Una nación que cada semana despierta ante un nuevo escándalo para tratar de ocultar el precedente, que sufre diariamente la confiscación de los derechos fundamentales por parte de las autoridades gubernamentales, empezando por el primer mandatario de la República, parece haber perdido la capacidad de reacción o lo que sería peor, se está acostumbrando a la inseguridad total como forma de vida y a aceptar a la muerte debida a la violencia como causa natural de muerte.
Cuando se habla de inseguridad, hay que referirse a que en las calles, carreteras, comunidades, lugares públicos y privados, cárceles, y, hasta en nuestras propias casas se han transformado en tierra de nadie, en cualquier lugar un ciudadano puede perder la vida por la más nimia razón. Un obrero fue asaltado para quitarle la paga de la semana, alguien se resistió al asalto, a un niño lo mató una bala proveniente de un fuego cruzado entre bandas, una mujer muere por los golpes dados por su pareja, una riña en la cárcel deja 8 muertos, ajustes de cuentas, el narcotráfico cobró una deuda no cancelada, el secuestrador mató a su víctima, etc.
Pero no es solo el homicidio, también se trata de la saña con la que es ejecutada la acción criminal. A un adolescente lo mataron de 16 tiros en la cara, en la cárcel degollaron a aquellos presos que fueron tomados como rehenes, un cuerpo apareció atado de pies y manos y con signos de tortura, estos son algunos de los ejemplos más comunes que aparecen reseñados en la prensa. Hay ciudadanos cuya “profesión” es ser “asesinos a sueldo”. Estos hombres por lo general son jóvenes menores de 25 años, quienes han probado su reciedumbre cumpliendo con un primer homicidio, al que le seguirán unos cuantos más, hasta que por ley de “la jungla”, ellos caigan a su vez muertos a consecuencia de la misma causa que los llevó a ellos al delito.
El número de muertes a consecuencia de la inseguridad y la violencia se cuentan por decenas durante los fines de semana en Caracas, pero cuando se suman todas las muertes ocurridas en el país, el número se incrementa. La gran mayoría de esas muertes se dan en las barriadas populares y en las cárceles. En las morgues se apilan los cadáveres esperando por autopsia.
En las puertas de estos recintos, los familiares de aquellos que perdieron la vida, esperan por la entrega del cuerpo de su familiar, las historias son todas iguales o como mínimo parecidas: en esa espera el dolor, la impotencia, las quejas aúnan a los dolientes independientemente de a cual sea la clase social de los familiares de los asesinados. Ante la muerte y la justicia o la ausencia de esta, todos somos iguales.
Durante los once años que lleva en el poder el actual régimen, el derecho a la justicia fue confiscado paulatinamente. La última cifra de muertes violentas alcanzaba el exorbitante número de ¡150.000!. ¿Cuántos de esos homicidios han sido investigados? ¿Cuántos homicidas han sido juzgados bajo un sistema de verdadera justicia? ¿Cuánto tiempo tomaron los juicios de aquellos que han tenido la “fortuna” de haber sido juzgados?
La cantidad de los homicidas juzgados es mínima. Aquellos que están en la cárcel sufren el vía crucis del retardo procesal, de una cárcel en la que priva la ley del más fuerte, en las cuales hay bandas rivales, tráfico de drogas y de armas, abuso carcelario y unas condiciones infames de vida. ¿Quién puede regenerarse en tal ambiente? Las familias de los internos en las cárceles de Venezuela saben que el tiempo que dure la “cana”, puede representar una condena a muerte para el preso, se meta o no en problemas.
Para los familiares de quienes fueron asesinados, uno de las secuelas más tristes y dolorosas es la impunidad en la que quedará la muerte de aquel que en la gran mayoría de los casos no la estaba buscando. ¿Qué organismo policial puede investigar 150.000 homicidios acumulados, en los que no hay testigos, aunque los vecinos hayan visto lo sucedido? En “la jungla” priva la ley del silencio.
Los cuerpos policiales están dedicados a la represión y sus integrantes también sufren el abuso de quienes les ordenan. Son numerosos los casos de brutalidad policial en doble vía reseñados en los medios de comunicación.
En Venezuela el Poder Judicial perdió su independencia y hoy juzga de acuerdo al mandato del Poder Ejecutivo. Desgraciadamente en nuestro país este Poder siempre tuvo debilidades, pero nunca como en el actual. En un país en el cual la justicia no es administrada y se ha perdido el estado de derecho, nada bueno se puede esperar.
Cabe preguntar ¿A quien irá a culpar Chávez de este estado de injusticia? ¿A la IV República cuando tiene once años de gobierno, con los ingresos petroleros más altos de la Historia? ¿A la “maldita oligarquía”? En Venezuela la única oligarquía que existe es la “oligarquía chavista”. ¿A los familiares de los asesinados? ¿A los asesinados por haberse dejado matar o por haberse resistido al asalto?.
Lo peor de este estado de cosas, es que los venezolanos nos estamos acostumbrando a vivir con la violencia. Repito vemos la muerte por violencia como suceso común de la vida diaria. Hay familias que han sufrido no una sino varias bajas, la gente entierra a sus muertos, le pone doble reja a las puertas de sus ranchos, se encierra en su casa, vive azorada, pero no protesta y mientras tanto, la muerte se adueña de la calle y la moral de la nación se debilita. Me cuesta aceptar que Venezuela se está transformando en un ex país.
Roguémosle a Dios por la justicia divina, pues en la Venezuela roja rojita la justicia ha sido condenada a la ausencia.
Algunas cifras y casos reseñados que hablan por si solos:
Tiroteo en El Recreo deja dos fallecidos
Asesinan a adolescente con quince tiros
6.000 reclusos tuvieron que ir a huelga de hambre para lograr acelerar sus juicios
32 muertes violentas solo en Caracas
Condena en la ONU por detención de la juez Afiuni
Los comisarios presos es una muestra de la falta de justicia en Venezuela
La Penitenciaria lidera mafia carcelaria. Continua el caos penitenciario
Protestan por retardo judicial en el caso del ex alcalde de Píritu
Para el Sábado 23 de Mayo, habían contados 29 muertos solo en Caracas
Asesinado panadero en el Cementerio
Fin de semana violento deja 18 víctimas fatales.
Un muerto y dos niños heridos en un tiroteo que se registró en la calle donde asistían a una fiesta infantil en El Calvario.
Fundavive ayuda a salir adelanta a familias de Carapita que pierden a seres queridos a causa del hampa.
Abalearon, para asaltarlo, al jefe de capturas del CICPC
Asesinado dirigente político del PSUV en el Estado Apure
26 muertos por la violencia en Carabobo
Abatido publicista cuando estaba en el balcón de su casa
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