Chávez, atrapado, sin salida, en la crisis energética provocada por su ineficiencia y traición al desarrollo de la patria, al desviar los recursos para la inversión en mantenimiento y generación eléctrica a fines de exportación ideológica a la chulería latinoamericana que se lo goza, justifica la compra vía emergencia de plantas termoeléctricas a los Estados Unidos, es decir al imperio que maldice y jura destruir con sus milicias paramilitares inconstitucionales: “Estamos trayendo unas máquinas de la General Electric, empresa de los Estados Unidos. Esas plantas no tienen ideología, no tienen que ver con un gobierno y otro, o las relaciones entre ellos. Nosotros le mandamos a Estados Unidos un millón y medio de barriles diarios de crudo.”. Con estas palabras este personaje de la picaresca histriónica nacional confiesa la característica “chinvergüenchona” de su posición política.
Mantiene a sus débiles mentales encandilados y “enfusilados” – verbigracia la palúdica milicia campesina – con las denuncias de una supuesta invasión del “imperio mesmo” con el que lleva excelentes relaciones comerciales a dólar limpio, lo que ya fue dicho a los gringos en claro mensaje en sus primeros días de gobierno: “No vean lo que yo digo, vean lo que yo hago”, es decir “fíjense que mi discurso es para engañar a estos pobres idiotas que votan por mí, no contra ustedes”.
Por eso fue que Alán García lo desnudó cuando develaba un supuesto plan de Estados Unidos, bajado de Internet por alguno de los aduladólares que lo exponen a la burla colectiva, diciéndole en cadena mundial: “Los gringos no tiene que invadirte para quitarte el petróleo, pues tú le vendes todo el que ellos quieren”. Pero como la “patria” es el mantra que concita la efervescencia de la sentina del patrioterismo, su invocación sirve para afianzar canallas en el poder. Y de eso se trata todo esto: Sin los dólares del imperio, Chávez no es nadie ni nada.
Su pretendido liderazgo continental es un sainete de los gringos: Son los dólares del imperio – no los sucres del Alba – moneda de chocolate - ni los risibles bolívares “fuertes” - los que financian las revoluciones socialistas de esta cuerda de sinvergüenzas, como Fidel Castro y Daniel Ortega, cuyas economías sobreviven gracias a la filantropía de un mundo idiota que no tiene responsabilidad con sus donaciones. Y hay que recordar que para los Estados Unidos “bisnes is bisnes” y bajo ese axioma cínico mantuvo a Sadam Husseim en el poder hasta que perturbó sus intereses en el Medio Oriente y lo mismo ocurrió con Noriega en Panamá y con Somoza en Nicaragua.
Así que Chávez con toda su perorata antiimperialista y sus amenazas tremendistas, no es más que un lacayo fiel del imperio, auque alguna vez intercambie expulsión de embajadores, pero sin afectar el munífico suministro de dólares. Lacayo cumple, amo paga. Y punto. “Yeah, yeah, llena tanque, muchachou”.
La dependencia sinvergüenza
Destruir obviando la capacidad para construir, es la filosofía de las revoluciones comunistas, por eso Chávez destruye las empresas de Guayana y PDVSA, pues eso es, para su inmensa ignorancia, ser revolucionario, no convencer sino someter y el hambre es una excelente herramienta.
Fidel, por citar al más conspicuo de estos especímenes latinoamericanos, se apoderó del poder en Cuba, cuando “la isla ocupaba el tercer puesto entre las naciones más desarrolladas de América Latina, después de Argentina y Uruguay, con una alfabetización superior al 90% y con un sistema de salud pública que ocupaba el tercer lugar en el mundo en cantidad de médicos y camas por persona.
Su tasa de mortalidad, incluyendo la mortalidad infantil, era la más baja del planeta con 5,8% (EEUU 9,5% y Canadá 7,6%). En materia nutricional se ubicaba en el puesto 26 a escala mundial y en kilómetros de vías ferroviarias y carreteras, en el número 13. Ocupando el segundo puesto en AL en automóviles, televisores y radios. Según un anuario estadístico de la época, en 1958 Cuba ocupaba el tercer lugar en número de habitantes con teléfono privado. Su pujante clase media representaba el 40% de la población”.
