Víctor Vielma Molina
Jorge Luis Borges solía escribir que: "La delación es la peor de todas las miserias". Este comentario viene a colación, respecto a que Chávez propuso en el Estado Lara: la creación de círculos bolivarianos infantiles en las escuelas del país, para que los alumnos puedan divertirse y hablar de los problemas de la familia.
En los países comunistas internalizan el adoctrinamiento marxista en niños y adolescentes. Le enseñan, con entereza, que la única vida válida es la revolucionaria, que el hombre más importante del mundo es el revolucionario y que la verdadera patria es la socialista. La doctrina marxista, el terror y la represión de la URSS duró 69 años. Causales que no lograron estandarizar al comunismo, ni permanece, en la esencia espiritual de los pueblos de las 15 repúblicas que la constituían.
Uno de los más emblemáticos casos que ejemplariza a este tipo de educación, es la del niño campesino soviético Pável Trofímovich Morozov, conocido como PavliK. Quien era pionero comunista en su escuela, apoyaba la colectivización de granjas de Stalin y del que se conoce que sólo vivió 13 años (1918-1932) en Gerasimovka. Su trágica historia comienza cuando denuncia a su padre Trofim Morozov, ante la Policía política (OGPU) "de acaparar grano". Causa por la cual lo fusilan con la "máxima medida de defensa social". Pavlik, de acuerdo a algunas crónicas, murió en manos de familiares que repudiaron su conducta. Pero, seguidamente, éstos fueron fusilados por la OGPU.
Los soviets utilizaron la delación de PavliK como un acto de heroísmo, hicieron de su corta vida una leyenda hasta mitificarlo como un "mártir glorioso". Para ello, erigieron, en varias ciudades de la URSS estatuas, que nunca llegaron a ser fieles a la complexión famélica del niño.
En los países comunistas, de Europa del Este, las escuelas tenían el famoso "Salón Rojo". Allí los niños eran interrogados, por el maestro, sobre la lealtad de los miembros de su familia al comunismo. Causa que llevaba a muchas personas a la cárcel o a ser ejecutadas.
Las frases del mandatario nacional, en torno a la creación de los círculos bolivarianos infantiles, traen estas reminiscencias de barbarie. Por ello, "ponemos las barbas en remojo".
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