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¿Círculo vicioso o un burdel redondo?

Por Rafael Rivero Muñoz
Sunday, 03 de January de 2010
Definitivamente, no es cuestión de la capacidad para la comprensión y análisis de esta situación dizque política que culmina con la supuesta caída en desgracia de Ricardo Fernández Barrueco –alias “Ricardo X” según el G2 cubano, “Zar de Mercal” según los medios venezolanos– y la subsiguiente, y también supuesta, crisis bancaria.

No depende ello de cuánto sea el conocimiento acumulado ni el dominio de las teorías políticas.

Visto desde esa especializada óptica, mucha ha sido y será la tinta a dispensar para entender y hacer entender algo que si bien genéricamente por tratarse de altibajos entre el poder y el no poder, pudiésemos abordarlo desde ese ángulo; difícil será entonces consolidar los eventos pasados, presentes y futuros, entrelazar unos con otros hasta lograr una cierta concatenación lógica en la dinámica del hacer y del dejar de hacer revolucionario en estos ya once últimos años de vida y acción de un supuesto gobierno en Venezuela.

Viene en nuestro auxilio esa muy reciente experiencia extra-fronteras del líder revolucionario Hugo Rafael Chávez Frías y su caterva de acompañantes, iniciada desde el mismo momento de su llegada al aeropuerto internacional de Copenhagen; asunto que ya comentamos en nota anterior.

Tratamiento policial

Lo particular de esa referencia vivida por la comisión oficial venezolana que asistió a la Cumbre Mundial Ambiental organizada por la ONU, fue precisamente la desidia en los responsables del gobierno anfitrión, en cuanto a las consideraciones y el tratamiento frente a los integrantes de la misión venezolana, Hugo Chávez incluido.

Como ya afirmamos al detalle en la nota referida, el tratamiento fue preciso desde el mismo momento de la llegada de esa delegación oficial al aeropuerto internacional de Copenhagen y hasta el momento del abandono de ese territorio: Sin discusión, un tratamiento eminentemente policial.

Y sin que, como ha quedado suficientemente comprobado por el hacer público de la Cancillería venezolana en las últimas 120 horas, exista una reacción o respuesta oficial. No existió en su momento en Dinamarca, ni existe aún en Venezuela reacción alguna, al menos una nota de protesta del gobierno de Venezuela frente al tratamiento recibido por Hugo Chávez Frías y su cohorte en territorio danés. Sólo se ha escuchado hasta ahora, la presunta protesta de “un cadáver insepulto”.

Consecuencialmente

Nada nos limita en la circunstancia para ensayar y asumir la misma óptica adoptada por la estructura de recepción danesa en Copenhagen –aceptada y por tanto avalada por el silencio oficial venezolano–, para intentar el abordaje y observar, comentar e intentar una aproximación que se pretenda más cercana a la dinámica y sus realidades.

Nada nos impide entonces, el tratamiento policial del tema a comentar.

Hechos conocidos

La Sebín (antes Disip) en febrero prepara y tramita un pormenorizado informe confidencial sobre las actividades de varios grupos económicos emergentes dedicados especialmente a la captación y uso ilimitado de los fondos de varias instituciones del Estado; fondos expresamente canalizados y depositados a la sazón en pequeños bancos en manos de unos nuevos y emergentes “banqueros”, entre ellos, especial atención recibió el caso de Ricardo Fernández Barrueco. Informe que como se asume, fue recibido por el máximo magistrado de la República, pero sin una toma de decisión en su momento, por tanto, engavetado.

Manejo ilícito de los fondos públicos que a su vez, con la compra de Bonos del Estado, tomaron el camino hacia algunas cuentas privadas en el extranjero –en USA, en Antigua, en Andorra, en Suiza por citar los más conocidos– por una parte y por la otra, convertidos en dólares oficiales y otras monedas fuertes, reingresaban por los caminos verdes al mercado venezolano, para ser negociadas a los precios del dólar no controlado o paralelo, lo que, de entrada, multiplica por lo menos por dos los montos disponibles en fondos líquidos; eventualidad que a su vez les permite a los operadores abiertos –asistidos por otros operadores encubierto interesados, por la maquinaria oficial y por una regulada presión para-militar y para-policial– la compra de otras instituciones financieras: Todo el marco de una macro pirámide alimentada y manejada con fondos del Estado. Operación financiera única en su especie en Venezuela y fuera de sus fronteras, tanto por el modus operandi o modalidad delictiva, como por la calidad y la cantidad de funcionarios de muy alto nivel cooptados por la maquinaria y beneficiario de comisiones depositadas también en cuentas en el extranjero, como por la cantidad ilimitada de los fondos líquidos en juego. Posteriormente, sobre las mismas bases y datos del informe de la Sebin, el G2 de Cuba elabora a su vez un Informe Secreto sobre las actividades de quien identifican como “Ricardo X”. Informe cuyo destinatario habría sido el propio Fidel Castro Ruz.

