Rafael Poleo, en una larga entrevista que hoy publica “El Nuevo Herald”, cuenta sus motivos para irse al “exilio” y da su opinión sobre la situación política actual del país y repara también la situación militar.
Esta es la entrevista completa que, realizada por Casto Ocando, publica hoy “El Nuevo Herald”:
“Estamos en una Venezuela precastrista y ya Hugo Chávez tomó el camino irreversible de la dictadura”, afirma Rafael Poleo, curtido editor y columnista venezolano de 72 años, ex senador socialdemócrata y el más reciente exilado político que llega al sur de la Florida, huyendo de la violencia judicial del gobierno chavista contra la crítica periodística mordaz y persistente.
“Invitado” a comparecer ante un juez que le abrió un expediente por “predecir” en un programa de televisión que Chávez podría morir como el dictador italiano Benito Mussolini –colgado de los pies–, Poleo decidió salir del país hace tres semanas porque asegura que el gobierno lo quiere en prisión.
“Si me hubiese presentado en el tribunal, la orden que había dado Chávez era que me encarcelaran”, aseguró.
Editor y propietario de la revista Zeta, de análisis político, y del diario El Nuevo País, feroz crítico de los excesos presidenciales, Poleo ha combinado el periodismo y la política por los últimos 50 años, y no es ajeno a la controversia ni a la diatriba pública.
Tampoco desconoce las hieles del exilio. Entre 1992 y 1993, Poleo vivió en Miami tras declararse perseguido político del presidente Carlos Andrés Pérez, entonces en su segundo gobierno.
Conocedor como pocos de las intimidades de Hugo Chávez, Poleo conserva una colección de anécdotas que muestran un rostro poco conocido del líder bolivariano.
En una ocasión, asegura Poleo, Chávez repitió el examen de una materia que le faltaba para aprobar el curso de Estado Mayor, gracias a la intervención de la esposa del presidente Pérez, el mismo contra quien organizaría un golpe de Estado años después. La materia en que había reprobado: Inteligencia Militar.
En otro episodio poco conocido, Chávez pagó, afirma Poleo, a una emisora local en Venezuela para que le permitiera narrar un partido de béisbol de las Grandes Ligas.
“[Chávez] tenía dos sueños: convertirse en lanzador de las Mayores y en narrador deportivo”, sostiene Poleo, que le abrió a las puertas de su periódico cuando salió en libertad en 1994, gracias a un perdón presidencial.
Fue ese mismo año en que el editor experimentó, durante la visita de Chávez a la Universidad de la Habana, su más profunda decepción.
“Cuando vi en video la adoración que mostraba con Fidel, y cuando vi la manera siniestra como lo miraba Fidel, como diciendo: ‘Esto me lo preparó Dios para que yo sobreviva’, empecé a criticarlo de una manera muy severa”, declaró.
Desde entonces, “me dediqué a decirle a los venezolanos: ‘No lo elijan, yo lo conozco; si puede, querrá ser Dios, y si no, Fidel Castro’ ”.
Pero no tuvo éxito. “Me convertí en pionero de la oposición’‘, puntualizó.
En una entrevista con El Nuevo Herald, Poleo pasa revista a los temas más acuciantes de la actualidad venezolana, desde la situación interna de los militares, hasta los factores de las futuras rebeliones en Venezuela, pasando por el surgimiento de las nuevas generaciones de relevo.
Usted ha afirmado que el presidente Hugo Chávez es un fascista de corazón y que terminará como Mussolini, colgado de los pies. ¿No cree que se pasó de la raya?
Chávez se vistió con la capa del socialismo porque en estos tiempos es más elegante que la del “nazifacismo”. Pero él es fascista. Cuando conversábamos, antes de que se desatara, yo le decía que era un “fascista sin saberlo”. Incluso [lo es] en lo económico, porque los chavistas lo que han hecho es arrebatarle las empresas a quienes las crearon para quedarse con ellas, no para colectivizarlas o estatizarlas. Simplemente cambiaron de dueños. Ahora sus dueños son o familiares de Chávez o grandes grupos económicos del chavismo.
Es decir, Chávez sustituyó la tradicional oligarquía con una oligarquía chavista.
Está creando una nueva oligarquía. Además, una oligarquía dentro de las leyes perfectamente capitalistas, con los prohombres de la revolución y sus asociados. Los chavistas se han hecho con los grandes negocios, y ahora ellos son los grandes contratistas, los dueños de los bancos, de los medios de comunicación. Son dueños de la mayor cantidad de parte de las emisoras de radio y de televisión en el país, y controlan ya importantes periódicos.
Usted asegura que Chávez está asumiendo ya una dictadura “por la calle del medio”.