Hoy, 51 años más tarde, luego de una sistemática destrucción de lo existente, el pueblo cubano sobrevive chapoteando en la miseria más infame bajo un régimen de oprobio mil veces peor que el de Batista, mientras el inútil de Fidel – que se paga sus lujos amparando al narcotráfico y prostituyendo jóvenes universitarias a las que envía a las islas turísticas del caribe a buscar dólares – sigue culpando de su propio desastre al embargo de los Estados Unidos, que ni es tanto ni es para tanto, pues la Unión Soviética le suministró 250 mil millones de dólares – de ellos cien mil en petróleo que revendía - por el lujo de tener un enclave de esclavos a 90 millas de la libertad.
Y la realidad es que los Estados Unidos no suspende el embargo por culpa de Fidel, ya que los tres millones de cubanos que han escapado de sus garras hacia Miami se han convertido en un poderoso factor electoral que es el que se niega a suspender el embargo. Pero, además, el sinvergüenza de Fidel se pasó la vida recibiendo limosnas de los yanquis, como barcos de pollo, medicinas, trigo, que su régimen corrupto vendía al pueblo en el mercado negro. Y todavía, cada vez que la naturaleza se ensaña con la isla, el odiado imperio le saca las patas del barro a Fidel que ni por asomo se le ocurre rechazar la bofetada gringa.
Como paradoja, ninguno de estos gobiernos comunistas ha podido demostrar la superioridad de su sistema económico aprovechando la cíclica crisis del capitalismo, Fidel fue el primero que salió pidiendo cacao cuando el reciente desplome financiero del sistema global.
En lugar de mostrar la musculatura de su sistema, salió llorando porque se reducían las limosnas filantrópicas con las que da de comer a su magro pueblo. Y tiene las gónadas de hablar de “soberanía”, un pueblo hambriento y enfermo, sin agua ni luz ni es soberano ni es pueblo ni es nación ni es país.
Así el comunista Chávez – imitando a Fidel que ya no tiene como pagar las crecientes importaciones alimentarias, porque nadie le fía por tracalero, pues desde 1986 se ha negado a pagar su deuda externa - acabó con la seguridad alimentaria de la república llevándola a un estado de dependencia extranjera como jamás nunca tuvo – ahora instala fábricas de alimentos en Bolivia y en Cuba - pero vocifera de “libre determinación” y “soberanía”, estimulado por los dólares gringos, que es la moneda nacional en la práctica y a cuyo destino está atada nuestra economía, precisamente por la disparatada política económica comunista que Chávez ha implantado para favorecer a los gringos y demás empresarios extranjeros.
Por eso el hipócrita Lula lo alaba: Venezuela produce petróleo, los gringos lo compran en dólares y estos se los lleva Lula y los mismos gringos y los argentinos... exactamente igual como pasó con la riqueza de América saqueada por España que terminó en los bolsillos de los banqueros holandeses, mientras los españoles se morían de hambre.
Los dólares sí tienen ideología
Los dólares sí tienen ideología, son liberales, capitalistas, quienes carecen de ideología son esta cuerda de sinvergüenzas que hacen promesas a sus pueblos contando con aquellos.
Lo he dicho en otras ocasiones, lo que derribó el Muro de Berlín no fue la política ni el poderío atómico de Occidente, sino los barcos gringos cargados de trigo en los puertos de Moscú, fueron los dólares del imperio los que salvaron de la espantosa hambruna al, y que, “poderoso” imperio soviético, una magalla artificial que impuso, con los fusiles – “¿dónde está tu fusil?” - la miseria general, como en Cuba donde un ejército de 350 mil soldados ideologizados, un millón de esclavos públicos extorsionados y una red de sapos despreciables de los Comité de defensa de la revolución, mantienen en un puño de hierro a diez millones de seres humanos, de los cuales más de medio millón agoniza en cárceles inmundas, en las narices de la idiotez del mundo que se desvive por una foto con el déspota moribundo Fidel Castro Ruz. ¿Dónde se la irá colgar la vieja estúpida de Bachelet cuando se devele toda la ignominia de ese régimen criminal?
En conclusión
Cuando un hombre se enfrenta a su realidad es cuando tiene la oportunidad de demostrar sus principios. Si la contundencia de la verdad lo hace claudicar es un sinvergüenza. Chávez hoy, frente a su realidad, atrapando un salvavidas lanzado por sus enemigos jurados Estados Unidos y Colombia, está demostrado ante el planeta lo que en verdad es. Aplique usted el calificativo.
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