3/10/10

Fecha de vencimiento


¡Cuánto cinismo a flor de piel, al hablar de golpe y de golpistas! ¡Cómo se desgarran las rojas camisas, por el “golpe de Estado” en Ecuador, igual que lo hicieran con los sucesos de Honduras! ¡Cuánto desprecio por el intelecto del mundo y de los gobernados! ¡Cuánta hipocresía! Los vociferantes defensores de la “democracia de Correa” son los mismos, que descaradamente pisotean en su país, los principios fundamentales de las Constituciones; los que compran conciencias, para apropiarse de los Poderes Públicos y dar al traste con el Estado de Derecho; los que buscan protección a sus fechorías, clamando por la unidad latinoamericana y perversamente propician la división y el odio, en las naciones que gobiernan.

¿Quién no recuerda los hechos cruentos del fatídico 4 de febrero para derrocar a un presidente electo por el pueblo, en elecciones transparentes y no tramposas, como sucede ahora? Los reconocidos actores de esos hechos califican de golpes de Estado, las protestas callejeras, los autogolpes y los autosecuestros. Igual como lo hicieran con la marcha multitudinaria pero pacífica, del 11 de abril del 2002, cuando entrando en pánico, sacaron los tanques a las calles y apostaron pistoleros en puentes y en azoteas de los edificios públicos, para que dispararan a mansalva a un pueblo inerme. ¿Quién puede olvidar a la Venezuela de antes, saludable y en calma? ¿Aquella señora democracia, cuarentona y serena, que ya no recordaba las asonadas de militares ambiciosos, que como siempre solo persiguen: poder, privilegios y fortuna, sin importarles el reguero de sangre que dejan detrás de sus botas cobardes?

Pero como en la vida nada es eterno, los recientes resultados electorales, están aproximando la fecha de vencimiento de este engendro de revolución, procreada por Fidel Castro y negada a la democracia, a la ética, al bienestar del pueblo y al respeto a los derechos humanos. Con renovadas esperanzas y cansados de los atropellos de un Predicador de Siglo XIX, que burlando la voluntad popular, ha pretendido imponer el castro-comunismo, la democracia sufragó, ganó y aumentó, su caudal electoral, aventajando al partido oficialista en 602.616 votos. Pese a una reforma a la ley electoral, guisada en Miraflores, cocinada en la Asamblea y sazonada en el organismo electoral, violando la representación proporcional prevista en la Constitución, la UNIDAD sacó los suficientes diputados que impiden que el oficialismo tenga la mayoría calificada. Como los artículos de Pudreval, la fecha de vencimiento de la “revolución” expiró… No podrá ser “reprocesada”, porque el empaque popular quedó destrozado en estas elecciones y por tanto, se considera un producto “no conforme” no apto para el consumo humano.

La cultura democrática del venezolano se impuso. Reaccionó… dispuesta a sacar de los escombros: la autoridad y autonomía de los Poderes Públicos y la Carta Magna. Un pueblo agobiado por las penurias del racionamiento de agua, de energía eléctrica, de medicinas y repuestos, la falta de vivienda y la atención a todas sus carencias, empuñó la única arma que posee para castigar a quién lo engaña. Imprimió su voto de protesta y lo dejó tatuado en la máquina electrónica. Reafirmó su derecho a usar, gozar y disponer, del producto de su trabajo; a no permitir ser despojado de sus bienes, por el capricho de los que oteando las tierras en plena producción, empresas exitosas o inmuebles, expropian a su antojo, sin previo juicio e indemnización. Como todo pueblo civilizado, rechazó, que lo gobiernen con un garrote en la mano, irrespetando su cualidad de ciudadano.

Demasiadas son las tristezas y las vergüenzas, que han deparado al país, los golpistas del 4 de febrero. Como miembros de una mafia, para protegerse entre sí, se agrupan con sus camaradas latinoamericanos, en un Club y gozan del apoyo irrestricto de la insulsa Organización de Estados Americanos, siempre presta a defender sus desvaríos, pues quién la dirige, es otro izquierdista radical, que sueña también con instaurar el comunismo en América Latina.

¿Y quién defiende a las víctimas de las ambiciones bastardas de los miembros de la Alba? ¡NADIE…!

Myriam Obadía

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