Sí. Chávez venía en un proceso gradual hacia la dictadura, pero ahora se le presenta una situación muy particular con la crisis económica mundial, que significa menos consumo de energía, menos venta de petróleo y menores precios de éste. Chávez contaba con un petróleo a $100 el barril por tiempo indefinido. Incluso dijo que Venezuela estaba blindada contra la crisis económica mundial. Hay que tomar en cuenta que Chávez es un hombre profundamente ignorante. Es, como lo dice Horacio Aguirre, “de una ignorancia panorámica”. Pero en realidad él necesita un petróleo a no menos de $85 el barril, porque no son solamente los ingresos petroleros, sino lo que gastas. Chávez necesita mucho dinero para mantener su revolución. Entonces, tiene que acelerar, porque su proyecto está basado en el dinero: en el soborno a gobiernos latinoamericanos y europeos, y en el soborno a los pobres, que viven del dinero y de las bolsas de comida que le dan diariamente en largas filas.
Hay quienes afirman que los venezolanos tienen al gobernante que se merecen.
Estoy de acuerdo en alto grado. Los venezolanos cometimos muchos errores. La decadencia comienza con la afluencia dineraria, con los aumentos del precio del petróleo en la década de los años 70. Todo aquel marco ético que había construido la generación fundadora de la democracia, con Rómulo Betancourt a la cabeza, no resiste el embate de aquella cantidad de dinero, y cambia la moral del país. Los grandes partidos de la democracia –Acción Democrática, mi partido, y el Copei– caen en las formas mecánicas de la política, olvidando la dimensión histórica y la obligación social. Esa deformación penetró a toda la sociedad venezolana.
¿Cuál cree que es la estrategia de Chávez?
Tiene que apretar el paso ahora, para lo cual está pidiendo dinero prestado. Es una de las ironías más siniestras: que Venezuela, que financia los déficit de Argentina, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, tenga que pedir prestado, pagando intereses, para prestarlo a estos países sin intereses.
¿Cómo explica que mantenga un importante nivel de popularidad en las encuestas?
Las encuestas realmente muestran un descenso importante dentro del chavismo, hasta el punto de que ha perdido la mayoría. Y estamos hablando de encuestas bajo un régimen de terror –el dinero y el terror son los dos instrumentos políticos de Chávez. Entonces, en un régimen de terror, si a la gente que vive en los aterrorizados barrios venezolanos le preguntan si está o no con el gobierno, ¿quién se va a atrever a decir que no?
¿Usted piensa que hay una salida democrática en Venezuela?
No, porque Chávez está en el momento trágico de, como decimos en los llanos venezolanos –y Chávez, igual que yo, es llanero– “o come gallina o muere arponeado”. Se las está jugando todas, porque es la única oportunidad que tiene para implantar una dictadura. Ahora mismo tenemos un despotismo en áreas que ya son dictatoriales, porque él necesita un régimen como el de Fidel Castro.
¿Cuáles son estas áreas “dictatoriales”?
Los mismos medios de comunicación, que ahora son tan vulnerables.
¿Por qué Rafael Poleo cae en la mira de Chávez?
Por varias razones. En primer lugar, porque me convertí en un periodista de peso en la censura al régimen. Que se me acuse porque lo compare con Mussolini es una exquisitez filosófica del gobierno; si no lo hacían por eso lo hubieran hecho por otra razón, porque, en mi caso, piensan que mis dos medios de comunicación –la revista Zeta y el diario El Nuevo País– dependen mucho de mi presencia personal. Suponen que no voy a ir a los programas locales, y efectivamente no puedo ahora, aunque voy por internet. Y desde luego, no voy más a Globovisión, que con Radio Caracas son los medios más temidos por el régimen.
¿Cómo evalúa la actual situación interna de la Fuerza Armada venezolana?
Los militares no apoyan a Chávez, y he insistido en que los militares no van a disparar contra la multitud, contra manifestantes, y efectivamente, en las últimas manifestaciones la Guardia Nacional no ha aparecido. Aparece el ejército paralelo que Chávez está creando para sustituir al ejército formal, que él no ha podido controlar.
¿Hay descontento entre los militares?
Hay un profundo descontento. Los militares te lo dicen. Entre diciembre, enero y febrero pasados, parecía que se hubiesen puesto de acuerdo capitanes, mayores y tenientes coroneles para hablar conmigo, para expresar su vergüenza por lo que está pasando en Venezuela. Y la gran preocupación que muestran es de que se diga que son ellos los que sostienen a Chávez.
¿Usted cree que actualmente hay militares conspirando en Venezuela?
