6/11/09

Abusos monetarios

Hay serios problemas de tesorería en Pdvsa y en el Gobierno
El clima político que acompaña la etapa de impresión de dinero para
financiar el gasto público en cualquier país suele ser de ambiciones
políticas desmedidas, conflicto interno o externo, o simple decadencia. Es
imposible que en el último siglo un gobernante no sepa que al obligar al
banco central a financiar "monetariamente" el déficit fiscal bajo cualquier
argumento, haya consecuencias inflacionarias y desestabilizació n del mercado
cambiario.

En el caso nuestro, a pesar de la recuperación del precio del petróleo
venezolano a lo largo del 2009, hay serios problemas de tesorería en Pdvsa y
en el Gobierno. La inflación degrada el poder adquisitivo del gasto público
y el operacional de la ineficiente y corrupta empresa estatal. El
presupuesto nacional en ejecución en 2009, a través de créditos adicionales,
se acerca a Bs. 180.000 millones, el mismo monto ejecutado en 2008, a pesar
de casi 30% de inflación en 2009. El monto del presupuesto nacional del 2010
arranca en Bs. 159.400 millones y con créditos adicionales llegará al menos
al mismo monto nominal del 2008 y 2009. La inflación en 2010 será superior a
la del 2009. El financiamiento monetario del gasto fiscal deficitario en
2010 y otros extravagantes planes del presidente Chávez en sus aspiraciones
de líder regional, la impulsarán a 35-40%, según el uso que se haga del menú
de opciones de gasto monetario que se introdujo la semana pasada con la
reforma a la Ley del BCV (a pesar de subsidios y precios regulados).

En este ambiente, se olvidan otros costos ocultos de la inflación, como
parte del deterioro económico observable. Las tarifas de servicios públicos
congeladas por más de tres años, los entes estatales y ministerios que no
pagan por electricidad, teléfono, ni por suministros estatales de productos
como cemento y acero. Así tratan de confrontar el menor poder adquisitivo de
las partidas presupuestarias asignadas. Las empresas estatales, politizadas
en la administració n, ven mermados sus ingresos y dejan de dar
mantenimiento, no invierten y los servicios decaen. Esperar que Giordani,
Merentes y Alí Rodríguez comprendan y confronten esta espiral, con otros
daños y corrupción cambiaria asociada, se atrevan a discutirla con el
Presidente, puede tomar más tiempo que la llegada del Socialismo del siglo
XXI.

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