27/2/10

Laureano Márquez: RAÚL


El presidente Raúl parece ser lo único que no ha sido tocado por el Niño, que ha venido a trastocar todo en nuestro continente.

En Cancún, que en idioma maya quiere decir "nido de víboras", el fenómeno climático se afanó revolviendo los humores de dos de los jefes de Estado, cuyos nombres se me escapan, pero que se agredieron verbalmente mandándose mutuamente a formar parte de ALCA-RAJO (una suerte de filial del ALCA que se ocupa de los insultos entre mandatarios). En medio del deslave, el presidente Castro intervino para separar a los amotinados, insistiendo en un diálogo respetuoso y tolerante, como el que él promueve en Cuba. Mientras, algunos asomados como Evo gritaban cosas como "¡dale por el ojo que yo lo recojo!" y Lula concluía en entrevista a CNN que los latinoamericanos por fin habíamos aprendido cómo resolver nuestras diferencias. En lo que al anfitrión respecta, le provocó decirle a más de uno "mejor comes y te vas", pero se contuvo.
Castro (el del gobierno, no el opositor), por otro lado, coherente con los principios de democracia alternativa en los que milita, se niega a aceptar a Lobo como contertulio en las cumbres, por no poseer el Presidente de Honduras suficientes credenciales democráticas para participar en un acontecimiento político en el que todos los asistentes han sido electos en elecciones democráticas y transparentes, respetando la pluralidad política.

Como si lo anterior fuera poco, Raúl, como corresponde a una persona comprometida con la libertad, ha lamentado la muerte del preso de conciencia Orlando Zapata Tamayo, culpando a los Estados Unidos por el incidente, al señalar con claridad que esas son el tipo de cosas que suceden en la base de Guantánamo, de donde inferimos que el señalado preso de conciencia estaba recluido allí y fue maltratado por los gringos que lo mantenían en cautiverio, cosa que propició la huelga de hambre que, tristemente, acabó con su vida.

Este tipo de actitudes en un jefe de Estado, le devuelven a uno la confianza y la esperanza en un liderazgo coherente y en un mundo mejor, más democrático, tolerante y plural.

Con razón decía Sócrates que el saber y la virtud eran lo mismo. Es decir, que el hombre sabio sólo puede buscar el bien. Me refiero, naturalmente, a Sócrates el filósofo, el de la ironía.

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