24/11/09

De puentes

De puentes
Humberto Seijas Pittaluga

Ya Venezuela puede descansar tranquila, ya uno de los más urgentes y espinosos problemas que tenía fue resuelto por la enérgica orden que impartió nuestro amado líder en una de sus muy esporádicas apariciones televisivas: se voló un par de puentes sobre el río Táchira que eran empleados por los de la CIA, contrabandistas, paramilitares y narcotraficantes para sus nefastos negocios. Ya no más podrán esos engendros pasar el río fronterizo sin mojarse los zapatos. Con lo cual, según el preclaro intelecto de nuestro queridísimo comandante, sucederá alguna de estas dos cosas: o no cruzan más, por temor a las procelosas y muy turbulentas aguas; o, si se atreven, cogerán un resfrío por andar por esas montañas de Dios con zapatos y medias enchumbados. Así, sucederá una de dos: o los descubre una de las numerosas patrullas de nuestra aguerrida Milicia cuando alguno de los transgresores estornude; o les da una pulmonía fulminante, porque el agua de ese río viene sumamente fría desde su nacimiento en el páramo de El Tamá, y se mueren, con lo que no volverán a mancillar nuestro prístino suelo. øO no?
Ahora, un poco más en serio. Yo conozco bien la zona donde volaron las pasarelas porque fue mucho lo que la patrullé a caballo en mis años de servicio en la frontera. Por eso, puedo afirmar que lo de las voladuras no pasa de constituir un ligero contratiempo para los habitantes de la zona. Por esos lados, el río no llega a dos metros de ancho y unos quince centímetros de profundidad. Las pasarelas no las levantaron los lacayos del imperio, sino los concejos de esos municipios. Básicamente, para que los niños no tuvieran que quitarse los zapatos y vadear cuando iban a la escuela. Porque ocurre que de un lado de la frontera hay una población, o un caserío, mientras que del otro sólo hay casas aisladas. Y los niños van a estudiar adonde haya la escuela. Los colombianos vienen a estudiar en las de Villa Páez y Las Delicias; y los venezolanos van a las colombianas de Herrán y Ragonvalia, porque no las hay en El Tabor ni Puente Alianza. Y pa' mí, que salen ganando estos últimos.
En el párrafo anterior mencioné un caserío que tiene un nombre muy significativo: "Puente Alianza". El solo nombre ya dice mucho de cómo se concibe la vida en esa frontera. Y para qué se hacen los puentes: para unir, para alliar. Eso lo han tenido claro durante milenios los gobernantes. Tanto, que uno de los cargos más eminentes de la antigua Roma era el de Pontifex maximus (gran constructor de puentes). En su carrera como político, Julio César hizo de todo lo posible por obtenerlo. Y gastó mucha plata para lograrlo. Lo que consiguió en el año 63 A.C. Cómo sería de importante ese título que, caído el paganismo, los papas lo asumieron. Y lo conservan, mil setecientos años después. Pero eso no va con Elke Tekonté. Lo de él es desunir, instaurar odios, erigir vallados.
La excusa de que así se impide el contrabando se cae cuando uno hace un par de preguntas. øEs que la gasolina que se lleva hacia Colombia pasa por esas veredas? En esa zona no hay muchos automóviles porque, sencillamente, no hay carreteras. Todo, o casi todo, va a lomo de bestias, carga y viajeros. Si uno le hace caso a los rumores de la zona fronteriza, la gasolina pasa en camiones cisternas amparados por individuos uniformados. øEs que el narcotráfico se lleva, a mano, por esas planchadas? Nuevamente, si se le hace caso a radio-bemba, los embarques son de toneladas, y van en aviones que usan las pistas clandestinas que abundan en el Llano. Que las autoridades, hechas las locas, no las ven. Pero la mano sí la extienden...
Por todo el cañón: las voladuras no son sino un trapo rojo para ver si el gobierno colombiano cae en la provocación. Pero el antioqueño se las sabe todas. Y no va a complacer a nuestro Galtieri con la guerra que tanto necesita.
Otro sí
En un principio, yo creí que el norte de Valencia estaba sucio, oscuro, feo e inseguro por una venganza del alcalde, que no quería apoyar a los sectores que no votaron por él. Pero después me he convencido de que el Sur -donde logró encandilar a unos cuantos ingenuos- la cosa está peor. Entonces, el asunto es de ineptitud. Si nunca nos mostró un programa, sólo fotos de él con Boves II, mal pudiera haber acometido obra alguna. Por ello, me sumo -como lo está haciendo toda Valencia- a la iniciativa tomada por el señor Cocchiola de pedirle la renuncia. Ya lleva un año demostrando su incapacidad. Por amor de Dios, que no la siga demostrando hasta que pueda comenzar legalmente un proceso revocatorio. Que medite si Valencia se merece su incompetencia. Si renuncia, todos le diremos como al Espíritu Santo: "Gracias por los favores recibidos".. . www.notitarde. comn

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