La dignidad y la vergüenza es lo último que se pierde. Y algunos venezolanos
ya han perdido la dignidad, la vergüenza y hasta las medias en este desmadre
de gobierno de Chávez. Para esos venezolanos que ya no tienen más nada que
perder quiero recordar lo siguiente: la dignidad es el valor propio de cada
persona como ser humano, independiente de su condición política, económica,
social, profesional, religiosa, racial o de género. La dignidad constituye
la base de todos los derechos, no se compra ni se vende y se defiende hasta
la muerte. "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos", según el primer articulo de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos adoptada por la Organización de las Naciones Unidas. Y
según Mahatma Gandhi: "en cuanto alguien comprende que obedecer leyes
injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede
dominarlo". También quiero recordarles a estos compatriotas que la vergüenza
es el sentimiento de la pérdida de la dignidad causado por la humillación,
la ofensa o por el temor al ridículo o a la deshonra. O es la pena que
siente una persona por algo que hace o dice otra. La vergüenza es inducida
en el individuo o en el colectivo.Y Chávez tiene 11 años induciendo la
vergüenza hasta para el bolsillo de atrás con el maltrato intencional de la
dignidad de todos los venezolanos y con el propósito de imponer un sistema
de gobierno comunista con el cual no estamos de acuerdo y que ha fracasado
hasta en Cuba, su país de origen. Sabemos que esa estrategia política de
Chávez de maltratar la dignidad del venezolano tiene un solo objetivo:
producir miedo porque el miedo congela e incapacita al individuo para la
acción y lo lleva sucesivamente al acostumbramiento y a la aceptación
pasiva. Y como Chávez sabe que el miedo se contagia dentro del colectivo,
ahora está trabajando con violencia para lograr la etapa final planificada:
la entrega incondicional de todos los venezolanos y la implantación de su
ideología autocrática, por las buenas o por las malas, en una población
sumisa, sin dignidad y sin vergüenza. Y lo hace con premeditación y alevosía
a través de la violación de la Constitución Nacional, de acciones que
colindan con traición a la Patria, de cadenas nacionales con amenazas,
descalificació n de personas e instituciones y hasta con malas palabras,
nunca visto en ningún Presidente venezolano. En consecuencia, Chávez ya no
tiene vergüenza ni nosotros respeto, algo irreversible porque, según George
Christoph Lichtenberg: "cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que
obedecen pierden el respeto".
Finalmente, también vale la pena recordar que este escenario de crisis de la
dignidad, de la vergüenza y del miedo de algunos venezolanos del siglo XXI
es patético pero no es nuevo en nuestro país. Ya lo vivieron nuestros
antepasados en la época del general Juan Vicente Gómez y del general Marcos
Pérez Jiménez. Pero esas mismas generaciones vencieron el miedo, rescataron
la dignidad y la vergüenza al restituir la democracia como ejemplo heroico
para sus hijos y nietos, al pensar que "llegará un día en que nuestros
hijos, llenos de vergüenza, recordarán estos días extraños en los que la
honestidad más simple era calificada de coraje". Yevgeny Yevtushenko.
Nos llegó la hora de cumplir con ese mismo deber. Que así sea.
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