29/11/09

Hugo, ¡Feliz Navidad!

Maria Elena



Acabo de leer que gracias a ti, a tu incompetencia, a tus ansias de poder, a tus miseria humanas, han quitado el San Nicolás que adornó durante 31 años el CCCT. Lo entiendo, a ti te debe traer muy malos recuerdos, sin embargo, a mi me los trae tan buenos...

7 añitos tenía yo la primera vez que lo vi, 7 añitos que me dieron para maravillarme por la magnitud del adorno ¡era enorme! Pero solo recordarlo.. . pero recuerdo más.

A mi me criaron mis padres, todo mi entorno estaba rodeado de amor, de toneladas de amor, fui una niña, la verdad, muy querida, no eran solo mis padres, eran todos, mis abuelos, mis tíos, mis primos ¡y la navidad!

En ese centro comercial había un árbol gigante, con muchos duendecitos que, motorizados, ensartaban cuentas de collares de cotufas, envolvían regalos, hacían juguetes y bailaban.

Eran días que tenían rituales, unos días antes, mis padres y mis tíos nos llevaban a todos los primos al centro, específicamente a General Import, que no sé si por ser lo más barato de la época era donde prefería comprar el niño Jesús y había que ir, para ver que juguetes tenía para pedirlos, no se pedían entonces de la TV, sino de verlos en directo.

Claro, aplicaban restricciones, algunas veces me decía que tal cosa era muy cara, o que no podía pedir tantas cosas, porque el niño Jesús tenía que regalarle a muchos niños y el niño Jesús, a pesar de ser Dios, parece que millonario ilimitado no era, ¿y quería yo que otros niños se quedaran si juguetes? ¡ni hablar!

Mi padre preguntándome que creía yo que le gustaría a mi madre de regalo, yo misma, en el colegio, haciendo aquellas horrorosas manualidades, con mucho fieltro y escarcha, que sabía que despertaría una expresión que me llenaba de orgullo: “¡Hija! ¡pero que lindo! ¡hermoso!” y el esperpento, fuera una bota o un pie de árbol, a pesar de su fealdad pasaba a ser parte del decorado navideño y ¡ay! Del que dijera que estaba feo, ese se las tenía que ver con toda mi familia.

Mis primos y yo (éramos pocos, sólo 3) en formación musical, cantando “El Burrito Sabanero”, desafinados y torpes, éramos requeridos para cantar la canción una y otra vez.

Luego las hallacas, ¡Dios que olor tan divino!, y en medio del olor del guiso, la música navideña, los traguitos de los adultos y las risas, los niños comíamos pan remojado en un vaso de Pepsi Cola, porque con el ajetreo, ese día quedábamos exentos de la comida sana, así que venga a comer porquerías, y nueces, avellanas y turrones.

¡Que se nos acabaron las hojas! ¡anda a comprar! Y que fuera a comprar, a un camión o abasto que estuviera abierto, se montaba la chiquillería. .. ¡a mi me toca ventana! ¡no, a mi, que yo mareo! ¡no, a tí te tocó la última vez!

En el centro comercial Las Mercedes, hay una cúpula, le pregunté una vez a mi padre que era y me dijo que esa era la casita del oso Polar, ese osito tan simpático, que bailaba tan bien y que tenía por esposa a una osa que usaba una flor sobre la oreja ¡la casa del oso Polar! Y yo me lo creí.

Porque ¿sabes una cosa? Yo a mi padre le creía todo, el era mi gran enciclopedia, tenía todas las respuestas a cualquier pregunta, ¿papi, porque llueve? ¿papi, porque el mar es grande? ¿papi, porque las guajiras visten con bata larga con tanto calor? ¿papi, Dios existe? ¿papi, tú me quieres? ¿papi, como nací yo?

