Por JUAN O. TAMAYO
jtamayo@elnuevoherald.com
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) habrían comprado al menos siete cohetes antiaéreos que, según los expertos, pudieran ser un peligro para los helicópteros de fabricación estadounidense esenciales en la batalla del gobierno contra los rebeldes.
Fiscales peruanos detallaron la compra en diciembre al acusar a una decena de personas por adquirir cientos de armas de corruptos funcionarios de seguridad de Perú y entregarlas a un comprador de las FARC.
Los cohetes pudieran complicar la guerra que Bogotá libra contra la guerrilla desde hace varias décadas, en la cual el Ejército ha logrado importantes avances debido al despliegue de una flotilla de helicópteros artillados y de transporte para realizar operativos relámpago.
El analista militar colombiano Alfredo Rangel dijo que si las alegaciones peruanas resultan ciertas, el puñado de cohetes "pudiera usarse para derribar algunos helicópteros'' pero "su impacto no sería muy significativo''.
Las armas probablemente se usarían en la defensa de la cúpula de las FARC, pero "no permitiría a la guerrilla pasar a la ofensiva o alterar el equilibrio de poder contra las fuerzas del gobierno'', declaró Rangel a El Nuevo Herald en una entrevista telefónica.
La acusación de los fiscales peruanos detalla la venta de por lo menos cuatro cohetes antiaéreos de fabricación rusa Strela e Igla entre mayo y octubre del 2008, y otros tres en el 2009, "cada uno por la suma de $45,000''.
Los cohetes los vendió Jorge Aurelio Cerpa, un oficial de la Fuerza Aérea peruana, y fueron entregados a Freddy Torres, un ecuatoriano que compra armas para las FARC desde el 2007, según los documentos. Estas dos personas, más otras nueve, fueron arrestadas y acusadas de colaborar con el terrorismo. Varios han confesado.
Oficiales de las fuerzas armadas y la policía de Perú también vendieron a Torres cientos de granadas a $60 cada una, ametralladoras pesadas a $19,000 cada una y decenas de miles de proyectiles, según los documentos, que fueron dados a conocer por el diario limeño La República.
Torres, quien fue arrestado el 18 de diciembre en la frontera norte de Perú con Ecuador, estaba pagando entre $150,000 y $200,000 por entregas de armas "cada 15 o 20 días'', según una copia de los documentos en poder de El Nuevo Herald.
Pero las compras más significativas fueron los cohetes Strela e Igla, que se disparan desde el hombro. Las autoridades estadounidenses tambien están preocupadas de que puedan caer en manos de terroristas.
El Strela y el Igla tienen un alcance de unas tres millas y son muy efectivos contra aparatos que vuelan a baja velocidad y no están equipados con contramedidas electrónicas. No está claro si los helicópteros estadounidenses entregados a Colombia, como el UH-1H y el Blackhawk, cuentan con los equipos necesarios de contramedidas electrónicas.
Las FARC han dado prioridad a la adquisición de estas armas con el fin de revertir recientes golpes militares.
Los cohetes permitirían a los rebeldes "dar fuertes golpes a las fuerzas aéreas del enemigo'', escribió el 16 de agosto el líder guerrillero colombiano conocido como Alfonso Cano en un mensaje electrónico interceptado por la inteligencia militar colombiana y publicado en los medios de ese país.
El mensaje, un plan de 14 puntos para mejorar la capacidad de combate de las FARC, indicaba que los rebeldes debían separar entre $5 millones y $6 millones a fin de comprar armas para sus aproximadamente 9,000 guerrilleros, que financian sus actividades fundamentalmente con el tráfico de cocaína y los secuestros.
La necesidad de cohetes por parte de las FARC también se mencionó en un mensaje electrónico hallado en computadoras decomisadas cuando fuerzas colombianas capturaron un campamento de las FARC en Ecuador en el 2008 y dieron muerte al jefe guerrillero conocido como Raúl Reyes.
"Las armas antiaéreas son una necesidad urgente'', expresaba el mensaje entre dos jefes rebeldes, también publicado en los medios colombianos.
Aunque las autoridades colombianas y estadounidenses se han preocupado desde hace tiempo por la posibilidad de que las FARC consigan cohetes antiaéreos, la mayor parte de la preocupación hasta el momento se había centrado en Venezuela, donde el presidente izquierdista Hugo Chávez ha expresado desde hace mucho su simpatía por el grupo guerrillero.
Chávez ha comprado a Rusia grandes cantidades de armas desde el 2006, como $6,000 millones en cazas, helicópteros, tanques, cohetes antiaéreos Igla-S --también conocidos como SA-24, la versión más moderna de los cohetes antiaéreos portátiles-- para lo que dice ser la defensa de su país contra un planeado ataque de Estados Unidos.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos acusó a un ex ministro de Chávez y a dos generales en el 2008 de ayudar a las FARC con armas, dinero, actividades de narcotráfico y ordenó el decomiso de cualquier activo de esas personas en este país.
Pero este caso ha centrado la atención en Perú, que compró 633 cohetes IGLA-1, también conocidos como SA-16, entre 1992 y 1996, y 500 modelos Strela 2 más antiguos, también conocidos como SA-7, entre 1978 y 1981, según el Instituto de Investigaciones de la Paz de Estocolmo, que le sigue la pista a las compras de armas en todo el mundo.
Los documentos de la fiscalía peruana no mencionan ninguna afinidad ideológica entre las FARC y los oficiales peruanos que les vendieron las armas, después de eliminarlas de los libros como usadas en ejercicios militares o eliminadas por ser muy viejas, lo cual indica que lo hicieron sólo por dinero.
Nicaragua destruyó voluntariamente unos 1,400 cohetes Strela 2 después de la guerra entre el gobierno sandinista, respaldado por la Unión Soviética, y los contras, apoyados por Estados Unidos. Pero funcionarios estadounidenses han ofrecido al gobierno nicaragüense $5 millones por la destrucción de los 600 cohetes antiaéreos que todavía tienen.
Gerardo Reyes, periodista de El Nuevo Herald, contribuyó a este reportaje.
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