10/10/10

Guaridas terroristas... Un tema que trata Hermann Tertsch


En los años ochenta, el terrorismo nacional en Europa no era un monopolio de España como ahora. Terroristas de ultraizquierda mataban aun con asiduidad. En Alemania, la Baader-Meinhof, ya sin líderes, reaparecía con terrible efectividad. En Italia actuaban las Brigadas Rojas en una estrategia difícil de entender. Y en puntos muy diferentes de Europa aparecían grupos fantasmales en actuaciones puntuales, a veces vagamente relacionadas con el terrorista Carlos. En 1979, un terrorista turco, Ali Agca, había intentado matar al Papa Juan Pablo II. La pista dirigía al Este.

Ya por entonces, expertos advertían que el terrorismo europeo ya no era espontáneo. Que estaba controlado por el KGB y otros servicios secretos orientales. Quienes defendían esta tesis fueron descalificados como adalides de la guerra fría o fascistas por la prensa del bloque soviético, pero también por la izquierdista occidental. Acudí con frecuencia en aquellos años a Sofía a escuchar la letanía oficial de que Bulgaria no tenía nada que ver con el atentado contra el Papa. Tuvo que caer el Muro para que los archivos de los regímenes del Este revelaran que era cierto. Budapest, Sofía, Berlín Este, Bucarest y Moscú habían sido guarida y puesto de mando del terrorismo en Europa. Carlos tenía su refugio en Budapest y los terroristas alemanes en la RDA. Una vez más los anticomunistas tenían razón.

Ahora tenemos en Latinoamérica un intento de crear un bloque parasoviético bajo el lema del «socialismo siglo XXI». Lo dirigen Cuba y Venezuela, y pertenecen al mismo, Nicaragua, Ecuador y Bolivia. Nadie debiera albergar dudas de que por allí hay que buscar al terrorismo europeo existente, ETA. Chávez lo niega. Llama fascistas a quien no le cree. Como hacía Bulgaria. Lo preocupante es que aquí un Gobierno niegue la evidencia. Y no sepamos los motivos.

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