2/3/10

AUN LLORO.

Venezolanos es hora de asumir como hombres y mujeres los destinos de la patria, es hora de que la pasión nos inunde el alma, y con sentido de pertenencia nos enfoquemos en defender nuestros derechos, lo que es nuestro, la familia, los valores, el respeto, la vida y este hermoso espacio de tierra, Venezuela.
Julio Cesar Rivas Castillo



Aún Lloro.



Texto del estudiante JULIO CESAR RIVAS

He tenido que contar muchas veces la historia de cómo me fue en la cárcel, me preguntan si tuve miedo, si me violaron o me golpearon.

Les cuento que no, primero sentía un vacío no sabia a donde me llevaban, luego me sentía impotente tras esas rejas en la primera semana, encerrado bajo tierra en el mismo lugar donde residen los roedores, esos a los que tanto asco le tienen y después la decepción de tener que presenciar como manipularon la justicia de enviarme esta vez a un calabozo donde aprendí y donde comprendí donde están las raíces de tanta crueldad, de tanta falta de valor, las cárceles venezolanas son las universidades del delito y la frialdad.

Una rutina fue acompañando mis días, mientras intentaba no pensar en el tiempo, al ver los ejemplos de presos políticos en Venezuela, no guardaba esperanza en salir en corto tiempo, esto me llevo incluso a permitirme jugar futbol con los reos comunes, nunca tuve miedo, nunca baje la cara, nunca vendí mi dignidad y sobre todo siempre mantuve mis principios y mis valores, eso hace ganar respeto, a veces los hombres más malos se hunden y lloran en situaciones como esta.

Y es aquí cuando llega la otra pregunta, ¿llore?

Desde que me sacaron de mi casa y me trasladaban a Caracas, los funcionarios me incitaban a tener fuerza, a ser firme, cuando me bajaron de la camioneta y el gobierno intento montar un show, dije lo que sentía, exprese que lo único que me llevaba a esa situación era la lucha por mis derechos y de los venezolanos, cuanto estaba en tribunales mis abogados me informaron que me preparara para lo peor y lo asumiera con dignidad, cuando la juez ordena mi sitio de reclusión endurecí mi mirada y me pare firme, a mis alrededores las lagrimas brotaban de las secretarias, de los alguaciles, de mi padre y hasta de mis abogados, no tenia oportunidad de llorar, no podía doblegarme ante mi verdugo y no lo hice.

Pero hubo un momento en el que llore, como lo he hecho muchas veces luego de salir de la cárcel, y no es de tristeza, no es por miedo, es por amor y compromiso, no sabría definir esa sensación que inunda mi cuerpo cada vez que repaso lo sucedido y encuentro todas esas muestras de solidaridad.

En la cárcel mis abogados lograron entregarme cientos de cartas que aún conservo y en donde gente conocida y otras desconocidas me acompañaban en pensamientos, expresaban su fe, su dolor, su disposición, mis amigos escribían directo del corazón y eso no lo pude contener, muy pocas veces tenia oportunidad leer, pero ese tiempo lo aproveche para leer todas esas cartas, y esas lagrimas eran el producto concentrado de todo aquello que plasmaron en papel, esas lagrimas me daban fuerza, y eran ese abrazo y esa palmada en el hombro que nadie me podía dar por motivo de los barrotes que se interponían.

Aún lloro, lloro en solitario cuando me doy cuenta de la inmensa responsabilidad que hay sobre mis hombros, sin pedirlo mucha gente me ha convertido en un símbolo, lloro cuando recuerdo las rejas y siento que no hago nada por sacar a esos inocentes que permanecen allí en la oscuridad solo por pensar distinto, lloro cuando cada día que me levanto encuentro a mi país mas destruido.

Aún lloro porque soy humano, y cada lágrima es la expresión de algún sentimiento que no se logra contener, en un momento de alegría, de tristeza, de dolor o de miedo.

Hoy mis lágrimas son de arrechera y no puedo sentir menos, un hombre pretende arruinarnos el futuro y las posibilidades, nos obliga a vivir como cavernícolas y de paso nos ofende y trata como plastas, mientras permanecemos inmóviles acostumbrándonos a cuanta locura nos impone.

Transformemos esas lágrimas de arrechera en acciones, y reservémoslas para llorar de alegría cuando recuperemos la libertad.

Venezolanos es hora de asumir como hombres y mujeres los destinos de la patria, es hora de que la pasión nos inunde el alma, y con sentido de pertenencia nos enfoquemos en defender nuestros derechos, lo que es nuestro, la familia, los valores, el respeto, la vida y este hermoso espacio de tierra, Venezuela.

Julio Cesar Rivas Castillo

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