Y solo habían respuestas, y besos, y abrazos, llueve porque las nubes están el sol evapora el agua, como el vapor que sale de las ollas de mamá y cuando están tan llenas que no pueden más, entonces se descargan del agua, la tierra es mas que todo agua, y solo un pedazo pequeño es tierra, que es donde vivimos, las guajiras van desnudas bajo sus batas, y cuando sopla brisa se les mete por abajo y se refrescan, las flores, el sol, el cielo, la luna nos demuestran que Dios existe, yo nací porque mi papá y mi mamá se quieren mucho, y cuando los padres se quieren papá siembra una semillita en mamá, y de esa semillita nace un bebé (lo que nunca me explicaron es por donde se metía la semillita) y mi papá y mi mamá me adoran, me desearon con todo su ser y por eso nací.

El niño Jesús, siempre, siempre, siempre, me llevaba mis juguetes, podía ser más o menos lujosos, pero algo me traían, pero lo que más me traía y más me gustaba, lo que no puedo olvidar, es ese sentimiento de amor, de que realmente yo era querida y amada por toda mi familia, y a mi se me desbordaba también el amor, por mis padres, por mis tíos, por mis abuelos y mis primos.

Recuerdo a uno de mis tíos, en ese entonces soltero, que se ufanaba de que yo no sabía cual era su regalo, ¡tonto! Se ve que lidiaba con niños, todo niño que se respete revisa la casa de arriba a abajo haciendo inspección, se puso muy furioso cuando supo que yo ya había visto el regalo. El mismo tío que me llevo a ver Grease, una película que realmente me impactó, no así con la Guerra de las Galaxias, que fascinó a mis primos y a mi me pareció una solemne babosada.

Mi otro tío con sus regalos, ¡wao! Ese si se lucía, no sé si fue por no haber tenido niñas (las tuvo después) pero era un genio con los regalos para niñas. Se lo tengo que decir, nunca lo he hecho, pero para mi sus regalos eran los más esperados.

¡Y el estreno! ¡oye, Hugo! No creo que hayas vivido la gloria del estreno, y la tortura, ahí estaba una ropa nuevecita, limpiecita y siempre bella, que no te dejaban poner hasta el 24, no importaba que argumentos diera, yo día hasta la de “a lo mejor me pisa un carro y no vivo para ponermela”, pero nada, mi madre era implacable, “el estreno, es el estreno”.

Y en esa época, Hugo, como hoy, millones de venezolanos, jóvenes, viejos, adecos, copeyanos, casados y solteros, a la misma hora, se sentaban y se sientan en una misma mesa, a comer el mismo plato, hasta ahora, con eso, no has podido.

Sigue intentando, a lo mejor nos quitas las hallacas, como quitaste el San Nicolás del CCCT, como quitaste la cruz del Ávila, como quitaste las gaitas y las felicidad de la navidad, todo lo puedes quitar, para eso eres el hombre más poderoso de Venezuela, nos puedes quitar hasta la vida, pero no puedes quitar mis recuerdos de una Venezuela hermosa y próspera, no me puedes quitar los recuerdos de una infancia llena de amor...

La mala noticia para tí, Hugo, es que igual que no me puedes quitar eso, no puedes borrar tus recuerdos tampoco, puedes destrozar el país, puedes hacer que todo el país sea miserable, puedes gastar el dinero de todos los venezolanos, puedes llevarnos a una guerra... pero el hecho de que tu niñez fue una mierda ya no lo puedes cambiar, tu odio no puede ser aplacado con nada, como con nada puedes borrar el amor de mi vida. No puedes borrar que tus padres te dieron una patada por el rabo y te zamparon de cabeza con tu abuela porque nadie te quería, y hoy te quieren por los reales, pero por más nada.

Sí a ti te quitan el poder que tienes, pasas a ser nada, seguirás siendo el niño perverso que degollaba burros como venganza porque una novia no lo quiso, seguirás siendo esa cosa a la que nadie quiere, yo, aunque me quites lo que me quites, seguiré siendo la niña que creció rodeada de amor y afecto.

Así que.. ¡JÓDETE!

¡Ah, sí! Otra cosita:

¡FELIZ NAVIDAD!

No hay comentarios:

Publicar un comentario