Luego, copia de ese Informe del G2, con algunas anotaciones, es entregado oficialmente al Embajador de Venezuela en Cuba, Ronald Blanco La Cruz, quien, cumpliendo las instrucciones o más bien órdenes recibidas, de inmediato solicita una audiencia privada en Miraflores y con Hugo Rafael Chávez Frías.

Viaja de inmediato y ya en Venezuela, Ronald Blanco la Crúz, asiste a la reunión privada prevista con Hugo Rafael Chávez Frías, donde a la vez de hacer entrega del Informe del G2, le impone personalmente de las opiniones y de las precisas exigencias que le fueran comunicadas por el propio Fidel Castro Ruz en momento de asignarle la “misión”: Entregar en manos de Hugo Rafael Chávez Frías el informe y, trasmitir sus instrucciones. Se diría más bien órdenes por el contexto y el tono en que fueran planteadas al especial emisario.

Hugo Rafael Chávez Frías, sin dilación y frente al mismo mensajero se apresura y ordena la detención del tal “Ricardo X”, a la sazón, plenamente identificado como el venezolano Ricardo Fernández Barrueco.

Ricardo Fernández Barrueco quien es un sujeto de muy bajo perfil y de quien no se tienen fotografías ni mayores datos personales, resulta ser el más importante operador personal de Hugo Rafael Chávez Frías en los negocios. Específicamente, en materia de importación, transporte y distribución de alimentos y otros insumos tanto en el territorio de Venezuela como en Cuba.

Es el mismo Ricardo Fernández Barrueco, bajo cuya dirección y égida ha estado la sostenida campaña dirigida a controlar toda la red de producción, almacenamiento, embalaje, transporte y distribución de alimentos y otros insumos básicos en el país, y precisamente, resalta aquella persistente campaña de desprestigio, de perturbación y hostigamiento de las operaciones regulares, enfocada y dirigida en contra del más grande conglomerado de empresas venezolano; parte constitutiva del particular empeño de Hugo Chávez Frías por destruirlo para sacarlo definitivamente del mercado nacional y por la vía del señalado Ricardo Fernández Barrueco, tomar el control de todas y cada una de las actividades de ese conglomerado industrial y comercial venezolano.

Por su parte Ricardo Fernández Barrueco a modo de congraciarse con el nuevo líder de la Revolución Cubana, Raúl Castro, como gesto de amistad; primero como compensación por el atraso en el cumplimiento de la misión que le había asignado Hugo Chávez, había adquirido y pagado y hecho despachar desde puerto venezolano y entregar a Raúl Castro en el puerto en Cuba, una flotilla de 28 vehículos BMW. Y luego, el principal objetivo confesado por el propio Ricardo Fernández Barrueco en el círculo de sus hombres de confianza: En el momento en que Fidel Castro Ruz muera y Raúl Castro asuma el control absoluto del poder, se iniciaría el plan desde Venezuela para cooperar con Cuba en la recuperación económica; momento en el cual, él –Ricardo Fernández Barrueco– tomaría ventaja en la compra de empresas quebradas en Cuba a las cuales se le inyectaría dinero venezolano para reflotarlas.

Ricardo Fernández Barrueco, a partir del momento en que Hugo Chávez Frías ordena su detención, desaparece, supuestamente, se dice, se habría presentado voluntariamente, y había sido detenido en la Sebín (antes Disip).

Ricardo Fernández Barrueco, luego, supuestamente es trasladado por una comisión de la Sebín y presentado por la FGR por ante un Juez de Control ante quien la FGR solicita una orden detención, que es emitida. Hasta la fecha de hoy, nadie ha podido ver a Ricardo Fernández Barrueco, fuere en su casa, fuere en su oficina, en los calabozos de la Sebín donde alegan que no está en el área de los otros presos; tampoco ha sido visto en los tribunales; simplemente se esfumó.

Por orden expresa superior, Ricardo Fernández Barrueco, entre gallos y media noche, es transferido desde el cuartel central de la Sebín al cuartel central de la DIM. Pese a ese traslado, tampoco ha sido posible que persona alguna, fuera del círculo íntimo de los fieles a Hugo Chávez, haya podido verlo.

Eso son los hechos crudos conocidos sobre el tal “Ricardo X” del G2; el Ricardo Fernández Barrueco del informe de la Sebín.

Pocas las dudas que restan

En múltiples notas anteriores hemos referido la duda sobre algunas incidencias del hacer dizque político de esta revolución, en el sentido de no poder dilucidar si se trata de la ingerencia de los delincuentes en el hacer político o, es definitivamente, la política de los delincuentes.

Vista grosso modo la supuesta y reciente crisis bancarias inventada por Hugo Rafael Chávez Frías y su cohorte de operadores, nos indica ya claramente, sin lugar a dudas, que se trata definitivamente de la segunda de las posibilidades: La política de los delincuentes.

