En http://www.noticias24.com/ de hoy he visto un video realmente nauseabundo, en el cuál el indigno Hugo Chávez somete a una empleada del Banco de Venezuela a un interrogatorio humillante frente a las cámaras de televisión y frente al grupo de aduladores que asiste a sus programas. En ese video el indigno comienza a preguntar sobre un programa de entrega de vehículos a través del Banco y comienza a hablar sobre el que le será dado a una médico recién llegada de Cuba. “Cuando se lo entregan”? , pregunta el indigno. “El crédito ya está aprobado”, le responden “y será entregado antes del fin del año, cuando la persona haga efectiva la cuota inicial”.
“Es decir”, responde Chávez, “si no la da no hay auto…. La cuota es como un muro que ustedes le ponen”.
“Bueno”, dice la angustiada señora del banco, “siempre es posible hacer alguna excepción”, pensando que a lo mejor la médico es ahijada de Chávez.
Pero Chávez está pensando en otra cosa, en que ese programa del banco es una mierda, porque exige una cuota inicial. Y por eso, dice, “no es un programa socialista”.
Y entonces, la gente que está allí, los lamebotas, comienzan a aplaudir a Chávez, el magnánimo y la señora del banco se convierte en una bruja maligna.
Resulta que, a través de este tipo de actuación, el indigno Hugo Chávez destruye lo poco de constructivo que pudiera estar haciendo su régimen. Si él no está de acuerdo con ese programa del banco que lo diga en privado, que modifiquen “la mierda esa”, antes de salir al aire. Pero lo que está haciendo este malandro es terminar hasta con sus seguidores, es destruir a su propia gente. Este malandro está empatado en una orgía de destrucción. Aquí nadie sirve para nada si no él…..
Y estoy convencido de que estos programas son pre-planificados para que el malandro aparezca como una especie de Robin Hood, a costa de algun (a) pobre bolsa, quien puede llamarse Diosdado o puede trabajar en un banco. Ya esto se ha convertido en una rutina y debo decir que cualquier venezolano normal que vea estos videos del indigno puede llegar a la conclusión a la cuál yo he llegado, que ese sujeto está loco y fuera de control y que necesita de una chaqueta de fuerza, además de una sonora cachetada.
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