23/10/10
¡Peña Esclusa! El precio del deber
Hay dirigentes políticos con capacidad para ver a distancia y ensamblar la información que reciben, lo que les posibilita adelantarse a los acontecimientos y conocer las intenciones más ocultas de sus adversarios.
Entre esos políticos con habilidad para interpretar las señales de sus adversarios está Alejandro Peña Esclusa, un ingeniero venezolano encarcelado en su país, porque el gobierno del presidente Hugo Chávez montó una burda operación para justificar su arresto.
Peña Esclusa, sin descuidar lo que acontecía en Venezuela, sin perder tiempo en maniobras dilatorias, propició una fórmula para enfrentar el chavismo que siempre percibió como una fuerza política de carácter totalitario asociada a organizaciones internacionales contrarias a la democracia.
El dirigente político, a diferencia de la percepción que tenían otros dirigentes, empresarios y medios de comunicación en su país, estaba convencido que el intento de golpe de estado de Hugo Chávez no tenía precedentes, que estaba dirigido contra el sistema y no contra un gobierno en particular, por esa razón cuando se celebraron los comicios de 1998, se presentó como candidato a la presidencia con el compromiso de denunciar la firme alianza entre el comandante golpista, Fidel Castro y el Foro de Sao Paulo.
Esta organización, resultado de la estrecha colaboración de Fidel Castro y Luiz Inácio Lula da Silva, busca establecer en todo el hemisferio regímenes de carácter populista inspirados en el marxismo. Intentan reciclar el socialismo real, ofrecer una nueva imagen pero con los mismos nervios y huesos del totalitarismo más rancio. Peña Esclusa se percató de esa realidad y denunció el peligro que encerraba para las democracias el Foro de Sao Paulo y los Foros Sociales.
Chávez, un hombre sin ideologías ni escrúpulos, que ambiciona el poder absoluto y que lamentablemente ha sido subestimado por sus adversarios, escogió conscientemente el Foro de Sao Paulo porque era la única organización capaz de proveerle la solidaridad activa de todos los que tienen una vocación autoritaria, a la vez era el instrumento apropiado para extender su influencia en todo el continente cuando alcanzara el poder.
Al triunfo de Hugo Chávez y aun antes que se refiriera al denominado Socialismo del Siglo XXI, Peña Esclusa intuyó que el flamante mandatario necesitaba un piso teórico, porque el Foro no iba más allá de una plataforma política para la toma del poder.
Necesitaba una teoría repleta de promesas que sedujera a las clases más humildes, a personas bien intencionadas pero con la brújula orientada hacia el rumbo equivocado y también en la que los resentidos tuvieran toda la posibilidad de ascender a las cúspides más elevadas, porque para construir el nuevo paraíso, sólo es necesaria la participación ciega de los conversos. La historia se repetía. Una vez más el ciudadano pasaba a compañero y escogía la piedra que le aplastaría.
Peña Esclusa recurrió a la denuncia. Trabajó intensamente por contrarrestar la influencia del nuevo régimen y fundó la asociación cívica Fuerza Solidaria con el objetivo de promover el mejoramiento de las condiciones de vida de los venezolanos, pero también con la intención de defender principios y valores como la libertad, la igualdad de oportunidades y la solidaridad.
El hoy prisionero político nunca dudó de la estrecha asociación entre Hugo Chávez y Fidel Castro. Mostró innumerables veces los vínculos del mandatario venezolano con las FARC y el narcotráfico, el intervencionismo del denominado régimen bolivariano en los asuntos internos de otros países, incluyendo el apoyo económico que presta a los candidatos próximos a su proyecto.
Consciente de la necesidad de enfrentar el expansionismo castrochavista, promovió la tesis que para defenderse de ese tipo de régimen y su capacidad de manipulación había que ir mas allá de las marchas y concentraciones que se pudieran hacer contra los gobierno derivados de Hugo Chávez, fue enfático en afirmar que los actos políticos no eran suficientes, sino que también se requería una respuesta filosófica y programática, una ideología sostenida en el derecho y el respeto a la dignidad humana.
Con la convicción de que para enfrentar el peligro totalitario la solidaridad internacional es fundamental, Peña Esclusa constituyó Uno América, una plataforma orientada a unir en la diversidad a los dirigentes políticos comprometidos con la libertad y la democracia, frente a la amenaza que representan los mesiánicos líderes del Foro de Sao Paulo y el Socialismo del Siglo XXI, que a fin de cuentas, sólo visten proyectos absolutistas y arbitrarios.
Pedro Corzo (*)
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