Puesto que…

Todo este desempeño depredador de bienes y capacidades del Estado venezolano, no tiene símil en la historia de la República luego de su separación de la Gran Colombia (1830), si bien que durante la colonia tuvo múltiples expresiones materiales que hoy conocemos como la actividad ilícita de los piratas, de los corsarios, de los filibusteros y de los bucaneros.

Trátese de personajes que se apropian ilícitamente de la obra ajena (piratas); de aquellos que bajo contrato de un gobierno o de un gobernante atacan y se apropian de los bienes de un país (corsario); de aquellos que dentro del mismo estilo se hacen del botín (filibustero) y de quienes, además de ahumar carnes, saquean territorios. En definitiva, todos tienen el mismo objetivo: El botín.

Y en esta Venezuela revolucionaria, como queda suficientemente comprobado en los hechos, el más preciado botín “revolucionario” lo constituyen los fondos líquidos del Estado.

A eso, a la apropiación ilícita de esos fondos venezolanos se han dedicado los revolucionarios y han concentrado el esfuerzo sus numerosos acólitos. La variante de los bancos grandes, medianos o pequeños, no es más que dar materialidad y seguir aquella vieja expresión de Eugen Berthold Friedrich Brechter Han Culen (1898–1956): “… Si quieres robar, compra un banco…”

Poder nominal, sin poder de decisión

Suficientes evidencias muestra la historia de la Revolución Cubana sobre las consecuencias de oponerse a la voluntad de Fidel Castro Ruz; quizás el más gráfico ejemplo, el supuesto suicidio de Salvador Allende cuando decidió rendirse ante el acoso de las fuerzas militares ya al interior del Palacio de la Moneda. Su jefe de escoltas, bajo instrucciones desde La Habana, ejecutó la orden: Salvador Allende se suicidó desde el mismo momento en que se negó a seguir las instrucciones de Fidel Castro Ruz; sólo falta saber si fue “suicidido” o suicidado.

¿Puede Hugo Chávez asumir el riesgo?

Es de todos público el condicionado poder de decisión de Miraflores, en manos éste de Fidel Castro Ruz y por la vía de el y los “Anillos de Seguridad” presidencial que rodean y mantienen aislado a Hugo Rafael Chávez Frías.

Lo suficiente como para que Hugo Rafael Chávez Frías, atrapado y entrampado como está, no pueda disentir, menos aún discutir las órdenes de La Habana; éstas se emiten y se cumplen, no hay otra salida, salvo al estilo Salvador Allende.

“Por allí fumea”

Si como sale a la luz de nuevo y por confesiones y expresiones en los más allegados subalternos de Ricardo Fernández Barrueco, uno de los socios más activos en el complejo delictivo articulado y dirigido por él, era el cubano Felipe Ramón Pérez Roque, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba hasta febrero de 2009 –casualmente la misma fecha del informe de la Sebín–; lo preciso también la referencia pública en boca del propio Fidel Castro Ruz: “… la miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno…

El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos… no se ha cometido injusticia alguna con determinados cuadros…”. La violenta sino aparatosa destitución de Pérez Roque, incluyó también al vicepresidente y Secretario del Consejo de Ministros, Carlos Lage.

Cubanuela o Venecuba

Sin Raúl Castro o con un Raúl Castro limitado en sus capacidades de decisión económica, dependiendo de la ayuda extranjera, en especial la de Venezuela, se percibe a leguas el entramado de todo este programa que condujo a la dilapidación de recursos económicos venezolanos en una aventura sin futuro, pero que les aseguró el futuro a quienes, interesados en el botín, con una mano ensalzaban los caprichos de los idiotas e ignorantes, mientras con la otra, a manos llenas, colmaban y colman sus arcas privadas con dinero del tesoro público.

¿Puede existir entonces alguna duda del por qué nadie ha visto a Ricardo Fernández Barrueco?

¿Alguna equivalente a por qué hoy se afirma que Ricardo Fernández Barrueco fue trasladado y está supuestamente recluido en el cuartel central de la DIM, cuyo jefe, a la sazón, su socio, ha sido parte importante en el manejo de los fondos públicos en este juego?.

Y si bien alguien pudiere considerar que eso que denominaron política, nacional e internacional, fue arrastrada a la vorágine de un círculo vicioso, consideramos desde nuestra perspectiva que por los efectos derivados para el futuro del país y de su sociedad, poco ha tenido ello de política, menos aún de círculo vicioso y mucho más de crímenes y de delito en la más depravada conducta propia a un burdel de la época de los piratas y sus afines.

Pero para adaptarlo con justeza a esa delicada expresión, una más acorde a los hechos criminales evidenciados: No es un círculo vicioso, ha sido, es y será mientras exista, un burdel redondo.

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