Buscando reducir su excesivo perfil político, el papa Juan Pablo II llegó una vez a declarar que el imperio soviético se había caído por su propio peso más que por obra de la divina providencia. En realidad, la elevación al solio pontificio de un Karol Wojtyla nada partidario de una "iglesia del silencio" y de país satélite de la URSS, tuvo enormes consecuencias políticas, y el exhorto de Cristo que lanzó al mundo el 22-10-1978 al nomás asumir el pontificado: "No tengáis miedo", también ejerció allende su valencia evangélica un efecto devastador sobre el comunismo internacional. Ese carisma espiritual transmutado en poder temporal concluyó con Solidarnosc en el Gobierno en 1989 y con el inicio de un efecto dominó: el mismo año caería el Muro de Berlín y dos años después, el 25-121991, quedaría muerta y sepultada la Unión Soviética.
"No tener miedo" es hoy la consigna de todo venezolano no intoxicado por el dogma chavista, deseoso de desintoxicarse o presto a liquidar el delirante proyecto de una Venezuela comunista, para devolver independencia y pluralismo al Legislativo, por ahora.
No tener miedo para repetir acá la jugada polaca: mover victoriosamente la primera pieza y desencadenar el efecto dominó que nos asegure a dos años vista, el 2-12-2012, el entierro del aventurerismo chavista. Ninguna encuesta previa a los exit poll es fidedigna: 56% de votos para 63% de curules sí es un objetivo absolutamente alcanzable por oposición y los Ni-Ni, tras lo cual todo cambiará.
Elevar los grados de miedo para más control social es vieja receta de dictadores. La furia desatada por el régimen para deprimir, aterrorizar e inducir un fatalismo derrotista en la oposición ha llegado a niveles grotescos. Cual Gómez anciano, Chávez ve ahora sabotajes y conspiradores por todos lados y, proyectando en los demás su derrota, llegó incluso a declarar que "los escuálidos" se retirarían sabiéndose perdidos. Una farsa/pesadilla que pronto se acabará, metódicamente alimentada por un jefe de orquesta borracho de poder y violador en serie de la Constitución, cubanizado a escala de traición, siempre más despiadado con el "enemigo" y siempre más patético con su microfonito en la mano, y que le recuerda obsesivamente al país que si gana la oposición "habrá guerra", que la suya es una revolución pacífica pero armada y que ordena, cual jefe de montoneras que es, "disolver y pulverizar" la disidencia.
Figuras de su entourage, unas más siniestras que otras, también se han esmerado en profecías catastróficas, saña y demolición conforme a patrones KGB/Stasi/G2; más particularmente las arpías del régimen, la principal de las cuales, en puro estilo Lubianka, tuvo la delicadeza de sugerir en marzo que el mártir Franklin Brito tenía "desviaciones mentales" y, tras su muerte por huelga de hambre en situación de secuestrado, el amoroso gesto de señalar que investigaría a "la familia por presunción de inducción al suicidio" (¡sic!). Quedan incorporadas al miedo inducido, obviamente, las listas Maisanta y Tascón, pero esta vez (¡ironía de la historia!) con función invertida, pues ahora son ex chavistas y Ni-Ni en cargos públicos quienes temen que se sepa cómo votaron.
"No tener miedo": políticos de toda credibilidad han garantizado el secreto del voto, y aunque el régimen se propusiere violarlo, ¿qué importa, si de todos modos quedará medio impotente para seguir haciendo daño? "No tener miedo": el déspota ordena disolver y pulverizar la disidencia porque sabe que ésta logrará entregarlo a los tribunales. Devolvamos el miedo al remitente.
"No tener miedo": parafraseando a aquel místico alemán que decía: "Si dejase de adorarlo, Dios se anonadaría", practiquemos con voluntad de poder la máxima: "Al dejar de temerlo, el déspota se disolverá vuelto polvo".
"No tener miedo": el próximo 26 nos toca el penúltimo esfuerzo para salir de este bodrio de coroneles golpistas con encapuchados en el que se nos han ido 12 años de progreso, 150.000 jóvenes asesinados y 1 billón de dólares.
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