Bajo la vara del metal se hacen jugosos negocios, se estrechan manos, se
cruzan chistes, abrazos
Cómo se explica que siendo Estados Unidos uno de los países más
"bombardeados" por el verbo incendiario de nuestro Presidente, siga siendo
el principal socio comercial de Venezuela? ¿Cómo perciben en España la
actitud complaciente y socarrona de Zapatero respecto al gobierno de Chávez?
¿Cómo comprender la actitud del Sr. Lula, que embute e instala por la puerta
trasera al Sr. Zelaya, prófugo de la justicia hondureña por violar su
Constitución? La razón que certifica estas perversas relaciones de amor y
odio, de interés lucrativo o compadrazgo continental, saltan a la vista:
Oil, chequera y propaganda política. Sin embargo, presiento que ni los más
conpiscuos asesores de los mandatarios, ven con claridad las peligrosas
consecuencias de apostar al pragmatismo y a la desbordada conveniencia
política.
Los que vivimos en este nido -sic-, nos cuesta mucho explicar a quienes
habitan en tierras loadas por un mínimo de paz y seguridad, cómo está
sucediendo lo que sucede en Venezuela en términos de violencia y
criminalidad, y colmados de terror, aún permanecemos en el medio de la línea
de fuego. Una de la razones -quizás una perogrullada- es que seguimos en
Venezuela porque amamos a nuestro país, porque aquí viven nuestros
familiares y seres queridos y porque deseamos luchar al límite de cualquier
esfuerzo, para legarle una patria digna y decente a mis hijos Pero otra
respuesta común a tal interrogante, y que responde a los cuestionamientos de
inicio, es apelar "al beneficio" (al nos conviene), y al gimmik que sugiere:
nada más podemos hacer. No está de más subrayar que en esa letanía de
"beneficiarnos o no-poder hacer", se nos va o perdemos la vida, futilmente.
En ese "mar de conveniencias o impotencias" navegamos y naufragamos, propios
y extraños. Más del 50% de nuestros ingresos provienen de la venta de oil a
Estados Unidos, por lo cual más de la mitad de los recursos que dispone (y
necesita) el Gobierno para mantener de pie su revolución, proceden de suelo
emancipado por hombres amantes de la libertad y la democracia del talante de
John Hancock, presidente del II Congreso Continental de la Declaración de
Independencia de Estados Unidos y cuyo apellido es sinónimo de "Firma" (en
honor al magno evento); Thomas Jefferson y John Adams (sendos ex presidentes
y también firmantes del Acta de Independencia) o Benjamín Franklin,
humanista e industrioso americano, escritor del tratado, "Disertación sobre
la libertad y la necesidad, sobre el placer y el dolor", en el cual por
cierto se hace elocuencia a la vocación de sacrificio y al valor del orden,
como la virtud de "tener y colocar cada cosa en su sitio". (Franklin también
fue abolicionista de la esclavitud).
Si no fuese gracias a los verdes que imprimen el rostro de George Washington
o del mismo Benjamín Franklin, el llamado proceso-modelo político que apela
a patria o a muerte como "firma" y que no se compadece con las virtudes de
temperancia, justicia y frugalidad que se leen en la biografía del citado
prócer americano (Las trece virtudes de Benjamín Franklin) -esa pretendida
revolución, no sería más que una ostra vacía, como vacía es de principios,
moralidad e ideales sustentables.
Lamentablemente Estados Unidos trata con Chávez, a contrapelo de sus
forjadores, porque ve en él una suerte de timonel mesiánico a la medida de
nuestro pueblo, capaz de parir y mantener un mínimo de "paz social" que
garantice el suministro de oil... Entretanto los venezolanos sumamos más
muertos que cualquier confrontación bélica, germinando la mayor carga de
violencia, discriminació n y división, jamás vista en el país. ¿Es esto
realmente conveniente? ¿Es esto ejemplar?
Chávez está pulsando una carrera armamentista sin precedentes en la región,
aderezada por alianzas de alto riesgo. Países de elevada incidencia
geopolítica como Estados Unidos o España, deben revisar tal impacto y dar
cuenta de una perversa relación, donde modos de corte democrático y liberal,
hacen omisis de exigencias democráticas y éticas, por satisfacer intereses
económicos& El proceder del Sr. Lula, metiendo de contrabando a Zelaya en
Tegucigalpa, no puede definirse sino como una burla grotesca, una chanza al
principio de no injerencia, autodeterminació n, integridad territorial y
soberanía de los pueblos, mismo que tanto se jacta y tanto respeto exige el
foro de Sao Paulo.
Bajo la vara del metal, se hacen jugosos negocios, se estrechan manos, se
cruzan chistes y abrazos, se deponen valores e incluso, se extienden
moquetas rojas, desde las cuales ministros (Moratinos), concitan: "la
libertad de expresión en Venezuela es aceptable". Y desde un afán de
"comprar o vender", se atornillan modelos de mando, subvencionados por la
mano de gobernantes, cuyos pueblos no han autorizado extenderla.
Cuidado presidente Obama. Cuidado presidente Zapatero u otros tantos mirones
de palo. Bajo el manto de la conveniencia o la permisividad y el esquema del
interés, pues nada: ¡U-SA, Chávez no se va! ¡Y Ole!
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