota, según la cual Don Juan Carlos pasó por el espacio aéreo venezolano hace unos meses (se supone que cuando viajó a Trinidad y Tobago) y «mandó un saludo» desde el avión. «Fue un gesto que apreciamos mucho».
Cambió a su tema favorito: «En América Latina se ha reactivado el proceso de la independencia, que no concluyó», dijo y recordó la frase de Bolívar: «He arado en el mar». La teoría que él trata de difundir es que su proceso revolucionario es la continuación de la independencia, pero ahora con «cambios pacíficos», y dio a entender que no se puede perder Honduras. Mientras hablaba, los políticos y empresarios le escuchaban atentos con gesto inexpresivo. «No son procesos impulsados por guerrilleros. Nosotros llegamos aquí por votos», afirmó sin mostrar el más mínimo pudor por su pasado golpista de todos conocido.
La «firmeza de Zapatero»
«Zelaya ganó en unas elecciones limpias y lo sacaron a empujones con la punta de los fusiles», agregó y agradeció «la firmeza de Zapatero y Moratinos» con lo ocurrido en Honduras, mientras elevaba el tono de su voz para provocar así un aplauso de su público escogido. La mayoría de los periodistas venezolanos también lo aplaudieron, incluso, lo hacen cuando terminan las ruedas de prensa. «¿Para qué parecer neutrales?», pensarán.
Chávez continuó con su discurso sobre Honduras: «¿Qué quieren? ¿qué salgan de nuevo las columnas guerrilleras? Yo tengo aún mi traje guardado y mi fusil». Y dejó claro que «Venezuela no reconocerá gobierno alguno que salga de un proceso electoral producto de un golpe porque si no, mañana me sacan de aquí. No lo vamos a permitir». Pidió a España que «siga apoyando» su «proceso de cambio» y criticó que esto se haya convertido «en un tema de política interna».
Aún tenía un mensaje pendientes para nuestro país: la adquisición del Banco de Venezuela al Banco de Santander, que también parece una expropiación. Así, pidió otro aplauso a los asistentes por «cómo se hizo la adquisición del banco. Vamos a pagar hasta el último centavo», aseguró.
Esa misma mañana, la delegación española se había despertado conmovida por las noticias que llegaban de Madrid y que anunciaban la reaparición de la banda terrorista ETA. En un gesto insólito (Venezuela sigue siendo paraíso etarra), Chávez mostró su condena «rotunda, enérgica y firme», pero nunca citó a ETA. Al final sus palabras le desenmascararon: «No tenemos elementos para señalar a nadie, pero en todo caso, a quienes hayan ejecutado este acto de terrorismo, que dejen las bombas, que dejen los fusiles, que dejen la violencia».

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