No es exactamente una conspiración. Hay un abierto descontento que expresan los militares de manera abierta. En los restaurantes, muchas veces grupos de militares jóvenes se acercaban para hablar conmigo, para decirme: “Mire, señor Poleo, ¿y esto va a cambiar algún día?” Lo decían allí, abiertamente, delante de todo el mundo. Y muchos se quejan de los cubanos [enviados por La Habana]: ‘canallas que nos tienen infestados los cuarteles’. Son abiertas expresiones de disgusto.
¿Hay un control cubano real dentro de los cuarteles?
Control no, porque no lo han logrado, porque inmediatamente se cierra la ‘‘masonería” –‘‘no hables delante del cubano”, etc.– pero los cubanos manejan los registros de propiedad, controlan el sistema de identificación, la base del registro electoral, con el cual se hace el padrón electoral.
Se dice que además controlan todo el sistema de espionaje militar y civil.
Todo el servicio de inteligencia, la intervención telefónica, la inteligencia militar y civil. La policía política la controlan ellos, con una gran eficacia electrónica. Me explicaba una de las víctimas que está dentro, en los servicios de inteligencia regulares del Estado, que los cubanos son incompetentes en todo menos en la inteligencia electrónica, en la cual han recibido asesoramiento de los rusos. Los venezolanos no tienen acceso a la inteligencia electrónica en Venezuela. Eso lo manejan los cubanos.
¿Usted cree que este descontento militar genere un golpe de Estado?
Se ha abusado del término “golpe de Estado”. Yo hablo, más bien, de una rebelión general. En algún momento los venezolanos irán a la calle y los militares actuarán si se produce un alzamiento de la población. Están esperando eso, y hasta se lo piden a uno. Le hacen saber a los periodistas, para que lo trasmitan a la gente, que ellos no van a disparar. Pero Chávez los ha sustituido en los últimos disturbios por fuerzas irregulares que él está estructurando para reemplazar a la Fuerza Armada.
¿Cuál es el punto más vulnerable de Chávez? ¿A qué le teme?
Su mayor temor es al alzamiento de la gente en la calle, porque sabe que si la gente sale a la calle, los militares lo sacan, como lo sacaron en abril del 2002, y ahora todo perfeccionado después de la experiencia hondureña. No se cometerían los errores del 2002.
¿Le preocupa a Chávez una salida al estilo de Honduras?
Sí, porque es una vía civil con respaldo militar para evitar que, después de muerto, el cadáver de Fidel Castro infecte a América Latina.
¿El voto va a cambiar la situación en Venezuela?
Chávez ha adulterado todas las elecciones, salvo la de 1998 y la de 1999. Todas las otras han sido adulteradas. Incluso, en las elecciones presidenciales se han cambiado los votos. Pero hay políticos en la oposición que están pagados, y eso lo sabe todo el mundo. Jefes de partidos y voceros de la mesa de diálogo que se han hecho ricos recibiendo dinero del régimen por debajo de la mesa.
¿Usted ve al presidente Chávez hasta el 2021, o hasta el 2030?
No, no, la crisis económica mundial va a tumbar al gobierno.
¿Qué hay de positivo en lo que ha hecho Chávez hasta ahora?
Chávez ha reinsertado en la política venezolana la obligación de responsabilidad social que se había adormecido en los partidos tradicionales, en la socialdemocracia y la democracia cristiana, que se habían venido alternando en el poder en Venezuela. Y no porque él haya resuelto los problemas sociales, porque estadísticamente los ha agravado, sino porque ha demostrado que cuando los problemas sociales se dejan desatendidos pueden ser utilizados por cualquier aventurero fascista y sin escrúpulos que manipule a las clases menesterosas para llegar al poder.
¿De dónde ve usted que vaya a salir la nueva generación de líderes en Venezuela?
Del sector estudiantil que se está formando en las universidades y está listo para salir a la calle; del sector obrero, que está en rebelión en las fábricas y en los sitios de trabajo; de la clase media, que sabe que va a ser despojada, que lo único que tiene es su casa, que no tiene recursos para irse del país y que sabe que sus hijos van a sufrir un lavado de cerebro en sus escuelas. Esos serán los factores de rebelión. Y, desde luego, de la Fuerza Armada, que va a ser el factor que va a tomar la decisión final, como la tomó en abril del 2002.
¿Qué va a ser de la vida de Rafael Poleo ahora?
Yo comienzo una nueva etapa de la vida como uno más de los exiliados políticos latinoamericanos que sobreviven en el sur de la Florida. Pero los recién llegados a esta tierra que acoge a refugiados, siguiendo, por cierto, una antigua tradición en la historia de Estados Unidos, tenemos que estar profundamente agradecidos a los exiliados cubanos que en los años 60 crearon un enclave de cultura latina en este pedazo de tierra estadounidense, facilitando las cosas a quienes hemos venido llegando después.
N24
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